El que diversos municipios del país, actúen como organizadores de fondas (por lo general llamadas “semanas de la chilenidad”) debe ser una simple consecuencia de los tiempos post modernos que vivimos. En ese sentido y, ceñidos a Maipú, atrás quedan las tradicionales ramadas que se instalaban en calle cinco de abril.
La ramadas ramadas siempre, por regla general, eran armadas por familias con tradición de fondas. A la chicha, las empanadas y los anticuchos, se sumaban las linternas con cuatro pilas y una parilla de artistas locales, quienes hacían folklore. Con los años, y la pérdida constante de identidad, se fueron agregando pequeños grupos de cumbia.
Pero todo ello quedó atrás. A alguien en algún minuto se le ocurrió que el municipio debía actuar como productor de eventos. Imagino que se hicieron estudios o, al menos, se tiraron líneas. “Alcalde con esta cuestión nos vamos a llenar de votos”, debe haberle dicho algún asesor al ex alcalde Undurraga y este, ni tonto ni perezoso, levantó su dedo pulgar hacía arriba y le dio el vamos a la semana de la chilenidad maipucina.
Luego Undurraga terminó como Ministro de Obras Públicas y el Alcalde de Maipú terminó siendo Christian Vittori. ¿Qué hacer? ¿Seguir o terminar?. Al final decidieron seguirla, pero para que la idea no pareciera continuista hicieron algo estremecedor: le cambiaron el nombre. Así pasó de ser “La Semana de la Chilenidad” a “La semana de la nueva Chilenidad”. Un cambio profundo.
Y este año la semana de la nueva chilenidad presentó cambios que demostraron, que la capacidad de ciertos equipos municipales, por superarse en inoperancia y decisiones mal tomadas, es infinita.
La Voz de Maipú, recorrió la nueva semana de la chilenidad, sin pase de prensa (que nos hubiera dado acceso preferencial, o ciertas regalías tales como no pagar la entrada). Hicimos la fila como todos los maipucinos y caminamos alejados de los espacios más VIP. Todo, con la idea de –sufrir o disfrutar- la fiesta, tal como lo hizo usted.
3ra Semana de la Nueva Chilenidad: Un cúmulo de decisiones mal tomadas
Todos tenemos derecho a equivocarnos, pero la situación se torna más complicada, cuando no aprendemos las lecciones que nos dejan los errores. Todas las semanas de la chilenidad en Maipú, pecan de lo mismo y esta vez no fue la excepción: apenas cuatro cajas para comprar las entradas, hicieron que los tiempos de espera del público fueran exasperantes.
La entrada tenía un costo de $2.000 para los adultos y $1.000 para los niños sobre un metro y veinte centímetros. Un valor que nos parece bien, toda vez que otras fiestas de la Chilenidad, como la de Cerrillos, se acercaban a los $5.000.
Tras esperar largos minutos para entrar, este redactor hizo lo que la mayoría de familias con hijos hacen: ir a la granja educativa, que es una pequeña muestra de animales, junto a unos letreros explicativos. Íbamos entusiasmados, pero el ripio que había en el camino, nos mostró que nadie pensó en los coches de los bebés. Éramos un montón de papás tomando los coches, pues el camino no era apto para ellos.
Los locales de comida y tragos que estaban instalados, cumplían su cometido y los precios ($2.500 por un anticucho) no eran inalcanzables. Al menos había harta oferta y el público rápidamente decantó por sus favoritos.
Otros locales más pequeños, vendían otro tipo de productos. Muchos de ellos, con poco o nada que ver con fiestas patrias, sin embargo ello no tiene diferencia con otras versiones organizadas anteriormente.
La piscina municipal v/s el estadio bueras
Pero quizás el peor error de todos, fue cambiar de lugar la fiesta. La piscina municipal, tenía una ventaja primordial, más allá de ser más céntrica que el Estadio Bueras: el pasto. Cuando las mesas están todas ocupadas, en la piscina usted puede sentarse en el pasto, en plan de picnic familiar. El Bueras, en cambio, es casi pura tierra.
Otra ventaja de la piscina, es que el escenario central está siempre a mano. No importa que usted se esté tomando un terremoto en un local, a lo lejos, puede disfrutar del espectáculo de turno. En el Bueras, usted debe acceder al estadio mismo, teniendo que hacer “o lo uno, o lo otro”, siendo muy incómodo. Además se quedó chico en varios espectáculos.
Finalmente el enorme flujo vehicular que genera la semana de la chilenidad, afectó a amplios sectores de 4 Álamos, Villa Cic, Covem, Los Almendros, los cuales vieron como sus calles, se llenaban de autos estacionados. ¿Controles policiales para conductores bajo la influencia del alcohol? Si hubo uno, nosotros en cuatro días no lo vimos. Mal por Carabineros.
Gusto a poco con la parrilla de artistas
Finalmente la selección de artistas fue simplemente mala. Quizás Los Jaivas sean el grupo con más éxitos que apareció en esta semana de la chilenidad. De ahí en adelante, la selección fue –a todas luces- deficiente.
Quizás acá la crítica parezca desproporcionada, pero la vara alta es en función de lo que esta semana de la chilenidad, ha mostrado con anterioridad. Recordemos que hace apenas un par de años, se subieron al escenario: Manuel García, Camila Moreno y Chinoy, tres artistas de la nueva camada de música chilena, todos con éxitos sonando –todo el año- en las radios. Este año hubo que conformarse con Los Tr3s, quienes apelaron al sentido histórico de su música, pues sus últimos trabajos discográficos no han tenido gran éxito.
Noche de Brujas fue otro de los grupos que se paseó por el escenario, con un repertorio que tiene poco de chileno y harto de «picante». Sería bueno que la Municipalidad nivelara hacía arriba, prescindiendo de este tipo de espectáculos tan ¿cómo decirlo? vacíos.
Futuro de La Semana de la Chilenidad
Para el próximo año tal vez se pueda planificar con más tiempo la parrilla, buscando subir un poco el nivel de los artistas. Volver a la piscina podría ser una buena opción o, de frente, jugarse por el Parque Municipal que, quedando lejos del centro, podría albergar una fiesta inmensa, con más de un escenario y con un sentido más nacional.
Lo cierto es que esta Semana de la Nueva Chilenidad, dejó un gusto amargo y se quedó con gusto a poco. Siendo casi la única alternativa de diversión en fiestas patrias, más allá de la carísima fonda de Don Oscar, es obvio que el público llegó en masa. Sin embargo el Estadio Bueras se quedó chico, las cajas –una vez más- fueron pocas y las filas enormes fueron la tónica de un evento que, en su tercera versión, dejó un sabor amargo.
No es casualidad que, conversando con diversos funcionarios municipales, todos concordaron con este narrador que, el espacio era chico, la tierra mucha y la parrilla improvisada.