Máximo Gorki expresa un pensamiento en su obra Los bajos fondos, que nos invita a hacernos cargo de nuestras acciones a través de un asertivo monólogo:
«Un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya. Porque es su propia vida la que apuesta por la fe, la incredulidad, el amor y la inteligencia. Y no hay sobre la tierra otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición. El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige y eso lo hace libre«.
Cada elección desencadena una incalculable variable en lo que la gente puede llamar destino, Karma u otro. Lo único cierto, es que los ya mencionados responden a una visión teológica desarrollo de los hechos de la humanidad en el tiempo.
Dicho en simple, no se puede culpar al Karma por tener una fuerte desaprobación nacional cuando pasaste tu vida haciéndote rico por medios tramposos como el robo al banco de Talca, tráfico de influencias, uso de información privilegiada. O movidas legales pero de cuestionable ética para reducir fuertes gastos en impuestos como la compra de empresas zombies.
Cre que aludir al Karma es menospreciar las capacidades humanas de identificar y filtrar lo que hay en su entorno, como también es ignorar que somos seres con voluntad y un complicado proceso de juicios antes de hacer algo, elegir desde que despertamos.
¿Pospongo la alarma 5 minutos aunque me signifique un atraso?, ¿me preparo huevos fritos para el desayuno, leche con cereal, pan tostado con mantequilla, té o café?
Si de las 3 micros que pasan cada media hora tomo la primera, segunda o tercera, si castigo a las isapres por su mal servicio desafiliándome o espero a que pase el invierno. La lista es larga.
Este punto se puede apreciar más rápido en un extracto de la película El extraño caso de Benjamin Button.
La idea no es hacer creer que se tiene el universo en contra. La verdad somos irrelevantes, pero es la única existencia que conocemos y de la que con certeza podemos decir que estamos acá.
Hay que romper con el nihilismo que crece en popularidad, y buscar cultivarse para saber filtrar los elementos negativos, y, de esa manera, apuntar a las consecuencias positivas.
Los pocos críticos
En prevención de riesgos nos enseñan la “la teoría de los pocos críticos” de Vilfredo Pareto.
La teoría nació de un análisis sociológico donde el 80% de las riquezas es sostenida por el 20% de la población y esta reparte el 20% restante de su riqueza al 80% del pópulus.
Esta teoría se puede aplicar a todo ámbito, manteniendo la multicausalidad. Por ejemplo, del 100% de los factores de un cambio, accidente, acción, etc, el 20% tendrá un 80% de incidencia de este.
En conclusión, se puede decir que somos víctimas y victimarios de nuestro entorno y que no podemos manejar la totalidad de los factores, pero el cerebro puede manejar la atención de los puntos más críticos que nos ayudarán a mejorar el día a día, tengan una bella vida.
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