El día 3 de febrero de 2019 un pedazo de la historia reciente de la comuna, se caía a pedazos. La Higuera, ese boliche bello, donde podías tomar un vino arreglado, chicha o una cerveza, o comerte una parrillada, era destruida, tras haber sido comprada por los dueños del Mall Pumay.
Con máquinas derrumbaron un trozo de la historia de Maipú. A un año del fatídico evento, este periódico considera menester, contar la historia de La Higuera.
¿Cómo nació La Higuera?
La Higuera, era por lejos el restaurante más folklórico y con tradición en la comuna. Ubicado en Chacabuco 84, a metros de la calle Monumento, y muy cerca del centro cívico de la comuna, había sido fundada el año 1942 por José Castro.
En el libro Brochazos y Pinceladas de un Maipucino antiguo, del escritor local Guido Valenzuela, se narran los inicios de lo que era una quinta de recreo.
Fue José Alamiro Castro, quien junto a su esposa Luisa («la Luchita») dieron el vamos a un lugar que se transformaría en leyenda. Castro era suboficial mayor de Carabineros, pero debía retirarse. Por esos días, dice el libro, pensaba en su futuro, su mente dibujaba una pregunta: ¿A qué me dedico ahora?.
La respuesta se la dio el alcalde de turno: José Luis Infante, quien compró el terreno y se lo cedió, con la condición que le devolviera la plata, como pudiera. Así nace La Higuera: un lugar que agarró fama y donde venía el embajador de Venezuela, senadores y diputados.
Elija su gallina, nosotros la matamos
Al fondo del patio, por esos años, había un gallinero. Así que el cliente que pedía un pollo asado, era conducido por el garzón hasta el lugar, para que eligiera el que quería. Una vez tomada la decisión, con un gancho lo colgaba y se lo llevaba a la cocina. Al rato podías disfrutar un pollo de buen sabor, y muy fresco.
La práctica, cuenta Valenzuela «hacía que la gente se horrorizara, pero después volvían, porque se daban cuenta que era para hacerles ver lo fresco que se estaba sirviendo».
Pero La Higuera de Maipú era más que pollo. La señora luchita sacaba aplausos con ajiaco para los que se levantaban temprano. O los porotos con plateada. La chicha venía de Melipilla y era almacenada en un subterráneo.
¿Un vinito arrugado?
En La Higuera se servía «vino arrugado», que eran almacenados debajo de la cocina, por muchos años. Esa guarda, hacía que las etiquetas fueran casi ilegibles: pero el recuerdo indica que las marcas eran Las Peñas de Cauquenes, Santa Rosa del Peral y Carta Vieja.
Por 1 peso con 20 centavos te tomabas una botella de vino. Sin embargo, el vino arrugado, tenía un valor de 2 pesos la botella. Si la etiqueta estaba hecha añicos, o tenía mucha tela de araña, era señal inequívoca, que ese era un vino arrugado.
Una familia que hizo historia
Tres eran las hijas del matrimonio de José y la señora Raquel, sin embargo al final quedó solo una: «La Raquelita». De una belleza inusitada, la hija de Alamiro fue electa varias veces la Reina de la Fiesta de la Primavera. A Alamiro la idea no le hacía gracia, pero los mozos del negocio conspiraban para que la dama pudiera participar.
El Miguelito, cuenta la historia, era el brazo derecho de Alamiro. Otros que hicieron un nombre en La Higuera fueron Alberto Quiróz y el Maestro Arroyo, quien las oficiaba de mozo, los fines de semana.
Pero La Higuera (¿sabían que se llama así porque en su patio trasero tenía una higuera?) por esos años era «la picá del Paco Castro».
Los restos de la señora Raquel, don Alamiro y Miguelito están enterrados en el cementerio parroquial de Maipú.
Tras su muerte, la Raquelita tomó las riendas del boliche. Sin embargo, con el correr de los años, decidió arrendar el lugar, a un administrador que le rendía cuentas.
La muerte de La Higuera
Era 27 de noviembre de 2018 y en La Voz informábamos a los parroquianos, que La Higuera bajaría sus cortinas. Fue un día triste y la noticia se viralizó. Cientos de vecinos y vecinas peregrinaron en busca de una última parrillada, o un pajarito de vino.
Con la fecha de cierre anunciada, la clásica picada llegaba a su fin. Con la muerte de la Raquelita, se selló la suerte del local. Los hijos, que heredaron el negocio, decidieron venderlo a Mall Pumay, en una cifra que no se conoce, pero que se estima millonaria.
Dinero aparte, la muerte de la Higuera dejó un vacío en la historia y patrimonio de la comuna. Un vacío que hoy intentamos llenar, contándoles un poco de la historia de un lugar, que aún debería estar ahí.
Texto con información y fotos de Brochazos y Pinceladas de un Maipucino Antiguo y de Urbatorium.