Se trata de Daniel, Samuel y Edison, tres inmigrantes que trabajan todos los días en distintos puntos de la Plaza Maipú y concuerdan que no fue nada fácil establecerse en Chile y que su mayor motivo de su llegada fue trabajar y poder levantar a su familia.
El viernes pasado, efectivos policiales desalojaron a varios inmigrantes —en su mayoría venezolanos— de la Plaza Brasil en Iquique, quienes ocupaban el lugar desde hace más de un año tras su llegada al país, escapando de la crisis que acontece en Venezuela.
En este contexto, al día siguiente, cerca de cinco mil manifestantes se encontraron en la Plaza Prat, de la misma ciudad, alzando pancartas y cánticos nacionales y étnicos exigiendo una solución de parte del gobierno por el alto flujo de inmigrantes ingresando de manera irregular.
Sin embargo, todo empezó a desbordarse tras un deshumanizado acto cometido por algunos manifestantes, quienes decidieron tomar los escasos bienes de los venezolanos y prenderle fuego, formando una barricada en plena manifestación.
El terrible hecho fue captado por distintas cámaras de la prensa nacional que se encontraba en el lugar. Entre las pertenencias quemadas, se encontraban coches de bebés, pañales, prendas, entre otras cosas.
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Migrantes en Maipú
La Voz de Maipú conversó con distintos migrantes que viven y trabajan en Maipú para conocer sus preocupaciones, vivencias y sentimientos encontrados al conocer estos actos de xenofobia en el norte de Chile.
Daniel, de nacionalidad venezolana, tiene 25 años, y vive y trabaja desde hace una semana en Maipú. Increíblemente contó que estuvo a punto de vivir lo que ocurrió en el norte del país: “Hace una semana estaba en Iquique, me salvé de eso, sin embargo, mi señora sigue allí y ha vivido todo ese maltrato”.
El joven lleva cuatro meses en Chile, pasando antes por Perú y Bolivia. Aseguró que se tuvo que ir de Venezuela porque no tenían qué comer, señalando, como la mayoría de quienes se van de dicho país a buscar nuevas oportunidades, que lo que se vivía allá era una dictadura.
“Sé que algunos venezolanos han hecho cosas malas, pero por unos cuantos no podemos pagar todos. Hay familias, niños, no todos somos gente mala”, comenta Daniel.
Su esposa aún está en el norte con sus hijos, y aquí convive con una hermana que llevaba más tiempo en la comuna y le dijo que acá en Chile había trabajo. Relata que ha sido difícil, pero que ellos solo quieren laborar.
(Según ACNUR, la agencia para refugiados de la ONU, en total han emigrado 5,6 millones de venezolanos de su país).
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Samuel tiene 33 años, es de nacionalidad haitiana, lleva cuatro años en Chile y habla muy bien español a pesar de que el insiste en que “habla más o menos”.
Trabaja hace tres años en la Plaza Maipú, a veces cerca del McDonald’s y otras, al frente del metro. Tiene un puesto grande con una infinidad de paltas que le permiten tener un ingreso para vivir.
Está casado, su mujer vive con él pero sus hijos de 5 y 9 años están en Haití. “La mamá de mi esposa cuida a nuestros hijos”, aclara.
Samuel mide cerca de 1.85 cm, es de pelo corto y bastante sociable. Mientras atendía, pasaban amigos haitianos a los cuales le tiraba una que otra broma, que les dejaba una sonrisa en sus rostros.
Es bastante alegre, sin embargo, cambió de ánimo cuando escuchó la pregunta: ¿Has sufrido discriminación en Chile?
“Sí, la discriminación no solo es en Iquique. Yo me pregunto, ¿Por qué? Solo somos un color diferente. Sí, me han discriminado mucho, cuando me subo a una micro, la gente me mira y no quiere sentarse a mi lado”.
(Según la ONU, de los 11,5 millones de haitianos, 4 millones padecen de inseguridad alimentaria, y cerca de 2 millones han emigrado de Haití).
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Edison, también de 33 años, es dominicano. Tiene un puesto en la Plaza Mayor vendiendo parches de género con distintas figuras para la mochila. Asegura llevar seis años en Chile, tres de los cuales ha estado en Maipú.
“Al principio vivía en Estación Central, allí empecé ayudando a una señora en un puesto, ahora vivo en Maipú con mi propio puesto, pero ha sido muy difícil”.
Si bien el hombre cuenta que no ha sentido discriminación en Chile, a diferencia de Daniel y Samuel, de todas formas tiene una postura bastante crítica respecto de lo que sucedió en Iquique.
“No deben desquitarse con ellos, deben reclamarle al Presidente. Los chilenos deben acordarse que muchos también fueron inmigrantes”.
“A veces escucho que nosotros venimos a quitarles el trabajo a los chilenos, y eso no es verdad, el que no quiere trabajar no trabaja”, recalcó Edison.
El dominicano reconoció que él no quería irse de su país, porque “uno se siente bien en su país”, sin embargo, el hambre y la esperanza de un mejor pasar los obliga a tomar decisiones tan drásticas como irse. “Primero me fui a Ecuador, después a Perú y ahora estoy aquí en Chile”.
(Según los últimos datos del 2019, República Dominicana de 10,7 millones de habitantes, tiene cerca de 1,5 millones de inmigrantes).
Los tres inmigrantes entrevistados coincidieron en que es extremadamente difícil irse de sus países y llegar a otro a trabajar en cualquier cosa, y repudian cualquier acto de xenofobia y racismo que exista como lo ocurrido este fin de semana en Iquique.