Surgen nuevos datos tras hallazgo de mastodonte en El Trebal en 2011

Mastodonte hallado en Aguas Andinas El Trebal el año 2011.

En el año 2011 fue hallado un cráneo de Notiomastodon platensis en la planta de tratamientos Aguas Andinas de El Trebal, específicamente durante la construcción de una de sus piscinas. A pesar de las condiciones del entorno, el cráneo del mastodonte estaba casi completo, como pocos en Sudamérica. Los estudios realizados a este ejemplar comprobaron con certeza que se trataba de la especie Notiomastodon platensis, permitiendo encausar la discusión sobre el tipo de gonfoterio que habitó la zona central de Chile durante el Pleistoceno.

Durante la etapa de construcción de la planta de tratamiento Aguas Andinas El Trebal, de la comuna de Padre Hurtado, en el año 2011, ocurrió el hallazgo de un cráneo casi completo perteneciente a una especie de mastodonte, conocido también como gonfoterio.

Con prontitud y tal como establece la ley, la empresa tomó contacto con el Consejo de Bienes Nacionales para inspeccionar lo que hasta ese momento era una desconocida pieza arqueológica. La institución recomendó al Doctor en Arqueología Rafael Labarca, quien lideró la recuperación del cráneo, que posteriormente fue exhibido en el Museo de Historia Natural, donde se encuentra hoy, y se presentó en itinerancia por otras regiones de Chile junto a dos calcos y una muestra del animal a escala real.

Planta de tratamiento Aguas Andinas El Trebal

La importancia del hallazgo de este cráneo casi completo, es que hasta ese entonces no existía uno en nuestro país, y que a través del cráneo y las defensas del mastodonte es posible realizar análisis que permiten conocer su dieta y por tanto también las condiciones ecológicas del entorno. Rafael Labarca dice que lo primero que querían saber era la especie del mastodonte.

«A partir de los estudios, básicamente de las defensas y de la forma del cráneo, concluimos que era una especie en particular de gonfotérido, el Notiomastodon platensis en la actualidad. En esa época era Stegomastodon platensis», dice.

«Después hicimos varios intentos de fechado por radiocarbono que no resultaron. La idea era poder saber la antigüedad del hallazgo y ahí quedamos realmente cortos. Quedamos en una cosa más o menos general», añade Rafael. Por lo tanto, la fecha de la pieza se data como parte del Pleistoceno superior, «que pueden ser, no sé, desde los últimos 100 mil a los últimos 11 mil años», complementa.

Según el arqueólogo, hace un par de años se le realizó al cráneo una prueba de isótopos estables para conocer la dieta del animal. Este trabajo, que dice aún no está publicado, incorporaría dentro de sus conclusiones que el mastodonte sudamericano era más ramoneador que pastador, es decir, que comía más ramas y arbustos que pasto.

Para el Jefe Científico del Museo Nacional de Historia Natural, Cristian Becker, conocer qué tipo de vegetaleú comía el mastodonte permite conocer aspectos del ecosistema de la época. «Si tu encuentras un animal de ese tipo, que habita ciertos tipos de paisajes, también te permite hacer la recolección paleoambiental», observa.

Pero Cristian va más allá. «Por otra parte también existe la posibilidad que cercano ahí uno pudiera encontrar quizás sitios de cazadores que estaban siguiendo a estos animales. Ahora, encontrar esos restos es bastante más difícil, porque son poblaciones que no tenían mucha cultura material. Eran super móviles y gran parte de su utillaje de materiales eran todos orgánicos, que desaparecían. Entonces cuando uno encuentra un gonfotérido dice -ya, okey, por ahí es una zona sensible, en que quizás en un futuro pueda encontrar algo en otra excavación».

El rol de las empresas

Tanto el Rafael Labarca, como Cristian Becker valoran el rol que tomó la empresa Degrémont en la recuperación y vinculación con la comunidad del ejemplar de gonfoterio.

Cristian dice que «ellos deciden (la empresa), por un lado, financiar la exposición completa, que se realiza acá en el hall central y por otro lado financiar la creación de dos calcos», que son réplicas exactas del cráneo hechas a partir de moldes.

«Esto yo creo que es lo más importante del hallazgo: que la empresa toma razón de la importancia de este hallazgo y la puesta en valor. Ganan todos. Gana la imagen de la empresa, porque se hace cargo de un patrimonio. Y también la comunidad que recibe esa información del hallazgo. A veces se hacen hallazgos y queda todo como medio escondido, porque trabajan solo especialistas. El especialista hace su informe, se lo entrega a la autoridad, la autoridad supervisa y queda guardado en una biblioteca. Pocas veces esa información baja a la comunidad», comenta.

Rafael dice que «hay que agradecer a la empresa en realidad porque puso todo el financiamiento, toda la logística, las obras se pararon».

La responsabilidad tomada por la empresa es tal vez una demostración de las falencias del Estado de Chile entorno al apoyo de la ciencia. El año pasado, Ciper publicó un artículo en que un conjunto de investigadores y trabajadores criticaron un recorte en los recursos destinados para el conocimiento avanzado. El escrito observa que Chile «ya cuenta con un financiamiento escaso, según el presupuesto general de la nación».

Por lo mismo, los análisis que podrían verse facilitados por el hallazgo de este cráneo íntegro de mastodonte, en realidad han sido guiados con demora.

Sobre un análisis de isótopos estables realizado por el paleontólogo Erwin González al gonfoterio el año 2018, Rafael dice que «eso fue todo un proceso bien largo y definido un poco por los avatares del destino. Porque la empresa en el fondo nos financió la investigación hasta rescatar las cosas (los restos del mastodonte). Y una vez que los materiales fueron a parar al Museo Nacional de Historia Natural, ese financiamiento se acabó. Entonces estos análisis se hicieron ocho años, nueve años después», cierra.

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Martín Espinoza Buzeta
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