A fines de mayo y principios de junio de este año, Juan Cifuentes y Joaquín Tapia junto su equipo audiovisual y Parina Films llevaron a cabo la grabación de Corrupto, un proyecto de título que habla sobre el invisibilizado tratamiento de electroshock que se administra a ciertos pacientes en nuestro país.
¿De qué trata Corrupto?
De acuerdo con lo señalado desde el equipo, la reseña dice más o menos así: «Andrea está perdiendo la memoria después de recibir terapia de electroshock. Incapaz de recordar su pasado o crear nuevos recuerdos, recurre a videos caseros grabados durante su infancia. Mientras Andrea filma su vida cotidiana con su padre se da cuenta de los efectos reales que la terapia tuvo en ella, a la vez que intenta aferrarse a los pocos recuerdos que aún tiene».
El cortometraje Corrupto es un híbrido entre documental y ficción y Juan, guionista y director del producto, explica que “todo el guión está basado en distintos testimonios de diferentes personas que sí vivieron electroshock […] gran parte del corto está hecho con material de archivo”, por lo que el guión fue para darle mejor forma a la historia que querían contar.
Natalia Mejías, maipucina y asistente de dirección de Corrupto, quiso hacer hincapié en que “quienes actúan en el corto no son realmente actores, son actores naturales que por sus experiencias personales pueden aportar al relato”.
Ni ella ni Juan habían trabajado antes con personas que no estuvieran ligadas al teatro, e indicaron al respecto que “fue una muy buena experiencia porque me permitió poder explorar otra forma de dirigir, me permitió poder desarrollar mis habilidades para poder llevar a una persona que no es actor a ciertos estados y ciertas emociones a través de distintas estrategias”.
Desde el 2019, Juan estuvo investigando sobre el electroshock, también llamada terapia electroconvulsiva, y fue entonces que se dio cuenta de que «no era algo de tan libre acceso», y que «no todos los especialistas que llevaban a cabo esta terapia estaban dispuestos a hablar sobre el tema«, según comenta Natalia.
El Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak es el establecimiento que más procesos de electro convulsión lleva a cabo en Chile. El director de Corrupto accedió por la Ley de Transparencia al dato de que durante todo el 2019, se realizaron 1.742 terapias electroconvulsivas solo en este centro asistencial a un total de 166 pacientes.
Los diagnósticos más comunes para recibir electroshock fueron esquizofrenia, psicosis y depresión endógena o severa. “El doctor especialista número uno del Horwitz en terapia electroconvulsiva no me quiso dar ni la hora, pero logré entrevistar a una psiquiatra del Hospital Clínico de la Universidad Católica, donde igual se realiza esto, y ella me pudo comentar un poco más”, aclaró Juan.
Dentro de su investigación para Corrupto, Juan Cifuentes llegó a Libre Mente, un colectivo autogestionado que se conforma por personas “que vivieron terapias muy invasivas, como el electroshock. De hecho, varios de ellos se denominan sobrevivientes al electroshock, casi todos tuvieron mucha pérdida de memoria y de hitos o momentos importantes de sus vidas”.
Testimonio de una integrante de Libre Mente
Paulina Sepúlveda forma parte de Libre Mente desde el 2019, aunque el colectivo se creó en 2015. Para ella, esta autogestión “tiene una trascendencia generada por este grupo de personas sobrevivientes a la psiquiatría” que luchan por “el derecho a la locura y reivindicando la locura”.
Según ella, “esta postura nace de los procesos que nos ha tocado vivir a muchos (…) esto ha hecho que nos reunamos personas locas, locos, loques, y defender las diferencias y promover respeto y que no sigan sucediendo prácticas tan terribles y normalizadas como el electroshock y todo lo que es el tema del pastilleo con irresponsabilidad de parte de algunos psiquiatras”.
Si bien ella nunca recibió terapia electro convulsiva, le tocó vivir el abuso de medicamentos.
“Yo llegué a Libre Mente buscando un poco de apoyo para una situación muy lamentable por la que estaba pasando, que era el parkinsonismo y la disquinesia (movimientos involuntarios)”.
Paulina es artista y estuvo por más de 10 años tomando psicofármacos. Los últimos meses le llegaron a recetar hasta 13 pastillas diarias, lo que le generó Párkinson y Disquinesia, “además de los movimientos involuntarios yo temblaba constantemente, así que tuve que dejar de pintar”.
“Al final me di cuenta que lo que había hecho era atentar contra mi salud y contra mi proyecto de vida, al ser pintora y no poder pintar, por ejemplo…”, admite Paulina.
El colectivo ha sido fundamental para ella y para muchas otras personas que se han visto vulneradas por el abuso psiquiátrico, tanto de psicofármacos como del electroshock. “En el camino que hice que fue la des medicalización pude vivir procesos de crecimiento personal y sentirme acompañada en este grupo Libre Mente, que también me permitió salir como un ave Fénix y tomé un vuelo super bonito”.
Paulina agradece que los guionistas de Corrupto se hayan acercado al colectivo, pues lo audiovisual es una forma más de dar a conocer y de poner en la mesa este tema del que poco se habla.
A juicio de la artista, «dentro de lo que nos permitimos como sociedad, pocas veces está el espacio de reflexionar. Yo creo que lo que no permite mostrar esta práctica tan violenta del electroshock es el hecho de normalizar al violencia desde distintos lados».
Hoy ella asegura que ha renacido y que tuvo un despertar, se siente mejor que nunca.
– Paulina, muchas personas que recibieron terapia electroconvulsiva perdieron la memoria, por ejemplo. ¿Tú, después de este abuso de psicofármacos, sientes que hay algo que hayas perdido o que te hayan arrebatado?
– Oye sí, me quitaron algo que no voy a volver a tener, el miedo.
Recaudación de fondos para Corrupto
Si bien Corrupto ya está grabado y terminado, el equipo está buscando financiamiento para poder postular a distintos festivales, tanto nacionales como internacionales.
Juan Cifuentes explica que «muchos de esos festivales piden tasas de inscripción para poder enviar el cortometraje. De repente te piden enviar una copia física en un disco duro al festival, que muchas veces son en Europa o Estados Unidos y son envíos caros. En otras ocasiones hay que hacer producción de formatos especiales que te piden y hay que pagarle a alguien para que se encargue de eso».
«Queremos iniciar el recorrido por el circuito de festivales para luego proceder a liberar el cortometraje en espacios pertinentes al tema y que se muestre en espacios públicos dentro de Chile para poder hablar de ello de forma más abierta con un público cercano», asegura Natalia.
El equipo detrás de Corrupto apunta a una meta de $800 mil y tienen 38 días para lograrlo.
Si quieres aportar al proyecto puedes hacerlo clickeando aquí.
O también aportando a la siguiente cuenta:
Nombre: Juan Ignacio Cifuentes Mera
Rut: 20071704-K
Número de cuenta: 20071704
Tipo de cuenta: Rut
Banco: Estado
Mail: juanecifuentesmera@gmail.com