Pocas causas han tenido un rechazo tan transversal como el proyecto SONACOL. Desde una alcaldesa pro UDI como Cathy Barriga hasta un concejal comunista como Ariel Ramos.
No a SONACOL logró unir lo imposible. Demócratas Cristianos, Frente Amplio, socialistas, PPD, independientes. No había nadie a favor, estaban todos en contra. Y sin embargo, se perdió.
Fueron tres años de resistencia y movilizaciones. Todo para que un consejo compuesto por Seremis diera su aprobación al «Proyecto Segunda Línea Oleoducto Maipú-Aeropuerto Arturo Merino Benítez». Todo esto ante la atónita mirada de los presentes, entre quienes estaba la primera autoridad comunal, Cathy Barriga,
Tres años antes, surgió un movimiento ciudadano para hacer frente a lo que para muchos era y sigue siendo yo una amenaza ambiental. De ahí el nacimiento dela Coordinadora No al Oleducto SONACOL, quienes plantearon además de un sinúmero de observaciones un trazado alternativo. Un trazado que finalmente no fue aceptado.
Las palabras de la alcaldesa de Maipú, Cathy Barriga (como de costumbre en Instagram) fueron categóricas:
«Hoy en la Intendencia junto a vecin@s en la votación del Proyecto SONACOL, la cual fue aprobada por la comisión de evaluación, presentamos el rechazo absoluto como autoridad, Municipio y Vecin@s de Maipú ya que este proyecto es un Oleducto que cruza 7 barrios de nuestra comuna transportando Kerosene de aviación en sectores residenciales densamente poblados, lo que aumenta la inseguridad ante incendios, fuga de combustibles y contaminaría nuestra agua que está en napas subterráneas. Transformándonos en una nueva zona de sacrificio del país»
Una de las dirigentas más reconocidas de este movimiento es Viviana Delgado, también tuvo palabras para describir su decepción:
«Hoy vi borregos obedeciendo órdenes, simplemente, los Seremis aprobaron sin ningún argumento, sin ni siquiera conocer el proyecto ni sin saber en dónde queda Maipú. P yoero ahora se viene la segunda etapa, vamos por esas invalidaciones, reclamaciones y recursos de protección«.
El concejal Ariel Ramos fue tsmbién una de las tantas voces que expresó su rechazo:
«En méxico este año murieron cerca de 100 personas por una explosión de un oleoducto, y en estos días en Chile, trabajadores de una sanitaria rompieron de manera accidental una red subterránea de combustible, quedando gravemente heridos producto de una explosión. Basta ya de abusos con las comunas de la periferia de la región metropolitana, Maipú ya es una zona de sacrificio Fuerte y claro decimos no al oleoducto de sonacol».
¿Qué es SONACOL? (por si aún no lo sabe)
Tal como advertimos en una nota el año pasado, «con la llegada de lineas aéreas «low cost» los precios de los viajes en avión han tenido bajas sostenidas. Ello ha permitido que miles de chilenos que antes no volaban, ahora lo hagan de forma frecuente. La ecuación es simple: más pasajeros, más vuelos y más combustible».
Con esas palabras nuestro asesor editorial presentaba el problema. Un problema que lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo se lleva el combustible de avión al aeropuerto?
Ahí es donde entra SONACOL o la Sociedad Nacional de Oleoductos. Una empresa que «tiene 60 años de funcionamiento y construye oleoductos bajo tierra, donde en la actualidad existen 465 kilómetros de ductos que mueven combustible».
Justamente, el trazado de uno de esos ductos pasará por nuestra comuna y desde ahí al Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez.
Por si fuera poco, está en pleno proceso la participación para hacer observaciones al proyecto del nitroducto San Bernardo-Maipú, un ducto que saldrá desde la planta ASU de Air Liquide en San Bernardo y que recorrera 8,5 Km hasta llegar a la planta Goodyear en Maipú.
Le damos un dato más: ambos ductos se juntan en algún punto del trazado. Los estudios aseguran que la situación no genera grandes riesgos, pero probablemente esos especialistas pensarían distinto si esos ductos pasaran por el frente de sus casas.
Una reflexión de suma relevancia desde el punto vista humano, que hoy se expresó con rabia.»¿Dónde vives?», gritaban vecinas a los Seremis reunidos en el consejo.
Preguntas incómodas que quedaron sin respuesta y un proyecto rechazado mayoritariamente por la comuna que sigue su curso.
A pesar de todo.