Micaela Agüero, de 21 años, vivió una situación hace dos semanas y que hasta el día de hoy la tiene intranquila. Según relata, sufrió un intento de secuestro a 50 metros del condominio en donde reside, ubicado en Húsares de la Muerte, Maipú.
La víctima denunció a través de Redes Sociales la situación del posible secuestro, donde se percató que habían ocurrido situaciones extrañas y similares en sectores cercanos dentro de la misma comuna.
«Era jueves y yo había ido a dejar a mi hija al jardín. Hasta allá nos fuimos en Uber, y cuando la profesora de mi hija la recibió, yo me devolví en micro hacia la casa«, relata Micaela.
Cuando la joven se bajó de la micro, recuerda que le llamó la atención lo lento que iba un auto gris oscuro, con cuatro tipos dentro de él. «Yo pensaba que quizás estaba perdido porque por acá mucha gente se pierde», explica Micaela, añadiendo: «Después de un rato, el auto avanzó, paró adelante mío, como a 50 metros de mi condominio, y un tipo se bajó. Yo ahí me asusté y pensé que me querían robar el celular».
Sin embargo, su preocupación aumentó considerablemente cuando vio que el sujeto la observó fijamente y con un paño blanco en la mano abrió la maleta del auto. Fue ahí cuando entendió que lo más probable era que se trataba de un secuestro. «Yo al tiro empecé a correr pero él igual me alcanzó«, detalla.
El tipo agarró «con mucha fuerza» a Micaela, y con un arma blanca en mano intentaba tener control sobre ella. «Yo no sé cuánto tiempo pasó pero estuvimos forcejeando un rato, él me pegó pero no alcanzó a apuñalarme», detalla.
La joven cuenta que en ese momento pensó en su hija. «Le pegué una patada hacia atrás, justo en los testículos. Ahí él me soltó y yo seguí corriendo sin mirar atrás», pero sabiendo que el sujeto iba tras ella con la intención de un secuestro.
Menos mal, Micaela entre gritos logró entrar a una bodega que estaba abierta, donde recibió ayuda y apoyo de los trabajadores que se encontraban ahí. Al percatarse de que había más gente en el lugar, la joven cuenta que «el tipo se fue, pero como yo no quise nunca mirar hacia atrás no sé en qué dirección se fue él o el auto».
Minutos después la pareja de la joven llegó hasta el lugar para darle contención, además de que llegara Carabineros para tomar sus declaraciones. «Después de eso fui a constatar lesiones, yo estaba asustada y los carabineros me dijeron que fuera sola a hacer eso, ellos no me acompañaron».
«Al día siguiente me dolía todo el cuerpo», y días después, de hecho, Micaela cuenta que le aparecieron moretones en lugares donde ella no había sentido nada, pero probablemente fue producto de la adrenalina del momento.
Desde Carabineros le explicaron que necesitaban más pruebas para continuar con la investigación. Al revisar las cámaras disponibles en el sector, la joven cuenta que se alcanza a ver vehículos similares, pero que justo los lugares claves son un punto ciego para las cámaras. «Ninguna apuntaba hacia el lugar donde pasó, y la única que sí, estaba siendo tapada por el mismo auto«.
Hoy, dos semanas después, a Micaela sigue con mucho miedo producto de lo vivido. «No puedo dormir, recién como a las 5 logro dormir un poco, pero me quedo toda la noche pensando en lo que me pasó y en que en cualquier otro escenario pudo haber terminado todo mucho peor», cuenta sobre el intento de secuestro.
Falta de rondas de vigilancia en el sector
Micaela Agüero asegura que el sector por donde vive, Camino a Melipilla con Húsares de la Muerte, está olvidado por personal de vigilancia o policial. «Antes de lo que me pasó yo nunca vi a ningún carabinero, ahora se ven un poco más», explica la joven.
«En Ciudad Satélite sí se ven, pero por aquí nunca, jamás, ni Carabineros ni seguridad ciudadana, y este camino es super solo. A veces los estudiantes del colegio que está por aquí pasan caminando solos, muchas niñas y niños», señala.
La maipucina enfatiza en que «yo tengo 21 años y pude pelear, pero quizás una niña de 14 o 15 años no pueda y se quede en shock», lo que cambiaría totalmente el desenlace de este intento de secuestro.