Maipú está en crisis: un llamado a los hijos de esta tierra

Como lo relata magistralmente Hans Christian Andersen en el cuento “El traje nuevo del emperador”, pareciera que nadie en Maipú quiere darse cuenta que el Emperador va desnudo paseándose por las calles.

Así al menos se siente, como si las y los maipucinos no quisieran darse cuenta que nuestra querida comuna está en crisis y que esa crisis tarde o temprano afectará a nuestra SMAPA, pues ante la ausencia de inversión y mantención es un activo que bien podría ser vendido para tapar los hoyos dejado por esta y otras administraciones.

Baste recordar tan solo como Joaquín Lavín vendió el agua de Santiago cuando fue alcalde para “cubrir gastos”.

Y no podemos culpar a la actual administración como la única responsable, pues desde el año 2000 que la “cuna del abrazo entre O’Higgins y San Martín” no logra enderezar el rumbo.

Los gobiernos de Roberto Sepúlveda, Alberto Undurraga y Christian Vittori también tienen su cuota en llevar irremediablemente a nuestro Maipú hacia una crisis ética  y financiera en la calidad de la vida de las y los vecinos en materia de seguridad, medio ambiente y cultura, por nombrar algunos.

Me atrevo a decir que en Democracia los gobiernos comunales de Don Mario Ortiz (1971-1973) y Don Herman Silva (1992-2000) fueron las últimas administraciones decentes, con principios y respeto a la ética, con vocación social, profundamente maipucinas, cercanas y preocupadas por elevar la calidad de la vida de los habitantes de esta hermosa comuna.

Esto es, entre otras cosas, porque fueron hijos de esta tierra.

Quienes caminamos desde los años 60 por sus polvorientas calles, estudiamos bajo la mirada tierna de la profesora Patricia Allende, Silvia Rebolledo o Jorge Pescovic. O el mismo director Lamas, quien, al igual que a muchos otros, me enseñó a jugar ajedrez en la Escuela “Campos de Batalla” o la Escuela Nº85.

Esos «hijos de esta tierra» somos los mismos que escuchamos un consejo del director Rojas o el Inspector Vergara en el Liceo Maipú, los que compramos “palomos” a la Sra. Ana en su carro afuera de la Escuela “San Martín”, o jugamos fútbol en las “canchas del cementerio”, siempre bajo la mirada del profe Saavedra.

Los mismos que íbamos a “Santiago” en la micro “Santiago-Maipú”, y más tarde por los buses municipales “Cerrillos” o “Pajaritos”.

Los que como yo, día a día veíamos “crecer” el templo Votivo hasta estar en primera fila para ver el intento fallido del helicóptero para poner la Cruz allá por el año 1974, o marchamos pidiendo un “hospital para Maipú”, un “metro para Maipú”, “el agua que no se vende» o «SMAPA es de los Maipucinos».

Los mismos que llegamos a las Poblaciones o villas de las empresas como La COPEC, la FIAT, la Pizarreño o la INSA (donde está mi familia).

Los mismos que llegamos desde las migraciones posteriores provenientes del sur y del norte. Fue como se construyó el Maipú de las y los trabajadores honestos, sacrificados, de esfuerzo: “la reserva moral” como dijera el Presidente Allende.

Estos maipucinos y maipucinas, deben levantar sus vistas y percatarse que “el emperador camina desnudo”, que nuestro Maipú camina hacia un vacío debido a la corrupción y hacia una bancarrota financiera, económica y ética.

Solo saliendo de nuestro espacio de “confort” y reconociéndonos protagonistas, actores primarios de los cambios que necesita esta comuna, comprometiéndonos en los cambios que precisa nuestro Maipú, podremos cambiar este rumbo.

Si por el contrario, continuamos pasivos seremos arrastrados juntos a nuestras familias a vivir (o sobrevivir) en un espacio inhóspito, inseguro, sin educación de calidad ni cultura, y lo que es peor: sin el agua necesaria para nuestras vidas.

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