Vale la pena de entrada preguntarse qué es ser de clase media hoy día en Chile.
La definición o alcance de esta pregunta puede ser difusa.
Pero atreviéndonos a explicarla, sin duda el cambio demográfico en Chile dotó paulatinamente a las nuevas generaciones ciertas ‘’seguridades’’ que nuestros padres y abuelos nunca soñaron tener. Recordemos que en ese proceso la pobreza se disminuyó casi cuatro veces en 30 años.
Esa independencia económica se transformó en una mirada menos dogmática sobre las cosas. Los chilenos nos pusimos más liberales en lo valórico y también en lo económico, en gran parte gracias al sentido de auto construcción de la expansión de la clase media.
Pero, ¿qué tiene que ver Renovación Nacional con esto?
Nuestro partido después de muchos años retomó posiciones en el radar político de Maipú. Gracias a dos figuras que permitieron que el proyecto por la clase media tomara carne y rostro: el diputado y presidente del partido, Mario Desbordes (de padres maipucinos); y nuestro concejal Alejandro Almendares Muller, primera mayoría comunal.
Renovación Nacional está conformado por varias alas, unas más conservadoras, otras más liberales, pero donde confluye la más grande diversidad cultural y social que ningún otro partido político en Chile.
Sin ir más lejos, el diputado Desbordes hace unas semanas compartía junto al senador Alejandro Guillier y el actual presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, en el aniversario número 60 del Liceo A109, del cual egresaron como alumnos de la educación media.
Este hecho es bastante inédito, ya que si hace un tiempo se revisaba los colegios del cual egresaban los presidentes o los líderes de la derecha chilena, ninguno se alejaba mucho de la zona oriente de Santiago.
En la figura del diputado Desbordes o la de Alejandro Almendares está implícita la ruta del esfuerzo chileno, del hacerse a sí mismo; una situación que es menospreciada por la izquierda chilena, que paradojalmente tiene menos orígenes populares (es cosa de leer los apellidos de los militantes de Revolución Democrática).
¿Por qué entonces la izquierda ya no interpreta mayorías?
En la década de los noventa, la derecha chilena dormía una larga siesta, cobijándose en su nicho y en el fanatismo post-Pinochet. Tan larga fue la siesta que recién a mediados de la segunda década de los 2000, no sólo comenzamos a ser competitivos en los votos, sino que nos transformamos en una mayoría social.
La izquierda en estos días vaga en la búsqueda de un Santo Grial, cometiendo los mismos errores de la derecha noventera: es decir, aferrándose a clichés o dogmas, incapaces de concederle a las personas o la sociedad civil su autonomía y ganas de salir adelante.
Sin la lógica del Estado protector, tampoco logran captar el profundo espíritu poco dogmático y libre de los chilenos que miran las cosas sin grandes apasionamientos, ni ceñidos a viejas fórmulas.
Renovación Nacional, representa a la clase media con su genuino discurso que está lleno de historias de hijos de obreros, y que fueron la primera generación que fue a una Universidad, o que lograron satisfacer sus necesidades materiales más inmediatas sin la intervención del Estado.
Dicho en pocas palabras, la materialización del «sí se puede».
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