Maipú y una mentira reconfortante – Columna LVDM

Era un lugar campestre, lleno de vida natural, pero lamentablemente ha mutado hacia una forma bastante distinta.

Siendo nuestra comuna la segunda más grande de Chile, con poco menos de seiscientos mil habitantes, diríamos que es un buen reflejo de nuestro país, pues tiene realidades socioeconómicas, geopolíticas y culturales muy parecidas.

Convengamos que además, su crecimiento en población ha sido sostenido, lo que no ha estado en sintonía con un despliegue arquitectónico organizado bien pensado.

En este sentido, Maipú ha tenido un crecimiento inorgánico, muy por debajo de lo que se podría haber esperado, considerando los recursos que dispone y la importancia de su realidad estratégica e histórica.

Si, existen aspectos políticos que no se pueden soslayar, es cierto, y que de seguro cualquier alcalde de color distinto al saliente, se viene a desayunar con sorpresas poco agradables una vez instalado en el Concejo. Sorpresas de las que creyó sabía durante su campaña, pero que distaban de la realidad.

A todas las personas nos ha pasado más de alguna vez en la vida, hablamos de algo como si fuéramos expertos, pero luego, arriba del caballo este comienza a corcovear, entonces nos damos cuenta que somos menos que novatos.

Otra cosa es con guitarra, habría dicho mi abuelo. Por eso, de no tener toda la información, la recomendación es no prometer lo que no se sabe si se puede cumplir. Además, nunca se puede dejar feliz a todo el mundo, tristemente siempre, alguien tendrá que sacrificarse.

De ahí la importancia de definir bien las prioridades, en todo orden de cosas, porque los recursos no son infinitos. Tal vez sea esto lo más difícil para un gobernante, porque las expectativas siempre van a estar por sobre la realidad y aquí es donde es bueno tener la pericia para aterrizarlas oportunamente, detenerse a la hora de una campaña política y pensar: «Es mejor una verdad que duela a una mentira reconfortante?». La mayoría de las personas que postulan a algún cargo político, pueden caer en la tentación de la mentira reconfortante, digámoslo. 

Supongo que así lo vio Juan Domingo Perón en Argentina en la década de los 70′, cuando dijo que las masas son ciegas y enamoradizas, se dejan llevar por lo que sus ojos ven hermoso y sus oídos escuchan como melodía.

En una campaña, decirles lo que sus oídos quieren oír, porque la masa no se tomará el tiempo de indagar para después poder cuestionar lo que políticos sin escrúpulos de forma irresponsable les prometen (populismo). Pero, qué trabajador o trabajadora tiene el tiempo de analizar, revisar, cotejar, si con suerte les queda tiempo para ocuparse de sus propios problemas? esos que el día a día les ofrece como desafío. Nadie, por eso, no queda otro camino en política que estar a prueba y error: «Elegir un gobierno y conforme lo haga, bien o mal, recién nos daremos cuenta si nuestra elección fue o no la correcta», aun cuando ya sea demasiado tarde.

Volviendo a nuestra comuna, al menos desde mi perspectiva, es evidente que hemos recibido un castigo con las últimas dos administraciones municipales, bofetadas bastantes dolorosas. Por un lado, asuntos de corrupción y por otro, derroches inaceptables de recursos. No sé que es peor, corrupción me dirán, pero, en términos generales, el mínimo como un denominador entre ambos es el mismo, pérdida de recursos.

La corrupción es repudiable, pero también lo es el mal uso de los recursos, porque en ambos, las únicas que pierden son las personas de la comunidad afectada. En ambas situaciones, es dinero que se pierde, en perjuicio de las necesidades urgentes de la comunidad.

En el caso de esta última administración municipal, es evidente, se ha aplicado una mirada empresarial en varios aspectos, menos en la eficiencia y, se ha notado de manera grotesca porque, por ejemplo, para deslumbrar a la comunidad, han utilizado una vieja técnica empresarial, marcar pequeños hitos en el año, insignificantes, que no resuelven problemas de fondo, pero eficaces por su alto impacto visual en momentos propicios, aunque después de eso, no quede nada trascendente que rescatar. 

Y si, funciona, esta comprobado, pero sólo de manera temporal, es como pan para hoy y hambre para mañana; si no, pregúntenle a Macri y como se hundió en los últimos comicios.

La gente tarde o temprano reacciona y se da cuenta que el Ferrari que le vendieron en campaña, no es otra cosa que un Marutti remozado en cartón, que luce bello, pero que a la postre no es más que una ilusión óptica de tiempo reducido. Es en ese instante, cuando al político de la «mentira reconfortante» se le acaban los créditos y por tanto el período.

 

Ilustración: Jacopo Comanducci

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Miguel A. Camiletti

45 años, tres hijos. Ingeniero en Informática, emprendedor maipucino.

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