Marita es argentina y llegó a Chile hace 18 años. Antes de eso ya llevaba 7 viviendo en Estados Unidos junto a su familia, pero decidieron venirse a Chile porque su marido, Osvaldo, con el que lleva 30 años casada, es de acá.
Al principio les costó adaptarse al cambio, sobre todo siendo extranjera, asegura la mujer. Cuando recién llegaron a Chile arrendaron una casa en Los Héroes, y con la técnica que le enseñó su suegra, la mujer argentina comenzó a hacer pan amasado.
Irónicamente, su marido se dedica a la cocina argentina y Marita a la chilena. La milanesa de Osvaldo, según su mujer, es mejor que la que se come en el país trasandino, y la cazuela de Che Marita es casi legendaria en el sector.
Hoy, Marita tiene dos hijas y dos nietos, y un negocio ubicado en Primera Transversal 2300, en Maipú, que se ha ganado el paladar de la comunidad: La Che Marita.
¿Cómo empezó tu gusto por la cocina en general? ¿y la cocina chilena?
Desde que tengo 8 años me he dedicado a la cocina por la crianza de mi madre, mi abuela mis tías… Es algo que siempre me gustó. En Estados Unidos mi mamá tenía un buffet y trabajé ahí con ella un año. Después de eso me independicé y empecé a vender comida en la calle, en Miami.
Así estuve 7 años hasta que llegué a Chile, donde mi suegra me enseñó primero a hacer pan amasado y después, de a poco, empecé a aprender a hacer comida chilena.
Cuando yo repartía comida la gente de la Municipalidad me decía “Marita, ¿por qué no cocinas tal cosa?¿por qué no haces esto otro?”. Al fin y al cabo yo trabajaba todo el día porque en la mañana salía con pancito amasado, al mediodía con colaciones y en la tarde llegaba a mi casa a amasar para salir con la once.
¿Cómo fue ese proceso de acostumbrarse a Chile?
A mí me fascina Chile, estoy feliz acá. De hecho cuando viajo a Argentina no duro más de 15-20 días. Hace algún tiempo estuve casi 3 meses porque falleció mi mamá, pero fuera de eso, cuando voy de vacaciones y a ver a mi familia no puedo estar mucho tiempo.
Yo amo Chile y amo lo que hago acá, amo cocinar.
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¿Cuándo decidiste instalar un negocio físico?
Bueno justo en ese tiempo, por el 2005, varias personas me empezaron a pedir que pusiera algo físico cercano a la Municipalidad. Ahí empezamos a insistir con el tema del Mercado Municipal porque era lo más cerca.
Recién en el 2008 me dieron un local en el Mercado Municipal, cuando estaba Undurraga, y antes de eso lo trabajé todo en la calle haciéndome mi clientela, y una vez que nos instalamos en el mercado empezaron a venir de a poco.
Ahí el local era chiquito y entraba poca gente, entonces empecé a insistir por otro local que quedaba justo al lado y estaba vacío, y ese me lo dieron como a los 6 meses. Ahí ya tenía un comedor más amplio y llegaban alrededor de 60-70 personas diarias.
¿Cuáles eran los menús en ese tiempo?
Hay tres platos que siempre hay: pollo, legumbres y cazuela, que he hecho toda mi vida. Hago cazuela hace 17 años, los 365 días del año, invierno y verano, porque dicen que es una cazuela exquisita. Yo he ido a comer a otros lados y no hay cazuela como la mía. Hay gente que viene del sur y me dicen que les recordó a su abuela, a su mamá…
En Argentina hay algo parecido que se llama puchero, que es una sopa, pero lleva más verduras, se come seco y el caldo aparte… Entonces aprendí acá el sabor, le fui tomando la mano y a la gente la ha gustado. Lo mismo para los porotos con rienda o porotos con mazamorra.
De todas formas siempre he tenido variedad, a mí me gusta variar mucho en la cocina, inventar y variar el menú, porque hay muchos locales donde tienen la misma comida toda la semana y la gente se aburre. Acá hacemos de 5 a 6 platos todos los días.
Acá cocinamos todos los días, la comida siempre es fresca, yo no cocino de un día para otro…
¿Cuándo se fueron del mercado y montaron el local independiente?
Cuando quisieron reinventar todo el tema del mercado nos iban a pasar a uno provisorio y a mí no me gustó para nada esa idea, entonces empecé a buscar por otros lados y justo se dio la casualidad de que el local en el que estamos ahora era de la hija de un matrimonio que eran clientes míos desde que empezamos en el mercado.
Ellos iban a comer casi a diario o mandaban a buscar la comida, y cuando les pregunté sobre este local me contaron que era de su hija, y ahí automáticamente tuve las puertas abiertas porque este local fue antes también de comida… Así que tuve suerte y no he tenido ningún problema.
Acá yo ya llevo 4 años y ha funcionado todo bien.
¿Y cómo fue el periodo de estallido social y la pandemia para La Che Marita?
Eso sí fue muy complicado. Yo arriendo este local y arriendo mi casa… Doy gracias a Dios que tengo dos arrendadores excelentes y de mucho corazón porque, de verdad, en la pandemia me daba solo para comer. Estuve muy complicada en todos los ámbitos, cuentas, agua, luz, todo ese cuento… Pero el tema era no morirnos, y no cerrar el local. Entonces nos daba para seguir trabajando y para que la gente misma no se quedara sin comida, hay mucha gente que depende de nosotros para almorzar y todo ese tema.
De hecho estuvimos cerrados todo junio del 2020 y mi hija de 29 años nos ayudó a pagar los gastos de la casa, porque ella trabajaba en otra cosa y lo que más nos importaba era cuidarnos, y ya después en julio abrimos de nuevo.
Durante la pandemia una chica venezolana nos ayudaba aquí trabajando, luego ella se fue y ahora tenemos a un chico peruano y a otro boliviano. Y el delivery es venezolano, así que tenemos de todos los países: Argentina, Chile, Perú, Bolivia y Venezuela. Somos como una familia ya.
Bueno ahí con la pandemia subsistimos hasta que empezamos a abrir de a poco las puertas, pero no se podía comer adentro por el tema del aforo así que ahí empecé con el delivery.
Ahí ya en septiembre empezamos a funcionar full y hace unos meses el Canal 13 nos dio una inyección importante de clientes, hubo semanas donde tuve que abrir de lunes a lunes incluso. Fue gracias a que caímos en el primer programa de Sabor Capital.
En ese sentido, ¿la tecnología ha ayudado a que La Che Marita crezca?
Mira yo tengo el número de todos mis clientes y hago una difusión diaria, donde hay aproximadamente 300 clientes, no todos piden… pero la mayoría se maneja por ahí, por WhatsApp.
En el Instagram no me daba el tiempo de subir cosas todos los días, pero de vez en cuando subo cosas y eso se conecta automáticamente con Facebook, y obviamente también me ayuda un poco.
Y ahora además tengo a una sobrina que se dedica exclusivamente a las redes sociales, entonces yo estoy dedicada a la cocina y a la clientela que viene acá a diario.
¿Cómo ha impactado el tema de la inflación en tu negocio?
Yo siempre trato de mantener un precio. La inflación de ahora nos afecta, pero eso no significa que yo aumente el precio. Gano menos que antes, pero yo no le puedo subir el precio a las comidas si a la gente no le suben el sueldo. Yo tendría que vender a 10 mil pesos el plato… Pero, ¿quién va a comprar un plato por 10 mil pesos? Por más que venga con la ensalada, con pan, con pebre… No hay bolsillo que aguante 10 mil pesos diarios. Yo creo que el precio de 6 mil a 7 mil lo subí hace unos 9 meses atrás y ahora lo tengo pegado.
Pero por ejemplo el aceite se fue a las nubes, el arroz, las verduras…
Estoy ganando menos que antes pero no puedo subir los precios. En el 2005 el plato costaba 2.500 pesos, en el 2010 costaban 5 mil, ahí me quedé pegada mucho tiempo hasta hace poco.
Nosotros siempre damos platos abundantes, muy contundentes. Hay un matrimonio que viene acá y se comen un plato que comparten entre los dos, y ambos quedan bien… Los platos dan para dos personas.
¿A qué hora empieza tu día para que funcione La Che Marita?
A las 8:30 llegamos al local con mi esposo. Ahí tomamos desayuno y los chicos que nos ayudan llegan como 8:45 o 9:00, ahí terminamos de desayunar y arrancamos para ponernos a cocinar todo.
A las 12:30 ya está abierto al público, ahí se puede pedir delivery, venir a retirar la comida o comerla acá mismo.
¿Dónde consiguen ustedes sus productos para preocuparse de que sean de buena calidad y sean un aporte para sus preparaciones?
Marita: Las verduras las compro en el mercado y aquí a la vuelta también hay una verdulería que es de una señora con la que somos amigas hace mucho tiempo. El pescado que tenemos los fines de semanas se lo encargamos a un chico que lo trae de las ferias libres, es un pescado que viene fresco.
Osvaldo: Él nos llama tipo 2-3 de la mañana y nos cuenta qué pescados hay y a qué precio, y dependiendo de eso nosotros le encargamos cierta cantidad de tal o tal pescado. Nosotros sabemos que más fresco, imposible.
Marita: La carne para la cazuela me la trae un proveedor aparte y el resto lo compramos en la carnicería Río Bueno, de ahí ya somos clientes frecuentes.
¿Qué les gustaría destacar a ustedes de su propio local?
Marita: A mí me gusta mucho el ambiente que se genera. Yo tengo mucha confianza con mis clientes, los conozco, me sé la vida de muchos, a veces me siento con ellos en la misma mesa que ellos a conversar. Hay mucha gente que me ve y nos saludamos de beso. Hace un tiempo, como falleció mi mamá, mucha gente vino a darme el pésame, a abrazarme y todo eso. Yo creo que eso es lo que más le gusta a la gente, el hecho de ir a un restaurante y que haya cariño.
Yo ya me sé lo que come cada uno y me sé el nombre de casi todos mis clientes.
Che Marita: Un clásico que debes conocer
El día de ayer (7 de julio) la Marita tuvo a disposición de los comensales 7 opciones. Cada plato, incluye pan, pebre y ensalada. Lo más costoso ($8.000) es la mítica cazuela de vacuno. Por $7.000 podías elegir Milanesa de pollo con agregado, guatita a la jardinera, pollo asado con agregado. Para vegetarianos, o si quieres una opción más económica, por $6.000 ofrecían porotos con rienda, tortilla de porotos verdes o berenjena napolitana.
Puedes encargar comida o pedir el menú del día vía WhatsApp en este número: +56 9 5188 4785. Suelen atender de lunes a sábado