Opinión: Viviana Delgado, el cantinfleo y una diputada que no entiende la magnitud del error cometido

Un reportaje de CIPER develó un hecho que, al tenor de las pruebas exhibidas, es indesmentible: un grupo de diputadas y diputados donde aparece mencionada Viviana Delgado y Claudia Mix han facilitado las tarjetas que la cámara les facilita para cargar combustible en los autos destinados a su traslado.

La situación pegó con fuerza en el distrito 8, que incluye entre otras comunas a Maipú, pues dos de nuestras ocho diputadas aparecen sorprendidas en la práctica.

La información levantó todo el polvo mediático esperado y Claudia Mix (COMUNES) y Viviana Delgado (PEV) intentaron zafar de la situación. Sin embargo, analizadas las respuestas, Delgado es quien aparece más complicada con la situación.

Viviana Delgado: A lo Cantinflas

Viviana Delgada anda cantinfleando

La Diputada Delgado cometió varios errores que denotan inexperiencia. Se arriesgó a contestar las preguntas de CIPER y exhibió una capacidad enorme de «cantinflear». El cantinfleo, por si alguien no lo sabe, es un verbo inventado en honor a Mario Moreno, el actor mexicano que dio vida al personaje cómico conocido como Cantinflas.

Cantinflear es, en la práctica: «Hablar sin comunicar nada útil o con frases incoherentes y absurdas». Y Delgado dio clases en ese sentido.

Porque en su afán de responder a CIPER reconoció que no maneja y se excusó diciendo que «Hace muchos años yo casi choqué y no he podido volver a tomar un auto». Además, con la meta de mostrarse proba reconoció que no tiene chofer (si no maneja, es obvio que debería tenerlo) y confesó que su marido es quien presta el servicio no solo a ella, sino que al equipo.

CIPER iba por una y terminó con dos: «¿el congreso sabe que su marido es parte del equipo, pero ad honorem?», le preguntaron de vuelta a lo que rápidamente respondió que su marido no es parte del equipo.

Es decir, la mueve a ella y surte bencina con una tarjeta que pagamos todos los chilenos, mueve al equipo de la diputada por el territorio y viaja a Valparaíso, pero no es parte del equipo.

Pero quizás lo más grave que dice la Diputada es que «con el sueldo que yo gano, yo creo que no necesito estar pagándole a un chofer, si mi esposo puede hacer ese favor de llevar a mi equipo o trasladarme a mi, no veo el problema». Su mayor debilidad es precisamente esa: su incapacidad absoluta de ver el problema.

Con el reportaje publicado y las redes sociales incendiadas. Con la empresa WOM aprovechando la noticia para sus siempre ingeniosas campañas de marketing, Delgado intentó -una vez más- despercudirse del problema. Aunque -al tenor de la respuesta- se infiere que seguía sin entender el problema.

Caso Bencina

«Como muchas mujeres en Chile, me ha tocado postergar metas en la vida por haber sido mamá y cuidadora; una de ellas es tener licencia de conducir. Lo intenté una vez años atrás, pero no fue una buena experiencia. Algo positivo que rescato de esto es que me he propuesto cumplir con este desafío», dijo en su cuenta de Facebook.

Horas antes a CIPER le confesaba un casi choque como el motivo de su alejamiento con la conducción de vehículos. Horas después el no tener licencia tenía que ver por haber sido mamá y cuidadora. La versión de Delgado, cuestionada a esas horas en su confianza, comenzaba a mostrar inconsistencias: un manual de lo que no se debe hacer en esos momentos.

Equipo de Viviana Delgado en entredicho

La reacción del equipo político de Delgado tampoco era la mejor. Su jefe de Gabinete: Marco Soto, vecino de Maipú y exMilitante de la DC tampoco parecía comprender el asunto.

En sus redes sociales, en vez de decir que buscarían aclarar (lo dijo en los comentarios de la publicación solo después de ser increpado por una usuaria) daba las gracias a «Mauricio, esposo de Viviana, quien nos conduce por nuestro distrito en forma gratuita y nos permite ahorrarnos el costo de un chófer». Nadie, en la publicación le recordó a Soto que él y el equipo no son conducidos de forma gratuita: la bencina se la pagamos nosotros.

Es decir, el jefe de las relaciones políticas de la exdirigenta medioambiental, tampoco entendía el daño que hicieron. Porque acá -y eso es lo que Delgado se niega a ver- poco importa si la bencina que colocaba el marido con plata de todos los chilenos era para moverlos por el distrito o llevarlos a almorzar a San Antonio.

La encuesta CEP número 86 publicada en junio de este año mostró que la cámara de diputados y diputadas es la segunda institución en que las chilenas y chilenos más desconfían. Apenas un 10% le tiene confianza. El primer lugar del ranking de la desconfianza lo ocupan los partidos políticos con un 4%.

El daño de Delgado, Mix y CIA está hecho. Al menos a nivel de confianza. La gente no quiere escuchar, en momentos de estrechez económica que el marido de Viviana Delgado usa tarjetas pagadas con fondos públicos para cargar combustible. Y la gente tiene derecho a indignarse: la exDirigenta Social tiene una dieta bruta mensual de $7.012.388 pesos.

Viviana Delgado llegó al parlamento luego de varios giros en su pensar. Hace no mucho en las últimas elecciones municipales de Maipú, logró una sorpresiva votación centrando su campaña en el valor que tenía para ella «ser independiente y no militar en partido político alguno». Tras la derrota, hizo cálculos y descubrió que con los votos que obtuvo no alcanzaba para ser alcaldesa de Maipú, pero le daba para ser Diputada. Pero para ello, debía cobijarse bajo el manto de un partido político.

Fue el Partido Ecologista Verde quien le dio el cupo y ella ganó su escaño en calidad de independiente. Sin embargo, a los meses se le vio llamando a la gente a firmar por el PEV. El 3 de febrero de 2022 el partido fue disuelto ante sus magros resultados electorales. En poco tiempo la independencia dejó de ser importante para Delgado y no sólo eso: llama ahora a militar.

Es por ello que la situación de Delgado movió las aguas al interior del Partido Ecologista Verde. En pleno proceso de conseguir firmas, que una diputada de la tienda aparezca con el marido cargando bencina, es perjudicial para el fin.

Pablo Riveros, ecologista que ha ocupado distintos cargos, publicó en sus redes sociales que apoya a Mauricio (como si el problema fuera el marido de la diputada).

Riveros ha sido, de momento, el único militante del PEV que parece haber calibrado el tenor del error

«Con la exposición mediática presente y la confianza que deposita la gente en las autoridades, no es un error trivial el que un familiar no contratado por la cámara utilice tarjetas a cargo del congreso. Aclaro que no existe mala intención ni aprovechamiento, pero no es un mero error, pues la corporación entrega fondos para la contratación de personal profesional calificado y que debió haber previsto la prohibición, más que un chófer se extrañó la asesoría legal de alguien que conozca la reglamentación de la cámara», publicó.

Además Riveros sincera que el caso afecta al partido: «no podemos desconocer que la situación afecta al PEV, que en plena etapa de inscripción se verá cuestionado en redes sociales y prensa por lo sucedido. Habrá que estar atentos a aclarar que no existió mala fé, es un error que no se repetirá y se corregirá. El PEV no incidió ni incide ni probablemente incidirá en la construcción de equipos parlamentarios, lo que nos puede a simple vista desligar de lo sucedido, pero también la responsabilidad de la decisión nos trae, como un búmeran, a ser también responsables».

Riveros como buen político hábil blinda a Delgado y parece buscar que sea el equipo de la Diputada el que pague los costos del «amateurismo». Porque el ser «amateur» puede sonar lindo, y hasta épico en código de Bielsa, pero lo cierto es que la cámara de las diputadas y los diputados, hoy necesita personas que logren anticipar situaciones y, en caso de verse enfrentados a líos mediáticos y de confianza, no arrastren a la diputada a un terreno más pantanoso del que ya está.

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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