Los últimos días el Colegio San Leonardo ha estado en boca de toda la comuna por diversas informaciones que han circulado: morosidad, venta del colegio, cierre. Algunas de ellas serían ciertas, otras no.
La sostenedora y directora actual del establecimiento, Ariela Alcoholado, hija de la fundadora, accedió a darle una entrevista a LVDM con el objetivo de aclarar el proceso que vive el proyecto educativo del San Leonardo hoy y su futuro.
San Leonardo en crisis
Para entender el proyecto detrás del colegio San Leonardo, es necesario remontarnos a los años 80’, plena dictadura en el país. En ese momento, Carmen Sepúlveda decidió la construcción de un proyecto educativo libertario, que partió en una pequeña sala de madera.
¿Qué significa para ti el proyecto del San Leonardo?
El amor por la educación es algo que se hereda, que se vive. Esto para nosotros nunca ha sido un negocio, una empresa, al contrario, hemos sido siempre tremendamente cuidadosos en que esto siempre sea un espacio, primero, de dignidad para sus estudiantes y trabajadores. Siempre.
¿En qué han hecho énfasis para generar esas condiciones?
Hemos fomentado la sindicalización de los trabajadores, tratando de darle las mejores condiciones a ellos y eso te lo digo porque este es un colegio caro. Y es un colegio caro porque trata de pagarle lo mejor posible a sus profesores. El 80% del egreso es sueldo de ellos y ese 20% que queda es para pagar créditos, pagar infraestructura, pagar todo lo que significa tener un colegio.
Y ¿qué está pasando con esos dineros?
Después del estallido social, donde fuimos muy activos nosotros como comunidad educativa, con nuestros estudiantes, se generó una morosidad muy importante. Nuestros padres son microempresarios, son emprendedores. Y ayudamos a muchos papás en eso: condonamos, becamos; o sea, hicimos un esfuerzo por los papás, pero nos afectó económicamente.
¿En qué se traduce esa afectación económica?
Se nos fueron más de 55 estudiantes durante el año pasado. Y pasamos de una matrícula de 722 a una matrícula actual de 625; es decir, casi 100 niños se nos han retirado de diciembre a ahora. Eso es muchísimo dinero, muchísimo dinero que no entró más y que el colegio tuvo que hacer frente, por ejemplo, sin reducir planta docente pero sí los ingresos de sus trabajadores, que fue de un 22% promedio, sin cuyo esfuerzo se habría hecho mucho más complejo.
¿Eso es considerando estallido social y pandemia?
Claro, viene la pandemia y eso es lo que nos termina por aniquilar, porque efectivamente el colegio tiene una alta morosidad desde marzo.
¿De cuánta morosidad estamos hablando?
Nosotros abrimos un fondo de becas de 120 millones de pesos, pero la morosidad aumenta, aumenta y aumenta, y de manera exponencial: marzo un índice, abril 10% más, mayo 10% más. Y empezamos a mirar la crisis económica que se venía, no para nosotros, sino globalmente, y a proyectar el déficit que ya teníamos, que era muy alto: te estoy hablando de 200-300 millones de pesos que, a diciembre, se proyecta como un déficit de 1.000 millones, porque sabíamos que se iban a retirar más estudiantes.
¿Y cómo abordaron dicha morosidad y salida de estudiantes?
Buscamos la forma de sondear con nuestros padres si continuaban en el colegio. Hicimos encuestas, donde 178 personas nos dijeron que se quedaban, de 600; y 400 decían que se querían quedar, pero son personas que tienen deudas muy importantes con el colegio, por lo tanto, es poco probable que puedan seguir pagando.
En dicha situación, ¿qué alternativas empiezan a barajar?
Cuando estamos mirando esta situación, que estaba muy compleja, hicimos un cambio de escritura, a finales de abril. Esto es algo que ha traído mucho ruido y voy a tratar de explicar.
Nosotros teníamos pedido un crédito muy alto en el colegio, que estábamos pagando y nos dimos cuenta que no podíamos seguir financiando. Todos nuestros ingresos los estábamos dirigiendo a sueldo de profesores, dejando de pagar, incluso, la luz. Entonces, traspasamos ciertas propiedades del colegio a otras empresas asociadas de la familia, para que estas continuaran pagando ese crédito y nosotros, ante una eventual quiebra, no perdiéramos esas propiedades donde, entre otras, está el Jardín Infantil que es donde proyectamos continuar de 7° a 4° medio.
Entonces, ¿es falso que el colegio está vendido?
Claro, te desmiento que el colegio está vendido. Sin embargo, hoy por hoy, lo estamos tratando de vender porque es la única forma de pagar todo el déficit para atrás, pagar las indemnizaciones, pagar los créditos y poder recomenzar el proyecto en otro lado, que significa inversión.
No tenemos más opciones.
Y, ¿qué piensas de los rumores que se han estado difundiendo?
Si tú me preguntas, aquí hay una crisis de confianza tal, que me da mucha pena. Yo entiendo y comprendo la rabia de los papás, lo entiendo porque siento que le tenían cariño y reconocimiento a este espacio; pero no entiendo la crisis de confianza, de dudar de las cifras que el colegio entrega. Imagínate que yo abriera esos datos, jamás lo haríamos, nunca lo hemos hecho, porque son datos confidenciales de las familias, pero me lo están pidiendo.
Que demuestres…
Con nombre y apellido qué familia debe, porque los voceros de apoderados hicieron una encuesta, donde dicen que 300 personas no deben nada y eso es falso. Hoy nuestra única seguridad es la que nos dan las, aproximadamente, 139 familias que están sosteniendo el colegio, que pagan mes a mes o que pagaron al contado el año.
Sé que los papás no tienen la culpa de no pagar, estamos en una crisis mundial, lo entiendo, pero no entiendo la crisis de confianza. Nosotros hicimos varias reuniones. Desde noviembre del año pasado a esta fecha hemos tenido 3 asambleas con los papás, ha habido 4 circulares donde se les han mostrado todas las cifras. Nosotros, en abril, dijimos claramente «papás, estamos en crisis»; la segunda comunicación es «papás, estamos peligrando»; la cuarta comunicación «no estamos viendo viable este proyecto». Con esto te quiero decir que es difícil que alguien diga «yo me enteré ahora», porque lo veníamos diciendo.
¿Habría, también, un problema de confianza dentro de los mismos apoderados, de no querer reconocer que son parte de la crisis del colegio?
Yo no quiero responsabilizar a los padres.
Lo que te quiero decir es que este es un colegio privado, que funciona en base a la matrícula que tiene y a los ingresos que tiene. Si se van 200 niños, son $600 millones de pesos menos en tu flujo anual; si tienes una morosidad de casi un 50%, es una matemática básica cuando tienes una planilla de sueldos que vale tanto. Yo tengo que cubrir mi planilla, mis mínimos; sería irresponsable que yo dijera «démosle el próximo año».
No tenemos posibilidad de achicar el colegio y hacer un curso por nivel porque eso significaría despedir a 40 trabajadores y esos son 300 millones de pesos en indemnizaciones, que hoy día tampoco tenemos.
Entonces, ¿la única alternativa es vender?
No hay otra y nos duele.
Además, este es el peor momento del mundo para vender, en medio de esta crisis económica, pero estamos intentándolo.
Y ¿esta sería la primera vez que intentan vender el colegio?
No, desde hace tiempo venimos tratando de vender este terreno, porque yo quería cambiarme de casa con el colegio; queríamos comprar una parcela, hacer un colegio sustentable, con invernadero, con patio, porque de la infraestructura los padres reclamaban mucho, porque no hay donde estacionarse, porque sienten que no vale la plata. Pero, ahí no está puesto el foco para nosotros, sino que en los profesores y en brindar una educación de calidad.
Bueno, mi sueño personal y por lo que estuvimos luchando hace dos años era cambiarnos, trasladar el colegio a una parcela, lo que fue imposible porque era muy caro y fallaron todas las negociaciones que tuvimos con inmobiliarias porque no nos daba.
Ese es otro de los rumores que andan dando vuelta, que hay un anteproyecto inmobiliario ingresado…
Eso es real, y se lo dijimos a los apoderados en nuestras últimas asambleas. Teníamos que presentar un proyecto a la municipalidad, para que una inmobiliaria se interesara y así si se podía vender el colegio y trasladarnos.
Yo tengo toda la propuesta que le hicimos a la Banca Ética, que propone inversiones a innovación, educación y proyectos que sean éticos y sustentables, pero no fructificó. Y eso paró ese anteproyecto. Y ahora, cuando empezamos a mirar la crisis, tuvimos que retomarlo y lo empezamos a acelerar.
Entonces, ¿la posibilidad de continuidad del proyecto depende netamente de la venta de este terreno?
No, a ver, sí y no. Nosotros tenemos esas dependencias, que no son todo lo que quisiéramos, pero si se quedan los niños de 7° a 4° medio y podemos acondicionar las salas rápidamente, en caso que no vendamos el terreno, lo vamos a hacer.
Nosotros lo que queremos es que menos niños queden sin colegio, estamos haciendo los esfuerzos y vamos a hacer todo lo posible para acondicionar ese espacio.
Y, ¿con cuántos niños estiman sería viable la continuidad del proyecto?
120 niños. Es muy difícil que se pueda sostener con menos de 120 niños.
Eso implicaría un proyecto pequeño.
Volveríamos un poco al inicio de este colegio, que partió con una sala de madera; volveríamos a ser un colegio pequeño y no sé si vaya a crecer mucho más. La idea es que siempre sea un curso por nivel, tratando de personalizar todo lo que podamos la educación, que ha sido un sello nuestro.
¿Eso dejaría a cuántos estudiantes sin colegio?
En estos momentos tenemos 625 niños, esta semana se nos han ido cerca de 10. Sólo esta semana. Los niños que están quedando sin colegio, y en eso tienen que ser rigurosos los medios, son 327, no 600. 327 que nos duelen.
¿Han realizado alguna gestión para esos estudiantes?
Personalmente, he llamado a todos los colegios que he podido para preguntarles cuánta matrícula tienen, les he mandado comunicaciones a los padres contándoles. O sea, hemos hecho esfuerzos para decirles «no te dejé, estoy contigo buscando». Y, como cruzada personal, estoy haciendo lo mismo con los profesores.
La decisión de continuar con Media, y no con Básica, ¿a qué responde?
Responde a varias cosas. Primero, la Básica no me cabe allá, son muchos más niños que en Media. Segundo, porque, hasta que no haya vacuna para la pandemia, va a ser muy difícil el tema de los niños más pequeñitos y no sé cuánto tiempo se pueden sostener las clases por Zoom a cierto valor económico. Con los niños más grandes el plan es distinto: se pueden dividir en grupos, respetar espacios, estar con la mascarilla; les va a costar, no es fácil, necesitan abrazarse también, pero es más manejable, pensando que esto vaya a durar un año más.
En este punto vuelve a quedar de manifiesto la tensión en el pago de la mensualidad.
El tema de la cobranza en los colegios privados es bien complejo, porque los padres dejan de pagar, también, cuando dicen «yo contraté este servicio y tú me estás dando este otro”. A su vez, los padres han dicho que cobramos pésimo, pero ellos no saben que no se puede mandar a Dicom por morosidad en el colegio; nosotros, antes de que saliera esa ley, tampoco lo hacíamos. Creemos que no se puede dejar a un niño sin clases porque no ha pagado, que son cosas que algunos padres me han dicho.
¿Es parte del sello que ustedes quisieron imprimir a la comunidad educativa?
Claro, 149 familias becadas, son 120 millones de pesos y no son becas sólo de ahora, son becas de toda la vida. Este colegio toda la vida ha becado, harto.
Y ¿cómo pretenden armarse en infraestructura en este eventual proyecto en el terreno del Jardín Infantil?
Lo único que hemos hecho los últimos años es gastar e invertir en infraestructura: en biblioteca, en mobiliario, una cancha que hicimos en febrero de este año, que ni siquiera alcanzamos a usar y que nos salió 15 millones de pesos, una casa que compramos el año pasado y nos costó 200 millones de pesos. Pero, yo no tengo espacio allá para tener una cancha, así que va a ser todo un desafío dónde ponemos el foco: ¿en la infraestructura o en la calidad de los profesores que te están dando una educación como la que tiene este colegio y con este sello?
Y ¿eso estaría dependiendo de la Seremi (de Educación)?
Claro, porque la única forma que funcionemos es de 7° a 4° Medio y creo que ahí nos podría ir bien. Ahí yo espero que el Ministerio haga excepciones cuando estamos hablando que queremos dar continuidad al menos a 150 niños.
¿Y cuál es la posición que se ha asumido desde el Ministerio en esta situación?
Yo he escuchado ganas de ayudar. Ya nos contaron que esta situación se veía a venir, de aquí a fin de año, en muchísimos colegios en todo Chile, que ellos ya lo saben. Por lo tanto, están buscando salidas y soluciones, pero siento que hay cierta voluntad, sobre todo, de mediar con las familias.
¿Eso habría sido en la reunión entre la SEREMI y ustedes?
Sí, reunión donde estuvieron los delegados de cada curso del colegio, el Secretario Regional (Ministerial) de la Zona Poniente, el abogado, dos asesores jurídicos de la Municipalidad con una apoderada, profesores.
Después de esa reunión, ¿ha mejorado la comunicación con los apoderados?
No, sigue todo muy tenso. Nosotros damos la información oficial y siguen dudando, incluso aclaramos frente al SEREMI que no hemos vendido el colegio. O sea, como te digo, la crisis de confianza es muy importante. Los papás están diciendo que se enteraron por un correo, cuando nosotros hicimos una Asamblea General para informarles y, después, al otro día, se hizo un comunicado oficial de lo que habíamos dicho.
¿Cuál es el mea culpa que harías sobre el proceso?
¿Llegamos tarde al comunicado? Sí, llegamos tarde. ¿Nosotros deberíamos haber informado el 30 de junio a los papás? Sí, lo deberíamos haber hecho. ¿Por qué no se hizo eso? Porque esperábamos que los padres regularizaran el pago con el correr de los meses, pero esto no ocurrió y, además, porque habernos apresurado habría afectado la posibilidad de terminar el año lectivo, cosa que hoy no está en duda. Entonces, hicimos todo tratando de resguardar los tiempos para terminar el año y que los papás pudieran matricularse en otro lado. Al menos yo he llamado a 20 colegios y todos me han dicho que se va a extender el período de matrículas, porque hay mucha movilidad con todo lo que ha pasado.
Y ese también fue un llamado que le hicimos al SEREMI: tratar de extender los plazos porque esto nos va a pasar a todos, no solamente al San Leonardo, y yo también escuché que hay una voluntad en eso.
¿Crees que la SEREMI les va a autorizar? ¿hasta cuándo tienen plazo?
(Cruza los dedos) Estamos apurando. Ellos saben que es urgente, porque, además, si se demoran mucho, la gente va a buscar colegio y perderemos la posibilidad de dar continuidad al proyecto. Entonces, esos son nuestros esfuerzos día a día.
Bueno, también esa viabilidad depende de la venta de este terreno, para mejorar la infraestructura.
Sí, pero no lo quiero dejar tan cerrado a eso porque… bueno, no. Si no tuviésemos dinero en ese momento para construir y la gente quisiera adaptarse, quizás podríamos. Entonces, lo que vamos a empezar a hacer es llamar uno a uno, de 7° a 4° medio, para saber quién quiere y se suma a este proyecto.
¿Es partir de cero, nuevamente?
Sí, y es algo que me gusta. Es un duelo atroz porque esta es mi casa; es mi hermano chico, en un momento fue mi mamá, después que ella murió, y desde hace 10 años que es mi hijo. Entonces, hay un duelo muy tremendo, pero, también, una oportunidad de comenzar de cero con el origen, con un origen no centrado en la infraestructura, donde hay un tema comunitario distinto, donde hay un colectivo que lucha por su colegio. Eso se perdió y es responsabilidad nuestra retomarlo.