Óscar de la Hoz tiene 38 años, y hace cinco decidió dejar su trabajo como operador mantenedor en la empresa CCU para dedicarse a lo que más le gusta: tatuar.
Hace dos años vive en Pudahuel junto a sus tres hijas y su esposa, ahí tiene su propio estudio. Sin embargo, el maipucino pasó toda su infancia en el Museo del Carmen de Maipú, que le sirvió como una gran fuente de inspiración para lo que hace hoy.
Hace algunas semanas cumplió su sueño de tatuar dentro de aquella institución cultural, y hoy nos cuenta cómo llegó a ser conocido como “el tatuador que tatúa a puras mujeres”.
¿Fue tu infancia en Maipú una fuente de inspiración para dedicarte al arte del tatuaje?
Totalmente. Primero que nada porque soy nacido y criado en el museo (del Carmen de Maipú). Desde chico mi mamá y mis tíos trabajaron ahí, entonces yo siempre andaba corriendo entre los carruajes, viendo las distintas obras y corrientes. Toda mi infancia la pasé ahí junto a mis hermanas, de hecho, muchos de mis tatuajes son inspirados en elementos del museo.
Además yo estudié en la SOFOFA, ahí en Cuatro Álamos, entonces siempre pasaba por Pajaritos y veía distintos locales viejos de tatuajes. Ahí no me llamaba mucho la atención pero de a poco le fui agarrando el gusto.
Cuando más chico andaba por toda la comuna y ahí las calles de Maipú fueron como mi escuela porque empecé a graffitear, pero eran graffitis, no rayas, ojo (dice Óscar entre risas). Una vez me llevaron a las 25° Comisaría de Maipú por eso y me tuvo que ir a buscar mi mamá porque yo era chico.
¿Cómo fue que decidiste dejar tu trabajo más tradicional y dar un vuelco para ser tatuador?
Bueno hace diez años me dejé la primera embarrada en la pierna, así se parte. Yo tatuaba una vez por semana, con suerte, así uno parte. Yo soy ingeniero mecánico y estuve trabajando seis años en el área dedicada al mantenimiento industrial de CCU, uno pensaría que es algo totalmente distinto a lo que hago hoy pero gracias a mis conocimientos en ingeniería yo dejé mi trabajo.
Un día agarré una tabla Excel, empecé a calcular costos, gastos, ingresos, todo… Ahí me di cuenta de que me convenía salirme. Además siempre intento trabajar como tatuador de la manera más eficiente posible, eso también se lo debo a los conocimientos que adquirí estudiando.
¿Eres más feliz tatuando que en tu trabajo anterior?
O sea, lo que hacía antes igual me gustaba harto, pero sentía que mis logros dependían mucho de alguien que estaba más arriba que yo, un jefe. En cambio si eres independiente esos logros te los dan tus clientes directos, entonces depende mucho de cómo prestas tus servicios. Si le pones todas las ganas y el empeño, las personas vuelven.
De hecho ella va a volver (dice Óscar, refiriéndose a una clienta que se estaba realizando un tatuaje con él al momento de la entrevista). Sí, porque ya dejó una hora tomada para más adelante (risas).
Se ve que ya tienes a tu público objetivo conquistado con tus tatuajes, ¿siempre fue así o pasaste por algún momento más difícil?
No, claro que hubo momentos difíciles. Cuando aún tatuaba en Maipú en la casa de mi suegra tenía un estudio de 2×3 donde entraba la camilla, mi silla para tatuar y la mesa donde imprimía los tatuajes. De repente me frustré y dejé de tatuar por seis o siete meses, yo seguía con mi trabajo como operador pero las lucas no daban.
Sentía que no me salía lo que yo quería, que no estaba logrando lo que yo buscaba entonces sentía mucho frustración. Lo que me llevó a volver al tatuaje fue la necesidad económica. Pasé un momento muy brígido. El primer tatuaje que agendé después de eso era de 30 lucas y yo era el hombre más feliz del mundo con esas 30 lucas en el supermercado.
Ahí empecé a tirar para arriba y me empecé a enfocar mucho en el márketing, y aquí estoy ahora. Es un estudio como el que siempre soñé: de 50×50 mts^2 en el segundo piso de mi casa, con espejos, distintos ambientes y con buenas herramientas de trabajo.
Además de tu estudio, eres conocido por ser el tatuador que solo tatúa mujeres, ¿por qué tomaste esa decisión?
Yo sabía que si armaba un buen estudio, la gente le va a tomar el peso a eso y van a ver un espacio que no van a ver en ningún otro lado. Yo le di importancia a esos detalles.
Pero además sabía que tenía que sobresalir con algo, y elegí tatuar mujeres y hacer tatuajes femeninos porque es un nicho que está botado. Tú le preguntas a alguien por línea finas y no se ve mucho, todo es full color, realismo, pero ¿Quién hace tatuajes femeninos? Nadie.
¿Por qué dices que son femeninos? Si un hombre quisiera tatuarse algo así, ¿no lo tatuarías?
Obvio que sí, pero de todos los años que llevo tatuando, ningún hombre me lo ha pedido. Entonces es por estadística, los hombres me piden otro tipo de tatuajes y atiendo un hombre al mes, porque la verdad me gusta dedicarme al tatuaje más fino, no es por ponerle género, es solo una forma de tener mi sello.
Y es por lo mismo que te decía antes: el márketing. Yo cuando subo fotos de los tatuajes no muestro solo lo que tatué porque me importa cómo mi clienta se siente con el tatuaje, entonces les saco fotos más artísticas.
A veces les pido que traigan ropa linda o aquí les tengo tacones para sacar fotos más bacanes. Claro que si ellas no quieren, no se sacan las fotos y listo, no hay problema. Me han cuestionado mucho sobre las fotos que subo o las descripciones que les pongo, pero yo no trabajo para ellos, trabajo para mis clientas y si ellas vuelven es porque les gusta.
¿Qué proyectos futuros tienes?
Uno de mis sueños es tener un estudio en la playa, pero casi encima de las rocas, que se escuche el mar mientras tatúo.
Tengo otras ideas más cercanas pero no las puedo revelar todavía porque sigo trabajando en ellas.
Cami, ¿Cómo te sientes? (le pregunta Óscar a su clienta, y al escucharla decir que está todo bien, él continúa concentrado en su trabajo sobre la piel de quien decidió confiar en el tatuador Oz de la Hoz).
Si quieres ver el resultado final de este tatuaje, puedes chequearlo haciendo click aquí.