Una suerte de «ola de acoso sexual» se ha estado viviendo con la vuelta a clases 2022, donde alumnas e incluso profesoras han sido víctimas de acoso sexual por parte de jóvenes de distintos establecimientos de Maipú, Santiago y a lo largo de todo el país.
En este contexto, las estudiantes se han movilizado para exigir una Educación Sexual Integral que las ampare frente a estos casos de acoso y que se realice un trabajo significativo en las escuelas.
Casos de esta índole han sucedido en establecimientos como el Liceo Hannover de Maipú, y también otros de Providencia, como lo denunciado por estudiantes de liceos emblemáticos que sufrieron acoso sexual por parte de jóvenes del Liceo Lastarria, quienes en grupos de redes sociales estuvieron realizando un llamado a «violarlas en manada».
Marisol Suranyi González y Claudia Muñoz son sicólogas feministas expertas en enfoque de género del Centro Interdisciplinario de Mujeres CIDEM, lugar que «es un espacio que busca repensar y redefinir la forma en que la psicoterapia y la investigación en salud mental se ha hecho hasta ahora».
En CIDEM se encargan de realizar terapias, estudios, cursos, diagnósticos e intervenciones con perspectiva de género para combatir la violencia. Ambas profesionales analizaron el problema del acoso sexual en los establecimientos, los roles de género, las consecuencias de la pandemia en la salud mental en niñas, niños y adolescentes y las posibles soluciones en una entrevista con La Voz de Maipú.
1. Recientemente alumnas de Maipú, Providencia y Santiago se han manifestado exigiendo soluciones respecto a situaciones de acoso sexual que han vivido por parte de compañeros de colegio e incluso de otras escuelas, como en el caso del Liceo Lastarria , ¿cómo se explica que los jóvenes se respalden bajo el «humor» al realizar estos comentarios?, ¿por qué crees que se está viviendo una especie de «ola de acoso» en los colegios?
Desafortunadamente hemos visto que es bastante común usar como argumento “el humor” para desentenderse de la gravedad de las afirmaciones que se producen en diversos contextos; virtuales, en conversaciones cotidianas, etc., y eso responde a la cruda normalización de la Violencia Simbólica en contra de las mujeres, adolescentes y niñas. Esta forma de Violencia se encuentra instalada en nuestra sociedad, en la forma de humor, lenguaje o publicidad sexista, y está a la base de otras expresiones que se van presentando de formas más explícitas.
Actualmente, desde el feminismo en espacios de activismo, educación y en nuestro caso en el espacio terapéutico, estamos trabajando arduamente porque se visualicen todas las formas de violencia a fin de detener su ejercicio y avance.
Respecto a la violencia sexual particularmente, podemos mencionar un concepto emergente del feminismo como lo es la cultura de la violación, para explicar la sociedad en la cual vivimos, donde se banaliza, naturaliza y promueve la violencia sexual. Una cultura que justifica a quienes agreden y culpabiliza a las víctimas.
Resultado de esto, es como nos encontramos por ejemplo, con discursos que señalan que los hombres agreden sexualmente, a partir de impulsos propios de una naturaleza que no pueden contener, que las mujeres somos culpables de los ataques que recibimos, por provocar o buscar situaciones de peligro. Y que por ejemplo, es “divertido y picaresco” que un hombre lleve a una habitación a una mujer casi inconsciente. Banalizando lo grave y abusivo de la situación.
Es así que podemos encontrar fácilmente dinámicas en las cuales, por ejemplo un grupo de jóvenes considere normal y “divertido” hablar de una práctica tan grave como violar en grupo a una joven.
Consideramos además que ésta ”Ola de acoso”, podría verse como tal a partir de distintos factores
- Levantamiento de movimientos feministas dentro de contextos escolares y respuesta de quienes son reconocidos en un lugar de privilegio dentro de una sociedad machista, los varones. Aquí podemos reconocer lo señalado por Rita Segato, respecto a el ataque sexual como “moralizador” de parte de quien detenta el lugar de opresor y busca “volver al lugar” a quien desobedece el sometimiento al mismo. (Se castiga la desobediencia, el feminismo por ejemplo)
- Promoción y reproducción de discursos de odio como caminos posibles a seguir respecto a quienes piensan distinto, lo cual hemos podido ver claramente, sobre todo en lo ocurrido a niveles políticos en nuestro país de manera histórica y que hoy gracias a redes sociales se sociabiliza con mayor facilidad.
- Desnaturalización de la violencia y por tanto reconocimiento y denuncia de la misma. Con esto queremos señalar que no podemos tener claridad respecto de si hay un incremento en la cantidad de acosos en los establecimientos escolares o si hoy existen las condiciones de base para quienes han sido víctimas y hoy sobrevivientes de violencia, para denunciar y generar estrategias para ser escuchadas incluso a pesar de la nula respuesta inicial de las instituciones.
2. Algunos expertos comentan que la ola de violencia y acoso escolar se debe a los efectos del confinamiento de la pandemia, ¿es un factor a tener presente en el comportamiento de NNA (niños, niñas y adolescentes)?
En primer lugar, consideramos que una manera más atingente de hablar de la pandemia cuando señalamos este tipo de fenómenos es la “Crisis socio-sanitaria”, con esto queremos señalar que lo que sucede con la pandemia y el confinamiento, en nuestro país, es que se agudizan problemáticas que ya se encontraban presentes y que claramente pudimos observar en el contexto del estallido social.
En dicho contexto, la violencia de género, como otras violencias y desigualdades, lo que hicieron fue agudizarse y manifestarse de manera más clara.
En el caso de la niñez y adolescencia, se incrementaron las dificultades de salud mental, muches quedaron rezagades del sistema escolar al no contar con dispositivos y/o conexión a internet, hubo mayor reforzamiento de los estereotipos de género, donde fue a niñas a las que se les pidió desempeñar un rol más activo en las labores domésticas junto a sus madres o cuidadoras, que ya tenían una doble y triple jornada laboral y ahora se les sumaba el tener que apoyar en lo escolar a sus hijes.
Además de esto vimos como muchas mujeres, cuerpos feminizados, niñes y adolescentes tuvieron que seguir viviendo crudas situaciones de violencia, esta vez, sin poder escapar de este contexto, observando muchas veces como sus madres debieron aguantar y someterse más aún a las dinámicas violentas, por no tener como escapar de sus hogares.
Muchas personas que vivían con quienes le agredían sexualmente, pasaron a estar tiempo completo con estos, sin escapatoria o posibilidad de estar en otro escenario.
Y vimos también como muchas mujeres que perdieron su trabajo a partir de no tener con quien dejar a sus hijes, por el cierre de los colegios, debieron incluso volver o permanecer con quienes las violentaban, para tener comida para ellas y sus hijes.
Todas estas situaciones son altamente estresantes, y hacen que de alguna manera, afecten los estados de salud mental, refuercen estereotipos de género basados en la violencia, pero además naturaliza un estado de alerta y frustración permanente, en un sistema social desigual que permite, reproduce y perpetúa la violencia hacia las personas.
3. Una profesora del Liceo Hannover en Maipú sufrió acoso sexual por parte de estudiantes de cuarto medio al igual que alumnas del establecimiento, motivo por el cual se movilizaron, ¿cómo es que llegan a suceder estas cosas?
En una cultura patriarcal como en la que vivimos observamos la objetivización del cuerpo femenino, y esto es transversal a todas las personas, sin incluso importar que alguna de estas personas sea reconocida como figura de autoridad, considerando por ejemplo el rol de docente.
Es interesante además pensar, bajo este mismo contexto, la constitución de la identidad masculina, donde para cumplir como tal, es necesario, demostrar de lo que se es “capaz”, es así como aparecen los desafíos de llevar cabo conductas de riesgo, pero además lo que se puede demostrar en la interacción con mujeres o cuerpos feminizados es fundamental.
Autoras señalan que la masculinidad es un constante demostrar que no se es un bebé, una mujer, ni un homosexual, por lo que, sobre todo cuando se está delante de otros varones lo que se busca es demostrar masculinidad y esto, muchas veces es tratando como objeto sexual o de manera peyorativa a mujeres y/o cuerpos feminizados, delante de su grupo de pares.
Profesionales que se han desempeñado en establecimientos educativos han señalado como muchas veces los varones se les han acercado de manera inapropiada en las salas de clases o patios de los colegios, delante de sus compañeros, pero que la dinámica cambia totalmente cuando no hay otros a quien demostrar nada, momento en el cual los varones muchas veces se permiten otros modos de comportamiento, más vinculados a la expresión de emociones, el respeto y la fragilidad.
4. Alumnas exigen educación con enfoque de género, no sexista y feminista, ¿sería esta una de las soluciones al problema?
Por supuesto, la instalación de programas de Educación Sexual Integral con perspectiva de género y desde una mirada feminista permitirían que, desde una primera infancia, les estudiantes y toda la comunidad escolar contaran con información valiosa para el reconocimiento de dinámicas de violencia (en todas sus formas y dimensiones), favoreciendo su detención, y junto a ello se abordaría y fomentaría el establecimiento de relaciones basadas en el respeto mutuo y los cuidados, en todos los niveles.
Lo anterior, entendiendo que los establecimientos educaciones son contextos socializadores de suma relevancia en el proceso de desarrollo de les niñes y adolescentes, por cuanto -como se menciona anteriormente- debiesen incorporar esta formación desde las primeras etapas de escolarización, favoreciendo la creación de espacios de expresión y posteriormente de reflexión, abordando temáticas que favorezcan su desarrollo socio-emocional, además de combatir estereotipos de género, y detener la violencia en todas sus formas.
5. Desde la Municipalidad de Maipú se comprometieron a implementar el plan «Escuela Libre de Violencia de Género» el que busca crear instancias para reflexionar sobre esta problemática, ¿de qué manera se deben plantear estos programas para que sean realmente efectivos?
Consideramos que es imprescindible que se lleven a cabo este tipo de prácticas, sin embargo, es fundamental que se cumplan con ciertos criterios para que sean efectivas.
En primer lugar, es fundamental que toda intervención que llevemos a cabo de aquí en más, para la erradicación de la violencia, debe ser con perspectiva de género. Esto significa que debe ser una intervención que sea consciente del sistema social patriarcal en el cual vivimos y sus consecuencias, un sistema que a partir de nuestro sexo (condición biológica) atribuye a las personas roles, estereotipos, relaciones de poder jerárquicas, que genera desigualdad de oportunidades, derechos y que por tanto influye en la constitución nuestras identidades. Por tanto es un sistema que promueve reproduce y perpetúa la desigualdad.
El enfoque de género así, permite llevar a cabo intervenciones que critiquen este modo de funcionar y que estén dirigidas a subvertir este orden en pos de una sociedad más equitativa y menos violenta.
Así mismo, consideramos que es necesario incluir a la comunidad educativa en su totalidad, es decir, cada persona que trabaje en el establecimiento, sin importar su labor, padres, madres, apoderades y estudiantes. Esto, ya que el problema de la violencia de género es un problema que debemos enfrentar como sociedad, considerando así, a cada una de las personas como agentes de cambio.
Así una intervención, donde todas las personas implicadas puedan participar, opinar y co-construir algo que les haga sentido a partir de la problemática señalada, permitirá resultados más eficientes y significativos.
Creemos también que es menester que se armen intervenciones fuera de las lógicas adultocentristas, donde podamos, sobre todo escuchar a les estudiantes, sus opiniones, experiencias y propuestas al respecto.
Y finalmente y tal como lo señala la propuesta de Educación Sexual Integral, creemos que es fundamental que se lleve a cabo una intervención en todos los niveles educativos de los establecimientos, por supuesto con contenidos acordes a los niveles de comprensión, según edad.
6. ¿Qué rol cumplen los padres y apoderados frente a la violencia y acoso que ejercen sus hijos contra compañeras de colegio?
Hemos podido observar que los contextos familiares presentan dinámicas que responden a aprendizajes en torno a estereotipos y el ejercicio normalizado de la violencia de género que se presentan a nivel social, por tanto, es fundamental que los padres, madres y otres cuidadores cuestionen sus creencias, aprendizajes y roles, y especialmente en el caso de los hombres, reflexionen respecto a cómo podrían estar replicando y educando a sus hijes bajo las creencias patriarcales que han promovido la objetivización de los cuerpos femeninos y la naturalización de la violencia de género.
Identificar estos discursos y prácticas implica también un proceso de re-educación de les adultes, entendiendo que hemos sido educados en un sistema patriarcal en donde el acceso a educación socio-emocional ha sido escaso, y en donde la salud mental sigue siendo un privilegio.
Al generar espacios de reflexión y abrirse al cuestionamiento de las creencias aprendidas, podremos favorecer el diálogo, podremos re-plantearnos los contenidos que les transmitimos a les niñes y adolescentes, y asumir el rol de educadores activos, desde no se evadan temáticas asociadas a las relaciones sexo-afectivas y sea posible reconocer y detener las diversas formas de violencia, como lo son el acoso y transgresiones de índole sexual.
7. La violencia de género siempre ha existido, pero ahora se está visibilizando más, ¿es un paso importante para avanzar en el camino contra el acoso y la violencia?
Sin duda, ya que lo que no se visibiliza, no cambia, sin embargo, nos parece importante mencionar que quienes han estado históricamente en el rol de visibilizar y buscar estrategias de cambio, seguimos siendo en mayoría mujeres, niñas y adolescentes. Respecto a esto, nos parece que es importante que podamos comprender que esta violencia no es un problema de mujeres, sino que ha sido reconocida por organismos internacionales y las convenciones que integran el marco normativo de las políticas públicas de nuestro país como la CEDAW y Belém do Pará, como una problemática de Derechos Humanos y Salúd Pública, por tanto, es como sociedad en su completitud, que debemos hacernos cargo de la misma.
Nuestro país ha firmado convenciones internacionales de las cuales es parte y al día de hoy tiene una parrilla programática para enfrentar la violencia de género. Sin embargo, seguimos al debe y todavía hace falta mucho para la erradicación de estas prácticas.
Parte de esto, es el proyecto de Ley de Violencia Integral, que se encuentra aún sin ser aprobada, desde el año 2017 y que busca abarcar y enfrentar tipos de violencia hacia las mujeres, que hoy no están considerados.
Por tanto, creemos que se está visibilizando más, pero que también aún se puede observar que falta mayor compromiso social y estatal, con lógicas descentralizadas, considerando, tal como señala los principios transversales de nuestra política pública, la erradicación de la violencia hacia: todas las manifestaciones (distintos tipos de violencia), todas las mujeres (todas las edades, culturas, etc.) y en todos los contextos y espacios. Para lo cual es necesario, además de la visibilización llevada a cabo por mujeres y niñas, el compromiso de la sociedad y del estado, con aquello que está comprometido desde que decidió ser estado parte de los acuerdos internacionales.
8. ¿Crees que los protocolos frente a la violencia de género en los colegios son suficientes?, ¿cómo se podrían mejorar?
A la fecha somos testigos que los protocolos de acción frente a situaciones de violencia de género en establecimientos educacionales -en sus diferentes niveles, desde pre-escolar a instituciones de educación superior- han sido insuficientes. Esto responde en gran medida a que a la fecha no contamos con una ley que asegure la Educación Sexual Integral como un derecho para todes les niñes y adolescentes.
Por tanto, consideramos que es imprescindible asegurar una educación sexual integral, desde un enfoque de género, con profesionales con experiencia y expertise en el área y que integre a la totalidad de las voces de quienes conforman la comunidad escolar, esto es; Docentes, Estudiantes, familias, etc. generando un trabajo conjunto, no adultocentrista y que responda a las necesidades y respete los derechos de todes, que no se centre en el punitivismo sino en la formación, y que abra espacios de interacción y trabajo en red para el cuidado de todes.
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