Para aquellos que nos gusta la política, en el sentido amplio de la palabra y más allá del negocio chico y el cahuín barato, la campaña a Consejero Regional de Freddy Campusano ha sido motivo obligado de análisis y largas conversaciones. En un mundo político local, donde en ocasiones los egos, son tan grandes que no entran en una catedral, y donde nadie parece estar dispuesto a reconocer que, muchas veces nos equivocamos, yo quiero adelantarme: con Campusano me equivoqué.
Y si bien nunca dudé de los atributos políticos del Encargado de Deportes del Municipio de Maipú, en tanto es un tipo simpático, de fácil acceso y conversaciones largas y fraternas, mis temores estaban dados por un lado más operativo. ¿Sería capaz Freddy de desplegar una campaña en uno de los distritos más grandes y caros del país? Ahí estuvo mi error; hubiera apostado a que no lo lograría. Y ahí está el reconocimiento: me equivoqué y producto de esa equivocación, me decidí a inmiscuirme; meterme en las profundidades del mundo “Campusanista”. ¿Qué encontré dentro? Un montón de voluntarios, una mística que creía perdida y un montón de amigos del candidato, dispuestos a devolverle la mano. También a un Campusano que ha crecido un montón, que rápidamente comprendió que ahora es un candidato y no escatima minutos en escuchar a los vecinos.