Desde la semana pasada, se encendió la alerta en zona de El Mantén, especialmente de la comunidad del Liceo Reino de Dinamarca, debido a los trabajos que mantiene la Minera Imperial en el terreno aledaño al establecimeinto, los que liberan una gran cantidad de material particulado, afectando la cotidianeidad tanto de los vecinos como de los estudiantes en pleno inicio de año escolar.
Aunque las autoridades pertinentes decretaron la suspensión de las clases hasta nuevo aviso, además del ingreso de un recurso de protección en contra de la empresa, esta no es una situación nueva.
En conversación con el director del establecimiento, Juan Carlos Ureta, se nos detalló que el problema se intentó visibilizar desde octubre del año pasado, cuando partieron las obras, y aunque se formaron mesas de trabajo, y se informó a distintas autoridades para que pudieran tomar cartas en el asunto, de todas maneras «se llegó al peor de los escenarios».
Cuentame un poco sobre el proceso que han vivido desde octubre.
Bueno, todo partió con una semana con mucha tierra y polvo en suspensión. Desconocíamos qué era lo que estaba pasando y empezamos a ver varias máquinas trabajando en el terreno colindante al colegio. Esa fue la primera alerta en octubre. Empezamos a investigar y dimos con que el terreno le pertenecía a la Universidad de Chile, así que recurrimos a ellos y confirmamos que había dos empresas trabajando: El Melón, en una obra de mitigación de suelo para prepararlo para agricultura en un convenio con la casa de estudio y el Estado. Nosotros después fuimos personalmente al potrero, como le dicen, y nos dimos cuenta que no había ninguna política de mitigación. Hablamos con la universidad, reconocieron la situación, y se paralizaron los trabajos, lo cual se mantiene hasta el día de hoy.
Pero surgió este otro tema, la otra empresa que es la que se encuentra más cerca del límite del colegio, a solo unos cuantos metros de nuestras panderetas, que esta minera. Nos tienen un tremendo socavón. Entramos nuevamente en conversaciones con la Universidad de Chile y en primera instancia nos señalaron que no era tan fácil. Ahí empezamos a tener reuniones con la Municipalidad, con todos los departamentos que te puedas imaginar. Se formó una nueva mesa de trabajo con estos dos entes y ahí el municipio señaló que, en estricto rigor, habían estado multando a la empresa, que incluso tienen una orden de clausura desde 2019, pero las sanciones no serían lo suficientemente significativas para detener las labores.
Esta respuesta nos pareció bastante impresentable. De forma paralela, esto ya en noviembre, ingresamos una denuncia ante la Seremi de Salud, y también solicitamos a la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) que nos hicieran un informe sobre la tierra y el polvo en suspensión. Mientras tanto, hicimos nuestras licenciaturas entre noviembre y diciembre con la maquinaria funcionando al lado.
¿Y hubo alguna respuesta durante el verano?
Nosotros seguimos insistiendo, solicitamos reuniones con la gente de la Corporación para ver qué se podía hacer, viendo el tema con la Municipalidad, y esperando el resultado de la ACHS, el 1 de marzo volvieron los profesores, esperando iniciar las clases el viernes 3 de marzo, nos saludamos, planificamos el año, nos despedimos, y en eso me llaman de la Corporación que había llegado el informe con los resultados: un alto índice de cuarzo, 10 veces superior a la norma.
Ahí fue entonces que se decidió postergar el inicio de clases.
Ese mismo miércoles en la noche, en conversación con la Coporación, veíamos si suspendíamos o no las clases. Fue difícil, un verdadero dolor de cabeza. Por un lado, estamos en medio de una fuerte campaña que viene desde el gobierno intentando motivar la asistencia, después de todo lo que vivimos en pandemia. Pero pensamos en la salud primero y se decidió postergar de manera preventiva el inicio del año escolar.
El día jueves presentamos de inmediato un recurso de protección, el cual ya fue acogido por la Corte Suprema, y volvió a venir la ACHS para tomar una segunda muestra y en estos momentos estamos a la espera de estos segundos resultados, más actualizados. Hasta el día de hoy, martes 7 de marzo, las maquinarías continúan trabajando, y estamos sin clases hasta nuevo aviso.
¿Cómo ves que lo ha tomado el resto de la comunidad escolar? Están todos en conocimiento de la situación me imagino.
Sí, esto se ha tratado con mucha transparencia desde el inicio. Hay mucha preocupación por la comunidad en general, los funcionarios, apoderados, estudiantes. Hay un sentimiento «ambivalente» por decirlo de alguna forma, porque por un lado no tenemos claro si lo que estamos respirando es o no dañino, si es que hay consecuencias a corto o a largo plazo, pero al mismo tiempo estamos muy conscientes de la necesidad de retornar al colegio y no solo por un tema de contenidos.
Es muy razonable preocuparse por el tema de la salud, pero también está el tema del derecho a la educación. Nuestro colegio para este año aumentó de 580 a 640 la cantidad de matrícula, hicimos un trabajo activo de captación que dio frutos y veo un potencial riesgo de perderlos si esto se sigue postergando. Una semana más es gravísimo para nosotros, por más que los apoderados entiendan la situación.
Además del riesgo de el establecimiento quede con cierto estigma.
Precisamente. Yo no quiero que este colegio quede con un estigma como la escuelita de Puchuncaví. A lo mejor es un lugar bien bonito, con buena infraestructura, buenos profesores, pero es muy probable que ni tú ni yo matriculemos a nuestros hijos ahí. El trabajo del año pasado junto con apoderados, asistentes, profesores, se enfocó precisamente en eso, sin ocultar información. Hablamos abiertamente de la situación.
Cuéntame un poco de la relación que han tenido con las diferentes autoridades. He visto en fotos a una diputada, una concejala… qué más les han dicho desde el Municipio…
Todas las autoridades que tú mencionaste están informadas desde octubre por todas las vías posibles. Las autoridades de la Universidad de Chile, la Seremi de Salud, la Codeduc, la diputada Viviana Delgado, la concejala Alejandra Salinas, etc.
Vamos por parte. Con la universidad, como te decía anteriormente, tuvimos reuniones de trabajo, respondieron bien en primera instancia, pero ahora yo les mandé el informe de la ACHS y he tratado de volverme a comunicar, pero nadie nos ha respondido. El vicedecano, que es el que está a cargo de todo este campus, no ha dado señales de vida.
Si hablamos de la Municipalidad, estuvieron también en las mesas de trabajo, y me daban esta respuesta de las multas, pero de ahí no he recibido ninguna llamada. No se han contactado directamente conmigo, y que sepa, tampoco con alguien de la comunidad. Quisieron hacer unas mesas territoriales con la gente de acá del Maitén, teníamos coordinado facilitar el colegio, y fueron suspendidas un día antes.
Por el contrario, de parte de Codeduc, me he sentido muy acompañado. Eso lo debo reconocer, se han preocupado constantemente a pesar de que no es su materia.
De parte de la Seremi de Salud, sigue sin manifestarse desde que pusimos la denuncia el año pasado. Entiendo que una abogada de la Codeduc se acercó a entregar más antecedentes hoy.
También hablamos con Sernageomin, tras gestiones de la diputada Viviana Delgado, y estuvieron hoy mismo fiscalizando.
Pero la Municipalidad ingresó una querella la semana pasada, ¿no?
Sí, entiendo que sí, pero eso fue a parte de lo que ingresamos con Codeduc. No implicó un trabajo en conjunto como lo fue con la corporación. Entiendo que ellos también hablaron más de la comunidad en general, mientras que Codeduc se enfocó en la comunidad escolar.
Pero a pesar de todo, nada ha dado resultado hasta el momento.
Nos sentimos frustrados. Siempre se dice que la institucionalidad tiene que funcionar, hay que darles tiempo, y creemos que hemos dado tiempo de sobra. He tocado puerta por puerta, pero me han mandado de un lado para otro y nadie dice nada.
Somos un colegio con un índice de vulnerabilidad del 91%. Nos hemos cuestionado si hicimos bien o mal con la suspensión de clases porque obviamente los estudiantes se ven afectados. Acá toman desayuno, comparten, para muchos es un espacio mucho mejor que estar en un campamento. Son miles de factores.
Y acá soy yo el que ha tenido que estar informando a los vecinos, porque ellos me preguntan, pero debería ser la Municipalidad. Me paran adelante y yo les digo ‘si yo no quiero estar acá adelante, quiero estar al lado suyo, soy un vecino más del sector’.