En su edición de hoy el Diario The Clinic publicó un reportaje sobre la historia de «Luna de Haití», el campamento de migrantes que se ubica en el terreno que va entre Alberto Llona y Vicente Reyes.
Sobre los orígenes, las dificultades y oportunidades del asentamiento, se lee en el texto hecho por la periodista Catalina Martínez Soto.
Luna de Haití: Sus origenes
En un rincón de Maipú, un grupo de migrantes haitianos ha transformado un terreno desocupado en su hogar. Conocido como el campamento Vicente Reyes, o popularmente «Luna de Haití», este asentamiento se erigió en 2017 y alberga a 78 familias, incluyendo alrededor de 60 menores.
Situado en un terreno entre las calles Alberto Llona y Vicente Reyes, el asentamiento comienza su actividad temprano en la mañana, con los residentes saliendo para comprar desayuno o recoger gas para la casa.
Anase, una migrante haitiana de 37 años, trabaja duro desde el amanecer vendiendo ropa en su puesto improvisado. A pesar de la barrera del idioma, Anase ha encontrado un lugar en la comunidad, una historia común para muchos en este enclave haitiano.
El corazón del asentamiento es el Comité Migrante para el Desarrollo Social de la Vivienda, un proyecto lanzado por Techo Chile y Enel. Este comité, liderado por Octavio, uno de los primeros residentes haitianos, ha trabajado para mejorar las condiciones de vida del asentamiento y mantener un diálogo constante con la Municipalidad de Maipú.
Octavio recuerda los primeros días del asentamiento, cuando los migrantes fueron explotados por los locales que cobraban alquileres por las casas que ellos mismos habían construido. Con el tiempo, los migrantes se organizaron y formaron el comité, lo que llevó a una mejora en sus condiciones de vida.
A pesar de las mejoras, todavía existen desafíos. No todos los hogares tienen acceso a servicios básicos como agua y luz, y los vecinos del sector solicitan más medidas de seguridad y regularización.
El campamento Vicente Reyes es solo uno de los 1.290 asentamientos en Chile, y uno de los 13 en Maipú. Sin embargo, no existen cifras exactas sobre cuántos migrantes haitianos viven en estos campamentos. Según el Servicio Nacional de Migraciones y el Instituto Nacional de Estadísticas, había 180.272 migrantes haitianos en Chile al final de 2021.
Mientras tanto, las autoridades locales están tomando medidas para controlar la expansión del campamento y ofrecer apoyo, incluyendo orientación para postular a subsidios de vivienda, servicios de salud y asistencia para la regularización migratoria.
La administración del terreno presenta sus propios desafíos, ya que el terreno es de propiedad estatal y se divide entre varios organismos. A pesar de estos obstáculos, la meta es entregar el terreno al Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu) para enfrentar la crisis habitacional.
En cuanto a la educación, la cercana Escuela Ramón Freire de Maipú se ha convertido en un lugar de aprendizaje para muchos niños haitianos del campamento. La escuela ha implementado programas para ayudar a los niños a aprender español y adaptarse al sistema educativo chileno.
El futuro del asentamiento es incierto. Mientras que algunos ven la posibilidad de conseguir una vivienda estable con la ayuda del gobierno, otros son escépticos. En el ínterin, los residentes del campamento Vicente Reyes se mantienen positivos y continúan construyendo su comunidad, su «Refugio Lunar».
La Municipalidad de Maipú y las organizaciones que trabajan con la comunidad han reafirmado su compromiso de mejorar las condiciones de vida en el campamento, con la esperanza de un futuro más seguro y estable para las 78 familias haitianas que han hecho de este rincón de Maipú su hogar.
Además, la experiencia del campamento Vicente Reyes destaca la necesidad de políticas más inclusivas y de un mayor esfuerzo por parte del gobierno para integrar a los migrantes en la sociedad chilena.
En resumen, el asentamiento haitiano de Maipú representa un microcosmos de los desafíos y oportunidades que enfrentan los migrantes en Chile. Aunque hay dificultades, también hay historias de superación, cooperación y comunidad. El camino hacia adelante puede ser incierto, pero la resiliencia y la esperanza de estos migrantes haitianos siguen siendo un faro de luz en su «Luna de Haití».