Veo con suma preocupación la escalada de ataques homofóbicos de la extrema derecha (Partido Republicano) contra la educación sexual integral y los derechos de la diversidad sexual. Su estrategia ha consistido en la presentación de un proyecto de ley que busca prohibir y limitar la educación sexual integral en los colegios y jardines, y en el anuncio de una interpelación y una acusación constitucional contra el Ministro de Educación por “querer imponer su orientación sexual” en las escuelas. Seamos justos, hay otras razones de orden político que se han ido sumando, pero ese ha sido el tema y tono principal del debate.
La acusación basada en la orientación sexual del Ministro apunta en realidad al documento ministerial llamado “Orientaciones para el resguardo del bienestar de estudiantes con identidades de género y orientaciones sexoafectivas diversas en el sistema educativo chileno”, documento que existe desde gobiernos anteriores y que ahora fue actualizado con participación de las comunidades escolares y siguiendo los estándares internacionales y normas legales vigentes.
Lejos de lo que entiende la comunidad de expertos y los organismos internacionales de derechos humanos, que conceptualizan la educación sexual integral de niños, niñas y adolescentes como un factor educativo, un paso hacia adelante en sus derechos y un factor de protección frente a la violencia y los abusos, la agenda de extrema derecha quiere hacernos creer que la propia educación sexual es un mal y un abuso al que oponerse y combatir.
Nada dicen sobre la evidencia científica acerca de los efectos positivos de la educación sexual integral en la prevención del embarazo adolescente o en la transmisión de enfermedades sexuales, por citar dos ejemplos desde la perspectiva de la salud humana.
Tampoco dicen nada sobre la realidad del abuso infantil en nuestro país y en el mundo. Cuántas personas, si hubiésemos recibido educación sexual integral desde las primeras etapas de desarrollo, no hubiéramos sido abusados o abusadas, o al menos hubiésemos tenido más herramientas para pedir ayuda y abordar el trauma.
De acuerdo a la UNICEF ,“en la mayor parte de los casos judicializados los abusos son cometidos por conocidos y familiares, que acceden con facilidad al niño y aprovechan la confianza nacida en la convivencia. Suelen reiterarse en el tiempo, durante meses e incluso años, antes de ser descubiertos”. La educación sexual integral precisamente, entre otras cosas, entrega herramientas para desarrollar una sexualidad saludable y entender conceptos-clave como el de “consentimiento”, “límites” o “abuso”, es decir, hacer prevención y permitir a las comunidades escolares y a las propias familias que las integran trabajar en conjunto para la detección temprana de los indicios del abuso, posibilitando la denuncia, la investigación y la acción de la justicia.
Al contrario, cuando los diputados ocupan como argumento el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos para prohibir o restringir la educación sexual, nos quieren hacer pensar la escuela y la familia como espacios excluyentes o enemigos que deben sentir desconfianza recíproca. Esta ideología prohibicionista resguarda falsamente el derecho de los padres a educar a sus hijos en sexualidad, excluyendo o limitando también al máximo la posibilidad de que los niños reciban dichas herramientas en la escuela.
No comparto ese paradigma que deja a la educación sexual integral en tierra de nadie. Son las propias Orientaciones objeto de la polémica las que se encargan de señalar con claridad que la familia es “el primer agente de socialización, al cual le sigue la comunidad educativa” y que, en consecuencia, «es fundamental promover el trabajo familia-escuela, el compromiso y la participación constante de la familia durante toda la trayectoria educativa”.
Por otra parte, el enojo conservador parece apuntar específicamente y una vez más en la historia, hacia las disidencias o diversidades sexuales. No por nada la posición conservadora más que de argumentos y evidencia se ha valido de miedos, falacias y dichos homofóbicos, que incluso tuvieron respuesta del propio Presidente de la República en su cuenta pública.
Desde mi propia experiencia escolar, mi posterior rol como activista LGBT y hoy como concejal y Presidente de la Comisión de Educación, he entendido que en los colegios los niños no se suicidan a causa de la educación sexual integral, pero que su ausencia sí constituye un factor de riesgo para su salud mental y su vida porque cuando creces en un ambiente de bullying escolar, de violencia intrafamiliar y además escuchas a políticos homofóbicos, sí puedes terminar pensando en el suicidio cuando crees que no hay otra salida a tus problemas de la infancia o la adolescencia (aunque SIEMPRE HAY UNA SALIDA). Por tanto, la educación debe ser siempre inclusiva, nunca discriminatoria.
En Maipú, bajo la administración del alcalde Vodanovic, hemos ante todo entendido que la educación municipal se construye pensando familias y escuelas como espacios de colaboración entre los cuales debemos tender y reforzar lazos permanentemente, nunca como espacios enemigos.
De igual manera, en la comuna hemos comprendido que más que suponer lo que las comunidades escolares piensan, hay qué preguntarles qué realmente sienten y necesitan. Fue así como el Programa Anual de Educación Municipal 2023 (PADEM), fue construido de manera participativa y gracias a esos propios ejercicios de escucha es que el “Eje de Educación Inclusiva” contempla una línea de Educación en sexualidad, afectividad, género y diversidadesque establece, a su vez, el mandato de generar una serie de jornadas y mesas de trabajo, espacios de formación, capacitación y reflexión, que incluyen por supuesto a las propias familias, para promover una educación no sexista y un desarrollo sexual y afectivo saludable en los estudiantes según su etapa de desarrollo.
Por último, hemos entendido que la educación sexual integral es un bien valioso gracias a que les hemos preguntado a los propios estudiantes qué es lo que les importa. En estos dos años de ejercicio como concejal he respondido al requerimiento de 13 establecimientos municipales y subvencionados, brindando charlas sobre educación sexual, igualdad y no discriminación a más de 650 personas, entre las que se cuentan madres, padres y apoderados con quienes hemos tenido conversaciones muy valiosas. Y seguiremos preguntándoles sobre estas y otras materias, y seguiremos provocando el diálogo porque creemos en la escuela democrática y, sobre todo, para no seguir perpetuando traumas respecto de los cuales como adultos tenemos mucha más responsabilidad.
Si has pasado por ideas suicidas y necesitas ayuda psicológica o conoces a alguien que lo requiera, el Minsal ha dispuesto de un teléfono de ayuda atendido por profesionales los 365 días del año, las 24 horas: 600 360 7777. También puedes recibir asistencia remota haciendo clic aquí.