- Según la encuesta Adimark, en mayo la desaprobación a la Presidenta Bachelet alcanzó un 72%, igualando sus mínimos históricos de agosto y diciembre 2015. Una experta en comunicaciones y relaciones públicas analiza los datos y explica la diferencia de percepción entre su primer periodo y el segundo.
Una vez más las estadísticas no han acompañado a la Presidenta Michelle Bachelet. En la encuesta Adimark del mes de mayo su aprobación sufrió una fuerte caída, ya que bajó cinco puntos desde la última medición, situándose en un 24%. En tanto, la desaprobación a la Mandataria aumentó siete puntos porcentuales, alcanzando un 72%, cifra que iguala los mínimos históricos de su gestión desde que asumió la Presidencia por segunda vez, en agosto y diciembre 2015.
Si bien el mes de mayo fue especialmente complejo, al incluir la Cuenta Pública, el veto a la reforma laboral y la polémica en Chiloé, es importante comprender que los índices de desaprobación suben por el clima completo de aversión hacia la clase política. “Los tiempos que vivimos son turbulentos, pero al mismo tiempo son clave. El que la Presidenta sea poco querida es complejo, pero también es importante comprender que ella simboliza a todo un sistema que se está viniendo abajo. Es ella, pero no está sola. Son los políticos, los empresarios, los legisladores, la fuerza pública, la justicia, la educación, etc.”, asegura Francisca Fuensalida, docente de Relaciones Públicas de la Universidad del Pacífico.
“Las personas de a pie, como se le llama al ciudadano común y corriente, viven un proceso interno –que a ratos se vuelve externo, por eso las protestas y manifestaciones–, en el que se dicen a sí mismos: me aburrí. ‘Me aburrí de que me roben plata las grandes entidades, me aburrí de que me mientan, de que me engañen, de que me manipulen’. ‘Me aburrí de trabajar y cumplir mis compromisos y responsabilidades, para al fin del día sentir que de todas formas me están metiendo el dedo en la boca’. ¿Quién nos mete el dedo en la boca? La sensación es que todos, el que puede. Este es el escenario y le tocó a Bachelet. La pregunta que surge entonces es: ¿le podría haber tocado a cualquier otro Presidente? Probablemente no. El caos en el que funciona el actual Gobierno genera más incertidumbre y vulnerabilidad de lo aceptable. Es básico lo que piensan los chilenos: ‘si ellos no se ordenan, ¿cómo van a decidir lo que es mejor para todos?’. Y surgen las rabias y las ganas de gritar y salen los estudiantes a la calle. Todos queremos que caigan los que lo han hecho mal o que se han aprovechado del país”, explica la experta en comunicación estratégica.
Las dos Bachelet
Según la encuesta Adimark del mes de mayo, seis de los siete atributos considerados presentaron una disminución: “Es activa y enérgica” con 35% (-9 puntos); “Le genera confianza”, 33% (-8 puntos); “Cuenta con capacidad para solucionar los problemas del país”, 40% (-7 puntos); “Cuenta con capacidad para enfrentar situaciones de crisis”, 41% (-3 puntos); “Cuenta con liderazgo” (-4 puntos) y “Es creíble” (-4 puntos).
Para la especialista de la Universidad del Pacífico, es importante diferenciar a la Michelle Bachelet que fue Presidenta de Chile en el periodo 2006-2010, de la actual en ejercicio.
“Es necesario comparar a la primera Bachelet con esta segunda que tenemos hoy. La primera era simpática, cercana, dejaba que la gente se le acercara, tomaba consejos de su equipo, daba entrevistas y ruedas de prensa constantemente. Era abierta, se sabía lo que pensaba y a ratos admitía sus errores. Con todo eso en vista fue que Chile votó de nuevo por ella, por su estilo tan especial, diferente a lo que habíamos visto antes en La Moneda. Pero llegó la segunda Bachelet, que no tiene nada que ver con esa imagen maternal que mostró antes. Esta Presidenta es terca hasta el final, quiere a toda costa tener la razón, se rodea de personas a las que no escucha, no trata de dialogar, decide y hace a pesar de que la mayoría piensa que las cosas se podrían hacer mejor, con más reflexión y más tiempo”, describe Fuensalida, autora junto a Viviana Valenzuela del libro “Mujeres en la Comunicación: Experiencias, Relatos y Confesiones”.
“Esta segunda Bachelet está cansada; la historia de Caval la dejó mal emocionalmente, de eso no hay duda. Ya no habla con los medios, no hace declaraciones y no recibe preguntas. No quiere explicar más, no quiere que la cuestionen más. Entonces, si la Presidenta no escucha, ¿qué se hace? Se toman represalias, se sale a la calle, se le ponen sobrenombres, se habla mal de ella, se le deja de querer. La rebeldía de los ciudadanos es esperable y normal. Y ese rechazo se extrapola a todo lo que huela a autoridad o a jefatura. La crisis está instalada y el Gobierno la ha manejado muy mal, porque básicamente no lo ha hecho. Dicen que son los que saben, sin percibir lo que pasa afuera de La Moneda. O quizás lo perciben, pero lo desestiman. Y quizás tampoco lo hagan, pero así es como se ve”, concluye Francisca Fuensalida, docente de Relaciones Públicas de la Universidad del Pacífico.