La conmemoración de los 50 años del quiebre de la institucionalidad democrática en el país ha sido lo más parecido a un fierro caliente para el Frente Amplio. El conglomerado político que gobierna el país -y que también tiene alcaldía en Maipú- quiso hacer tanto, que terminó haciendo muy poco.
La contingencia, las tensiones con la derecha y el parlamento que se ha transformado en un reality ‘cuma’, donde cada diputada y diputado compite por la declaración más incendiaria, impidieron que se hiciera un ejercicio de memoria más interesante.
A kilómetros de la Moneda, en Maipú, la oferta municipal fue escasa. El 29 de agosto el comienzo fue auspicioso. La oficina de Patrimonio y Memoria del Municipio realizó una actividad denominada «Árboles por la memoria», en la cual familiares y agrupaciones de Detenidos Desaparecidos de Maipú protagonizaron la plantación de los primeros 20 árboles como dedicación a las 20 personas maipucinas que fueron víctimas de desaparición forzada en dictadura. La locación elegida para este “memorial natural” fue el Parque 3 poniente entre las calles av. Sur y Nueva San Martín.
Sin embargo, más allá de la exhibición en la Sala K de material audiovisual relativo al golpe militar, la muestra de cartas de testimonios de la dictadura en la biblioteca municipal y salidas llamadas «ruta de la memoria», el Municipio se farreó una oportunidad que no es solamente histórica, sino que fundamental en el presente.
Esta historia hay que contarla
Algunos seudo liberales intentan hacernos creer que el golpe militar no fue tan importante y que hay que mirar al futuro. Lo cierto es que hay que mirar adelante, pero siempre mirando hacía atrás. El pasado y la posibilidad única que tenemos de analizarlo y darle nuevas interpretaciones, nos ofrece la oportunidad de construir mejor para adelante.
En una sociedad que un 36% de las personas que afirma que el golpe está justificado, los ejercicios de memoria no deberían ser un optativo, sino que deberían estar al centro de las preocupaciones de los gobernantes.
El día de hoy, el Municipio realizó un acto simbólico con organizaciones de derechos humanos y familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. El acto, sin dudas es necesario, pero desde esta redacción más bien parece un mínimo.
La historia del golpe debe ser contada sin tapujos. A diferencia de algunos sectores de la izquierda que claman por verdades oficiales, creo que es sano hacer un análisis crítico del gobierno de Allende. Más allá del fin trágico de su gobierno, los 50 años nos deberían permitir hurgar en los motivos que llevaron al país a caer en la selva de balas y plomo que nos ofrecieron los militares.
Ese análisis, necesario, debe siempre estar mediado por una máxima: ningún error político de la UP, o tensión entre el PS, MAPUS y PC, justifican el golpe militar. Podemos ser críticos del gobierno de la UP, sin que esa crítica signifique, bajo ninguna óptica, construir un relato que haga ver el golpe como una consecuencia imposible de sortear.
Porque lo que vino después de Allende no fue mejor. Fueron muertes, desapariciones, torturas, violaciones y robos. Porque nuestros «valientes soldados» no sólo fueron sádicos, también fueron ladrones. ¿Honor militar? ninguno. Y esa historia merece y debe ser contada a las nuevas generaciones. No para incubar odios, sino para que nunca más nadie se plantee en este país que los problemas de la política se resuelven bombardeando la Casa de Gobierno y sacando a un Presidente muerto de su interior.
Vodanovic no apostó por hacer de los 50 años un hito. Tal vez movido por las encuestas, el Frente Amplio local conmemoró queriendo cumplir. Si alguien me dijera que en Maipú hay un alcalde DC, al tenor de lo hecho por el Municipio, yo no tendría dudas.
Se podrían haber hecho tantas cosas. Igual que el gobierno, que quiso hacer mucho e hizo poco. La diferencia es que en Maipú pareciera ser que nunca se quiso hacer mucho. Y si fue así, el objetivo lo cumplieron con creces.