Una visita al museo sin salir de casa

En los últimos meses he leído mucho en redes sociales acerca de una situación que nos sitúa en un futuro que tiene controlado al Covid 19 y que nos interroga acerca de cómo contaremos a nuestros hijos, nietos o generaciones futuras, este tiempo histórico sin precedentes por sus características.

En esta situación imaginaria podríamos narrar sobre unas vacaciones en las que se hablaba de un virus que paralizaba China, hacía estragos en Europa, pero aún estaba a kilómetros de distancia. Se podría contar de los primeros días con el virus en nuestro país, de la cancelación de las clases, de una generación que terminó con dificultades sus estudios de media, rindió con angustia su prueba de selección universitaria, se matriculó contra el tiempo y esa fue la última vez que pisó la casa de estudios donde comenzó a estudiar a distancia.

Tal vez mostremos la historia a través de los miles de “memes” que creamos para darle una cuota de humor a la preocupación natural de este tiempo o quizá, otros contarán la crudeza de una realidad dramática que se acentuó por la paralización casi total de la economía.

Quizá haremos memoria de la hora que aplaudíamos a nuestro personal de salud y a todos los que estaban allá afuera, arriesgando su integridad para hacer posible este confinamiento en casa. ¿Serán acaso motivo de los futuros monumentos y nombres de plazas y calles? ¿Tendremos el mural a la “enfermera desconocida” o la estación de metro “Recolectores de Basura”?

Son miles de historias, momentos, sentimientos y significados. Cada quien sacará una fotografía diferente de este espacio y tiempo que estamos obligados a vivir. Todo ello será parte de un patrimonio que lo tendremos ahí, cual memorial de mármol instalado en el antejardín de nuestro hogar, que difícilmente lo podremos obviar, porque marcará para siempre nuestro futuro.

Así, desde este presente presuntuoso, con aires de inmortalidad contemporánea que plantea contar un pasado que aún no es futuro, nos preparamos a vivir un tiempo más sin poder acceder a museos, centros culturales y actividades relacionadas a una cartelera cultural que ya venía con dificultades desde el pasado octubre.

Pero en medio de este momento difícil para todos, quizá podríamos entregarle un refrescante aire patrimonial y familiar, generando una jornada cultural en nuestros hogares, abriendo las puertas de nuestro propio museo en casa.

Para la selección de temáticas de esta exposición temporal y talleres a fines, podríamos bordear el “cliché” comercial que apela a lo sentimental. Temáticas no faltan y emociones hay por montones.

Así, podríamos volver la mirada a la creatividad desbordada en la labor de los educadores y padres de familia para generar material educativo en este último tiempo, y valorar mucho más esa noble y sacrificada labor. También se podría observar de cerca el redescubrimiento del espacio cocina como un laboratorio que pone en juego nuestra imaginación y desempolva aquellas recetas familiares que pasaron de generación en generación.

Más de alguno volvió a sentarse a almorzar y cenar en familia. Esa transversal tradición de “tomar once”, fue reactivando automáticamente aquellas imágenes de la niñez y juventud que atesoramos como uno de nuestros más valiosos momentos. Tal vez en ello también le dimos un respiro a los viejos álbumes familiares o a aquella bolsa de plástico, vieja y rota, con el logo antiguo de alguna casa comercial, que contiene decenas de fotografías que generan un recuento de los cambios que tuvimos o tuvo nuestras casas.

Tuvimos algún tiempo para limpiar y ordenar nuestros estudios, baúles, armarios o depósitos. En ello separamos lo valioso de lo material para mantenerlo, renunciamos a lo que pueda servirles a otros, pero conservando aquello que nos significa, aquello que viene acompañado de una historia y emociones.

Este día de museo en casa puede convertirse en una jornada especial, una gran posibilidad de generar una lista de panoramas que nos permitan descubrir el valioso patrimonio que conservamos en nuestros hogares. Una posibilidad de observar con otros ojos este último tiempo en casa, identificando y seleccionando lo que habla de nosotros mismos y nuestra historia.

Podría ser una oportunidad de agregar un capítulo más a la historia que pensamos contar en el futuro, el capítulo del día que fuimos a un museo sin salir de casa.

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