Por Roberto Azaretto – Instituto Argentino de Historia Militar. Academia Argentina de la Historia.
Mañana, 5 de abril, se cumplen doscientos años de la batalla de Maipú. Se trata de un hecho de guerra que provocó «el vuelco del destino», usando palabras dichas por Churchill en la Segunda Guerra Mundial.
Ya Chacabuco había sido importante porque permitió el control del valle central de Chile y su capital Santiago. Además frustró el plan del mariscal La Serna, que había planeado una operación de pinzas sobre Buenos Aires con su ejército proveniente del Alto Perú y el ejército acantonado en Chile, que debía cruzar la cordillera hacia Mendoza para enfrentar juntos a San Martín y luego dirigirse a tomar la ciudad del Río de la Plata, el foco revolucionario que nunca pudo ser reconquistado.
Algunos expertos de café han criticado, últimamente, a San Martín, por no haber impedido, luego de Chacabuco, la reorganización de las fuerzas españolas. También por no haber insistido en la vía del Alto Perú para ir hacia Lima.
San Martín, que era de los pocos generales en el mundo que se puede decir son excelentes estrategas y también tácticos, capaces de volcar una batalla en el terreno, había previsto antes del cruce la necesidad de una operación naval sobre los puertos chilenos para impedir una evacuación del enemigo o la llegada de refuerzos desde el Perú. Pero el gobierno de las Provincias Unidas no pudo reunir los fondos para adquirir las dos o tres fragatas solicitadas por el jefe del Ejército de los Andes.
En cuanto a insistir en el camino del Alto Perú, a los fracasos del Ejército del Norte debemos agregar, para entender las dificultades de ese camino, los fracasos del enemigo en avanzar más allá de Salta, a pesar de que a partir de 1813, luego de la reconquista de la Península Ibérica del dominio de Napoleón, le permitió a Fernando VII mandar soldados veteranos de las guerras europeas conducidos por jefes y oficiales experimentados que reemplazaron a las poco fogueadas fuerzas empleadas en los primeros años.
Estos veteranos habían combatido nada menos que a las órdenes de Wellington y Beresford, los jefes británicos que condujeron la guerra contra los franceses desde 1808, desde la línea de Torres Vedra, en Portugal, hasta lograr la liberación total de España y Portugal del dominio de los Bonaparte, luego de cinco años de batallas y combates.
Maipú muestra la capacidad de San Martín para recuperar un ejército, tanto en lo material como en lo espiritual, luego del contraste de Cancha Rayada, acaecido pocos días antes y que generó pánico en muchos habitantes de Santiago de Chile.
El ejército del rey venía reforzado desde España y el Perú con el mando del general Osorio, el vencedor en 1814 en Rancagua, con regimientos famosos como el Burgos, ganador de 18 batallas «y nunca vencido», y el Infante Carlos, con el apoyo de parte de la población del sur chileno y de los araucanos.
San Martín ha concentrado sus unidades en la llanura de Maipú, controlando los caminos a Santiago, a Valparaíso y hacia Mendoza, en un terreno flanqueado por lomadas y frente a la hacienda de Espejo, a la que se llega por un callejón estrecho entre tapias que lo separan de viñas y potreros.
O¨Higgins, convaleciente de una herida recibida en Cancha Rayada, se queda en Santiago de Chile, que es fortificada con mil hombres, por si es necesario un repliegue a la ciudad.
El ejército de San Martín está integrado por los que vinieron en el cruce el año anterior y los efectivos que incorpora Chile, luego del triunfo de1817. Son alrededor de cinco mil hombres y una cifra similar tiene Osorio, que avanza hacia el emplazamiento elegido por el Libertador.
Columna Gentileza Periódico Los Andes