Leía hace poco el airado comentario de un lector que reclamaba en contra de la imposición de la señora Zalaquett como candidata a diputada por este distrito, aludiendo en el fondo a la costumbre de los partidos por elegir a sus postulantes entre cuatro paredes, tal vez apelando a cierta habilidad que asumen compartida por lazos de sangre o matrimonio, en el mejor de los casos, o por simple estratagema publicitaria o llana desconfianza, en el peor de ellos. ¿Por qué, si no, se pensó en postular a la señora de Sebastián Piñera como alcaldesa de Maipú hace cuatro o cinco años o, como efectivamente sucedió, al propio hermano del Dr. Sepúlveda para el mismo cargo el año pasado? ¿La señora Morel, el gemelo del actual diputado RN y la hermana del alcalde de Santiago comparten las mismas habilidades políticas -de existir éstas- que han llevado a los aludidos al lugar donde están?, ¿debemos asumir entonces que en veinte años más las opciones para alcalde y diputado se reducirán a elegir entre el nieto de don Herman Silva y la sobrina del actual diputado Escobar?; ¿basta aquello para elegir a nuestros representantes?
Que se postulen otros, dirá usted, y no es mala idea, digo yo, pero ¿quiénes? Sí después de una generosa dosis de tinto con frutilla llegamos al convencimiento, palmaditas en la espalda mediantes de los contertulios en el bar o en el asado, de que nuestro acertivo razocinio político durante la velada debiera conducirnos irremediablemente al sillón de la alcaldía o a un merecido lugar en la cámara de diputados, nos vamos a encontrar de entrada con el más rotundo y lapidario de los obstáculos: el de la no pertenencia. Notará enseguida que no somos parte de un conglomerado o de un movimiento ciudadano; no tenemos el respaldo millonario que se requiere para iniciar una lid electoral y en el fondo no conocemos a nadie más que a los que nos acaban de aclamar. Allá nosotros y nuestras impecables iniciativas en pro de la mujer, los trabajadores y las mejoras que urgen en el Cerro 15. ¡Qué saquen los cables de Pajaritos, ya!
En rigor, debiéramos empezar por la militancia, pasar al cargo vecinal, al comunal y al distrital en el partido, esperando que se nos otorgue un cupo a concejal en diez años más. Y póngase a la fila, porque nos llevan ventaja. Lo otro es lanzar una candidatura independiente, pero eso elimina sólo el requisito de la militancia; faltan aún las multitudes y las lucas.
Sin estos ingredientes, alcanza para ser candidato entre los amigos y ya está. Como unos tipos que conocí alguna vez y que postulaban la creación de la comuna de Pajaritos. Exposición lógica, argumentación clara, razones territoriales y demográficas rotundas e incuestionables, pero que se extinguieron con la llegada de la lucidez apenas pagada la cuenta por allá donde Roberto, en Portales y Huáscar. No es tan malo; podemos seguir desde ya la carrera educacional prescolar de los sobrinos de nuestras autoridades para calcular su futuro político… Mejor sentémonos a la mesa otra vez y vamos por otro arreglado, pensando en las evidentes falencias de la democracia como sistema y lo irrelevantes que parecen al recordar las magníficas piernas de la candidata, que por sí solas bastan para gobernar al mundo.
Por «Ombratura», columnista de La Voz