Día del orgullo: seguir avanzando en organizar la base disidente sexual y de género

Junio es el llamado “Mes Del Orgullo”. Esto nació en base a un hecho histórico llamado “La Revuelta de Stonewall” en Nueva York, Estados Unidos, en 1969. Fueron personas de la comunidad LGBTIQ+, pero especialmente personas trans* racializadas, quienes cansadas del asedio policial, comenzaron una protesta en las afueras del bar Stonewall Inn.

Los años siguientes sirvieron de articulación política a lo largo y ancho del país norteamericano, dando paso a la lucha moderna por los derechos pro-LGBTIQ+ en el mundo.

En la última década, el pride (como se le llama en inglés a este mes) es símbolo de celebración a lo largo del mundo para la comunidad LGBTIQ+, en donde ha habido una despolitización de aquel hecho histórico, impulsando demandas para adaptarse a una sociedad heteronormativa, e ignorando aspectos interseccionales que nos aquejan como comunidad.

Y es que ¿cómo se ha podido hablar de fiesta, cuando había gente dentro de nuestra propia comunidad que no podía sentirse orgullosa por pertenecer a identidades racializadas no hegemónicas, tales como afrodescendientes, latinxs, o por ser de clase trabajadora, o ser neurodivergentes, entre otras opresiones?

¿Cómo se pudo hablar de orgullo, de felicidad, cuando nuestras vidas siempre estuvieron en
peligro por ser colas, tortas, trans*, monstruas? ¿Cómo se pudo pretender callar nuestras diferencias dentro de la misma comunidad, bajo un falso sentido de unidad con demandas que no nos aseguraban la vida, sino una adecuación al sistema sexo-género actual, a un modelo heteronormativo, para poder “pasar piola”, como si nosotres fuésemos el problema?

Inclusive, ha existido una alianza con el capitalismo por parte de organizaciones no gubernamentales, en donde diferentes marcas crean productos orientados a la nuestra población cola en forma de apoyo a la lucha por mayor visibilidad y derechos civiles, por lo que tampoco es extraño haber visto en los últimos años camiones con gigantografías promocionando sus productos.

Esta visión capitalista y neoliberal de la lucha pro-LGBTIQ+ no pone en cuestión como el sistema económico es determinante al momento de hacer un análisis más profundo de cómo nuestra comunidad se ve afectada por el cruce de clase. ¿De verdad se seguirá permitiendo que unos pocos se hagan ricos a costa de nuestra lucha? Sé que esta frase es cliché, pero ser fletx y pobre es peor, y es que luchar por reivindicaciones pro-LGBTIQ+ y no ser anticapitalista es desear la libertad para unos, pero la opresión económica a otres.

Es necesario igual cuestionar las instituciones de orden y vigilancia, con las fuerzas armadas, que dicen ser inclusivas, pero en caso de guerra, somos las disidencias quienes sufrimos de torturas y abusos por ser quienes somos.

Son esas mismas instituciones a quienes tanto afrodescendientes, como latinxs, nos dejan sin ojos por
pedir dignidad, por gritar hambre ¿de verdad como comunidad queremos ser incluidas en instituciones asesinas y fascistas?

Y es que la lucha pro-LGBTIQ+ no es una lucha que se da en paralelo al resto, es una lucha por la liberación de la explotación del humano hacia el humano, y es un imperativo ético el interconectarla con otras luchas. Mientras nosotres, la clase trabajadora, no seamos libres, nadie lo será.

Mientras siga existiendo racismo, capacitismo, nadie lo será. Mientras haya gente en las esferas de poder, decidiendo a quienes incluir y a quienes no, NADIE SERÁ LIBRE. Porque la comunidad es más
compleja de lo que parece, y porque no podemos estar tranquiles si no todes somos
libres en razón de quienes somos.

Por eso, ahora más que nunca es necesario cuestionarnos todos, no conformarnos con migajas, y entender que todes estamos en esto. La lucha por el orgullo no se celebra con el opresor, se celebra entre nosotres, pero para sentir ese orgullo, quiero que todes tengamos esa capacidad de vivirlo. No hay nada que celebrar. A seguir avanzando en crear organización de base disidente sexual y de género.

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Editor LVDM

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