El martes 27 de julio, del presente año, el Club 140 dio a conocer a la comunidad que cerraría las puertas, que apagarían las luces de sus míticas canchas de tenis y dejarían de enseñar a los niños a nadar en sus piscinas. ¿Cuántos maipucinos no pasamos por ahí? al menos en el intento de hacer deporte.
Hace 40 años y 6 meses que los hermanos Miranda Brossard, Miguel y Francisco, comenzaron un emprendimiento deportivo, donde la vida sana no estaba de moda, era un Chile completamente distinto, en la década del 70.
«El terreno era de mis padres, que llegaron hace 71 años a Maipú. Nosotros jugábamos tenis en la Plaza, la verdad que éramos muy fanáticos. Estamos hablando del año 70, por lo que teníamos muchos problemas para usar las canchas. En un momento determinado le pedimos a mi papá que nos dejara construir una cancha, en un trozo de la tierra, dijo sí», nos comenta con nostalgia Miguel Miranda, el fundador del Club 140, junto a su hermano.
Esto ocurrió en 1977, la cancha fue construida con el objetivo de ser usada por ellos mismos, pero «empezaron a llegar los vecinos que nos decían de por qué no le hacíamos clases y así comenzó», nos dice Miguel.
Con el dinero que consiguieron de las clases, construyeron una segunda cancha. Luego la iluminaron y así siguieron. En el 2017, en su cierre, ya tenían 5 canchas de tenis, una piscina, gimnasio, además de la implementación de variadas clases deportivas: baile entretenido, aeróbica, entre otras.
Club 140 parte de la historia de Maipú
Por el lugar pasaron miles de personas, cientos de maipucinos. Niños que llegaron a los 10 años a practicar tenis, después ellos mismos llegaban con sus hijos. Por el centro deportivo pasaron generaciones, que compartían la pasión por el deporte. «Nosotros nos sentimos orgullosos, con mi hermano, porque entregamos salud y bienestar en la comuna», nos confirma Miguel.
El hermano Miranda nos dice que hay cientos de historias que pasaron en las paredes del Club 140, como fueron las miles de personas que allí estuvieron.
Destaca, que ahí entrenó durante años, el hoy decano de Ingeniería de la Universidad de Chile, Patricio Poblete, quien fue quien trajo el Internet a Chile, también el punto CL, además, de ser vecino de Maipú durante muchos años. Miguel Miranda lo describe como un adelantado a sus tiempos, siempre viendo el futuro tecnológico.
También, en el Club 140 se vivieron momentos de represión durante la dictadura. «Yo estuve 6 meses preso en la Penitenciaria, en la calle 5, en dictadura. Cuando salí de la penitenciaría seguí trabajando en el tenis. Cuando volví al Club nos pusieron unos puntos fijos y de repente nos metían preso, por la noche, varias veces. Me decían <quédate tranquilo, con tu Club, pero no te pongas a hablar tonteras>. Aparecían de repente», nos cuenta Miguel.
Hay personas que pasaron varios años de su vida en el Club 140. Miguel Miranda destaca a Marcela Osorio, «comenzó a los 9 años. Fue la única clienta que tuvimos desde los 9 hasta los cuarenta y tantos años, que tenía cuando cerramos el Club. Lloraba esa mujer, lloraba mucho más que nosotros con el cierre«, nos dice Miguel.
El cierre de un histórico
Luego de 40 años y meses, el Club 140 comienza a entrar en una contracción económica, Miguel nos explica que no estaban en quiebra, pero iban derecho para allá.
«El negocio se hace insostenible por un sin números de razones. Por los cambios de legislación, por la falta de aportes, en fin. Los recintos deportivos entran en la misma categoría que un supermercado«, así nos empieza a hacer entender el por qué del cierre.
Miguel Miranda nos dice que la plata que entraba no era la suficiente para mantener el recinto y a los profesionales que allí se desempeñaban. «Maipú es una zona de ingresos medios y bajos. Las tarifas que nosotros llegábamos a cobrar eran muy bajos en comparación al mercado. Para hacer una idea, el mismo servicio que nosotros cobrábamos 49 mil pesos, que se llamaba el Plan Full -incluía todo menos la cancha de tenis- en Chicureo, por lo mismo, cobran 160 mil pesos».
El centro deportivo tenía convenios con varios colegios para que los alumnos usaran la piscina, hicieran tenis u otras actividades. También con el Centro de Madres de Cerrillos.
Su decisión ya está tomada, pero dice que hay hacer cambios, desde el Estado, para que el deporte prime y no se vaya desvaneciendo. Según Miguel la infraestructura ya está, como lo estaba el Club 140, pero las autoridades tienen que invertir en planes y programas, para que los recintos deportivos puedan llegar a todas las clases sociales, y ejercer su vocación social.
«Imagínese, una persona que gana 500 mil pesos, por una sola persona que tiene que ir a practicar tiene que pagar 50 mil, estás pagando el 10% de los ingresos, eso es mucha plata. Si no hay una preocupación, algún subsidio, un aporte, no hay iniciativas privadas que aguanten en éste sector», nos dice Miguel
«Las autoridades se deben preocupar. No es posible que tengamos una piscina que funcione solo 3 meses en el año, sino que tengamos una piscina que funcione los 12 meses. ¿Cuántos programas se pueden estar haciendo allí o en el Estadio Bueras? Con programas no solo para niños, para adultos también, donde las personas puedan ir y practicar lo que más le acomoda, hay muchos tipos de deportes», nos dice ofuscado Miguel.
El futuro del Club 140
El hermano Miranda nos comenta que la Municipalidad de Maipú, en tiempos de Vittori, estuvo cercano a comprarles y a pesar de que el precio que le ofrecían era bajo, ellos aceptaron porque el proyecto «era bien bonito, era para la tercera edad» nos dice Miguel. Sin embargo, la Municipalidad desistió y no realizó nada. «Con el tiempo y con todo el tema de la basura, en realidad decimos que Dios nos ayudó, porque donde nos hubiéramos metido, también», dice entre risas.
Asimismo, tuvo conversaciones con las grandes cadenas de gimnasios, Miguel y su hermano estaban decididos en que el Club siguiera en el camino del deporte. Pero pese a que lo vendían solo por el precio del terreno, sin incluir las instalaciones, las negociaciones no fueron productivas.
Al final el Club 140 fue vendida a una inmobiliaria, nos confirma Miguel Miranda.
El cariño de Maipú
Al saberse el cierre del Club 140 las muestras de afecto a través de las redes sociales no se hicieron esperar. «Saludos que han llegado de muchos lados, sobretodo a mi hermano quien fue quien estuvo administrando en el último tiempo», nos dice reflexivo.
«Es verdaderamente emocionante, precioso, no creíamos nunca que íbamos a tener una respuesta como esa, es como que nos avasallaron de cariño, como que quedamos pochitos de cariño. Nos hubiera gustado haber seguido, pero las condiciones del país no lo dan. Nos quedamos con el cariño de la gente. Feliz del cariño de la gente, eso es lo principal», nos dice contento Miguel.
Además agrega que va seguir viviendo en Maipú, como toda su vida, «no me voy a cambiar por nada», afirma. Y por supuesto que va a seguir con el tenis: «toda mi vida ha sido tenis. Mi vida es tenis».