Fue el medio Kairós News el encargado de destapar una denuncia que habla de jóvenes abusados por sacerdotes de la congregación de Schoenstatt. A través de 4 testimonios, y luego de 30 años de silencio, un grupo de profesionales relataron lo abusos sexuales, de conciencia, poder y económicos que sufrieron o vieron y que se dieron en manos de quienes debían ser sus guías espirituales. El Padre Marcial Parada fue Vicerrector del Templo Votivo de Maipú, y las acusaciones que se le hacen son gravísimas.
En Maipú los curas de Schoenstatt no nos resultan desconocidos. El santuario nacional Templo Votivo de Maipú, ha sido liderado por miembros de la congregación. El primer rector fue el Padre Joaquín Alliende, quien entre los años 1966 a 1976 estuvo al mando. Luego, el vicerrector del Templo: Padre Raúl Freres asumió desde 1976 a 2004. El tercer rector fue el Padre Carlos Cox, quien dejó la rectoría del Templo Votivo el año 2018. El cuarto rector asumió a fines de ese año y hoy, aparece nombrado en un caso que habría involucrado abuso.
Las razones para hablar tantos años después, están fuertemente ligadas a los procesos de sanación que han tenido que transitar. Sin embargo, lo que parece ser el principal motor para contar lo sucedido es el alertar a madres y padres ante la posibilidad que sus hijos, estén conviviendo con curas pedófilos.
Julio Ruiz, Rodrigo Pérez, Cristián Ilabaca y José San Martín son las personas que se atrevieron a contar lo que vieron. El medio que publicó el reportaje, indicó que dos de ellos pidieron modificar sus nombres, por miedo a represalias sociales, aunque desde Schoenstatt saben perfectamente quienes son.
¿Por qué hablar ahora? – Las razones para destapar una historia de abusos
Los cuatro hombres que dieron su testimonio ingresaron adolescentes a vivir «la experiencia» que ofrecía el movimiento de Schoenstatt. Entre 13 y 16 años eran las edades con las que se acercaron a la iglesia católica. Pero además de edad, compartían rasgos que los hacían sujetos de ser abusados: eran personas vulnerables, menores de edad y tenían problemas en sus familias, las cuales tenían rasgos disfuncionales, o venían de entornos pobres. Todos esos factores, fueron explotados por sacerdotes, quienes cruzaron todos los límites posibles.
Si hoy decidieron hablar, es porque el caso Karadima ayudó a que se comenzaran a correr ciertos velos. Quizás por primera vez, un sacerdote influyente saltaba a la palestra, para ser juzgado por la justicia, el vaticano y la opinión pública.
«A mí, el ejercicio profesional me dio a entender que el silencio era un cómplice siniestro en este tipo de cosas», dice Julio Ruiz. Por su parte Rodrigo Pérez indica que “Yo fui en parte, no responsable directo, pero sí tuve antecedentes que me permitieron haber podido actuar más fuertemente adentro del movimiento”.
Rodrigo Pérez fue el 2018 a hablar con el provincial Fernando Baeza. Cuenta que al llegar al seminario se topó con Enrique Da Fonseca, a quien le comentó que habían varias personas del movimiento condenadas por abuso. «Eso es mentira, eres un calumniador», fue la respuesta que obtuvo. De vuelta sintió rabia y lo enfrentó. «Me echó del seminario. Le dije: «no puedes ocultar, no puedes encubrir, ¡eres una mierda!’. Ahí me salió la rabia. Se metieron unos seminaristas que me querían pegar. ‘Que uno me ponga la mano encima porque yo no respondo’, les dije. Nadie se atrevió a ponerme las manos encima”. Hoy Pérez reflexiona sobre la rabia y las groserías dichas. “¿Te parece que un par de groserías es tan grave? ¿Cuál es tu nivel de moral? ¿Meterle el pene por el culo a un niño? ¡Eso es grave! Me sale mucha rabia y me molesta«.
Padre Marcial Parada: el exVicerrector del Templo Votivo acusado de prostituir menores de edad
Julio Ruíz nombra en su relato a G.A.L. y Sigisfredo Villegas, ambos vecinos de Maipú, quienes fallecieron hace varios años producto del VIH Sida.
«G.A.L.; amigo mío de Schoenstatt, cuando yo estaba trabajando en un hospital con pacientes VIH, antes de morir, me contó que él entre los 15 y los 18 años, había mantenido relaciones sexuales con el Padre Marcial Parada, un sacerdote de Maipú a cambio de dinero, de grandes sumas de dinero», acusa.
Rodrigo Pérez relata que «en mayo de 1987, después de la venida del Papa Juan Pablo II a Chile, era rector del Santuario Nacional de Maipú el padre Raúl Féres Shalup, y vicerrector el Padre Marcial Parada Cardemil. Ejercía su práctica pastoral el actual sacerdote Patricio Moore. En ese momento ingresé a Schoenstatt siendo Patricio el guía de mi grupo, donde también estaba G.A.L., y Sigisfredo Villegas».
El relato sobre Parada sigue así: “Al poco tiempo de ingresar, conocimos en el Santuario Nacional de Maipú, al sacerdote Marcial Parada. Él nos daba abrazos muy apretados, muy cariñosos. Nos daba besos en la cara, después nos daba besos cuneteados, y a algunos derechamente se los daba en la boca».
El exVicerrector del Templo Votivo de Maipú, señala Pérez, tenía una particular forma de abrazar a los jóvenes. «Cuando nos abrazaba, su mano lentamente se escurría por la espalda hasta llegar a la zona anal, a las nalgas. Bueno, eso producía una confusión tremenda en la cabeza de uno. Por un lado, me decía: qué mierda está haciendo. Por otro: no, en realidad es un abrazo. Uno piensa que un sacerdote no podría hacer algo malo».
El abuso de Marcial Parada, llegó -en palabras de Pérez- a que prostituyó a jóvenes de Maipú. «Cuando uno lograba zafarse se corría, y él agarraba a otras personas. Fui testigo de lo que les pasó a mis amigos G.A.L. y Sigisfredo Villegas, ambos fallecidos. Los llegaba a levantar cuando los tomaba por el traste, por el culo. También me enteré de que este sacerdote, además prostituía a mis amigos siendo ellos menores de edad. El cura les pagaba sumas de dinero a cambio de favores sexuales»
Pero el abuso, a juicio de Pérez fue mucho más amplio: «en el Santuario Nacional de Maipú había distintos tipos de grupos: guardias y chicos de pastoral juvenil que nada tenían que ver con Schoenstatt, y de quienes, efectivamente, también se abusaba».
José San Martín reconoce que participó mucho en un grupo llamado la familia de Maipú, comuna donde nació, se crió y aún vive. «Ingresé en el grupo de los universitarios, donde me hice amigo de Rodrigo, Sigilfredo, Juanito, y otros. Tenía 19 años, pero antes fui acólito».
El maipucino explica que: «Maipú era en ese entonces como un pueblito, todo se sabía. Además, fui siempre criado en una educación en que a los curitas eran algo sagrado, y que tenían la razón siempre»
San Martín recuerda que aquejado por una pena de amor, fue a hablar con el padre Francisco García Huidobro (quien no aparece acusado por abusos), pero no lo encontró. Por ello la señora de la cocina, que lo conocía de sobremanera, le permitió pasar. «En eso aparece el padre Marcial y me dice: ‘ven hijo, habla conmigo, habla conmigo’. Bueno, yo fui. Íbamos por un pasillo de la casa y el padre empezó a tirar las manos. Me incomodó y llegó un momento en que me empezó a agarrar el trasero. Yo le pegué un manotazo, y le dije: ‘pero ¡padre! no vine a huevear, quiero hablar algo serio’. La verdad es que no recuerdo lo que me tenía tan triste, pero salí de allí mucho más triste. Entonces, lo único que atiné fue a correr y entré en el templo (del Santuario Nacional)».
Era tanto el miedo y respeto que inspiraban los sacerdotes, que San Martín comenta que “Me sentía tan culpable por haberle faltado el respeto al cura y haberle dicho no venía a huevear… Para mí eso era un pecado. Me sentí en pecado porque a un curita no se le podía tratar así, según la educación que recibí. Estuve mal un tiempo y después, y cada vez que veía al cura, me arrancaba»
José de San Martín reafirma la situación de G.A.L., de quien dice no haber sido yunta, pero sí se saludaban. «Un día, cuando nos íbamos a juntar con el grupo de universitarios, G. entró por la parte de atrás. Le digo: ‘hola, G.’ (…) Venía muy serio. ‘¿Qué pasa?’, le pregunto. ‘Noooo, tengo unos problemitas’, me responde. ‘Estoy muy corto de plata y necesito comprar unas cosas’, me dijo. Y se fue para adentro de nuevo».
Lorca -según la versión de San Martín- andaba buscando al Padre Marcial. «Será confesión, pensé. Nos fuimos al patio a hacer la reunión, y apareció el padre Marcial. Y ahí, uno de los amigos, Sigifredo, nos dijo: ‘ah, sí, si apuesto que viene a sacar algo’. ‘¿Por qué?’ le pregunté. Claro, en ese entonces no teníamos certeza pero percibimos que el padre Marcial daba plata a algunos por intimar con él».
Ese mismo día, relata San Martín, “Una hora después o un poco más, salió G. feliz y radiante. ‘Me voy, tengo que hacer mis compras’, nos dijo. Y nos muestra en la mano un montón de billetes».
Marcial Parada: Bajo investigación y con paradero desconocido
El medio Kairós News contactó al superior provincial de los Padres de Schoenstatt, Fernando Baeza, quien delegó la contestación de preguntas en el padre Patricio Moore, viceprovincial y vocero de la institución.
Sobre el Padre Marcial Parada, se señaló que “El caso de Marcial Parada también se ha iniciado una investigación canónica que no ha concluido. Marcial tiene 87 años y no ejerce el sacerdocio”.
Además Schoenstatt agregó que “Mientras se llevan a cabo las investigaciones nos parece importante dejar trabajar a los peritos y no adelantar juicios. Esto ayudará tanto a las víctimas como a los que hacen la investigación”.
A lo que no se refirió el cura Patricio Moore es a donde se encuentra actualmente Parada. Aunque se ha especulado que desde 2018 estaría en México. Sin embargo, se desconoce si cumple restricción del ejercicio sacerdotal.
Texto basado en reportaje original de Aníbal Pastor y Carol Crisosto
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