Todos los domingos, Ramón Valenzuela (60) iba temprano a comprar al almacén cercano a la casa, desde allí traía para prepararle el desayuno a su esposa, Teresa Vergara, a quien le llevaba la bandeja a la cama.
Sin embargo, el domingo 25 de oct. no quiso tomar desayuno en la cama con su esposa, sino que levantó a todos los que estaban en la casa para comer juntos. Al día siguiente de ese cambio de rutina, como si fuese un acto premonitor, don Ramón Valenzuela fallece.
Teresa Vergara trabaja en un casino en la comuna de Pudahuel, ese lunes 26 de oct. salió antes de la casa que su esposo. Él aún estaba acostado cuando ella fue a despedirse a eso de las 5.15 AM.
“Le digo que le vaya bien, que nos vemos en la noche y que tenga un buen día. Le paso su celular, porque estaba sonando la alarma, le digo que descanse 5 minutitos más. Él me dice que me vaya bien, que tenga un buen día y que en la noche nos vemos”, recuerda Teresa Vergara.
Ramón Valenzuela solo era hipertenso y según su familia era muy riguroso en la toma de sus remedios. Recalcan que siempre fue responsable en su trabajo: era soldador, hace 23 años que estaba en la misma empresa, ODIS, los mismos años que llevaba viviendo en Maipú junto a su familia.
Salió ese día, a las 5.50, como todos los días no tomó desayuno, ya que lo hacía apenas llegaba al trabajo. Tomó la micro que lo dejó en la Plaza Maipú, donde esperaba otra en dirección a Quinta Normal, pero a las 6.30 no aguantó más: una aneurisma se alojó en su aorta a la altura del tórax.
“Me enteré como a las 6.40 de la mañana, estaba en mi trabajo. Me llama mi cuñado, ellos trabajaban en la misma empresa, me dice que había fallecido, no me dio preámbulo. Yo lo escuchaba, pero no entendía, yo le decía -<es que no puede ser> .Después, lo único que siento es que mis piernas se doblaron.”, cuenta con tristeza Teresa Vergara.
Ramón era un hombre de familia, dejó a 3 hijos y 3 nietos. Era “de la casa al trabajo, del trabajo a su casa”, como dice Teresa, quien reflexiona con tristeza que “él me amaba, él me sobreprotegía. Me trataba como una princesa, me trataba súper bien, no teníamos mayores problemas, no era de pelear. Si había que llamarles la atención a los niños tenía que ser yo, porque a él no le gustaba”.
Teresa llegó al paradero de la Plaza Maipú a las 7.20, “Carabineros me dijo que Ramón se había sentado ahí en el paradero y se desvaneció (…) le tomaron el pulso, pero ya no había nada que hacer, que falleció inmediatamente”, dice.
El cuerpo de su marido fue retirado recién a las 13.30 horas por el Servicio Médico Legal, estuvo 8 horas en la vía pública esperando que la burocracia le abriera paso a su descanso eterno.
“Primero, tenía que llegar la PDI, para ver que no hubiera terceras personas involucradas. La PDI llegó como a las 11 de la mañana y después tenía que llegar el Instituto Médico Legal. Lo que nos decía Carabineros es que el IML tiene solo un carro para recoger a las personas, eso tiene que abarcar no sé cuánto, entonces, teníamos que seguir esperando. Creo que fue algo denigrante, humillante. Él estaba ahí y la gente transitaba prácticamente por el lado de él”, recuerda Teresa Vergara.
A pesar, de toda la burocracia por la que tuvo que pasar la familia Valenzuela Vergara, la espera se hizo aún más larga. Ramón falleció justo durante el paro del Registro Civil, por lo que sacar el cuerpo de Ramón del Servicio Médico Legal fue otra larga espera.
”Nos dicen que al otro día, a las 12 del día, nos van a entregar su cuerpo, recién a las 6 de la tarde lo hicieron. No lo podían entregar porque el Registro Civil estaba en paro y no le podían tomar sus huellas”, cuenta Teresa, además, dice que recién el 12 de noviembre pudo sacar el certificado de defunción.
“La muerte nos separó, pero nos seguimos amando”, afirma Teresa. Espera que nadie más pase por lo que le tocó vivir dice que “las personas fallecidas merecen respeto. Se debe Tratar de arreglar esto, por la familia, porque queda muy choqueada”, agrega finalmente la esposa de Ramón Valenzuela.
PUNTO DE VISTA: Allie Atkeson, sociólogo de la Universidad de Mary Washington
Durante el tiempo que Ramón Valenzuela estuvo muerto en el paradero, muchos maipucinos le tomaron fotos con sus celulares. Por ello, le consultamos a Allie Atkeson, sobre los motivos, que llevan a la gente a tomarle fotos a un cadáver.
Ella nos explica que “la irrupción de las redes sociales, además de la masificación de celulares con cámaras fotográficas, han significado que la gente experimente cambios conductuales importantes”. Por ejemplo señala que “hoy todos buscan mostrar lo que ven en sus redes sociales, motivados muchas veces por la obtención de likes o me gusta”
A juicio de la socióloga “es importante educar a la gente, para que se entienda que, el hecho de tener siempre con nosotros un celular con cámara fotográfica, no significa que todo sea fotografiable”, enfatiza la profesional.
CRÓNICA PUBLICADA EN EDICIÓN 41 DE REVISTA LA VOZ DE MAIPÚ