“Lo que tenemos actualmente es una cancha enlozada. Un jugador va corriendo con patines de alta velocidad y el otro va descalzo. El descalzo es el de la educación pública. Entonces, me dicen: ¿Por qué no lo entrenas más, por qué no le das mejor comida al que va descalzo? Bueno, porque primero tengo que bajar al otro de los patines”
Sea o no una metáfora mal hecha, la frase del Ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, refleja el corazón de la reforma educacional. El cual no es mejorar la educación pública, sino enrejar toda la educación a un solo modelo educativo.
Uno de los primeros signos, de este velado interés, es el anuncio de la innecesaria compra de los establecimientos subvencionados. En vez de gastar los 5.000 mil millones de dólares en mejorar la educación pública; con mejores salas, sueldos a los profesores, etc.; el estado prefiere comprar fierros y ladrillos a los sostenedores. Para el MINEDUC no importa que los colegios subvencionados estén por encima de los colegios municipales, en los resultados SIMCE y PSU, lo vital para el ministro es que la educación pública avance, pero no a través de cambios estructurales a la educación pública, sino “quitándoles los patines” a los que van adelante, de forma tal, que nadie supere a los colegios públicos; aunque eso implique empeorar la calidad de los colegios subvencionados.
Un segundo signo que podemos apreciar es la ofensiva en contra de la libertad de enseñanza de los colegios y la libertad de elegir de los padres. La primera se ve afectada gravemente porque el estado condicionará a los colegios para seguir recibiendo subvenciones. Los colegios ya no podrán expulsar a alumnos, aunque no respondan académica o conductualmente. Limitando a los colegios a modificar todo su proyecto educativo, no por la voluntariedad de los padres, sino por la obligatoriedad que impone el estado. Por tanto, los padres ya no solo no tendrán patines, sino que si los tienen serán del color y forma que diga el estado.
También se ve amenazada la libertad de los padres a elegir el colegio que quieren para sus hijos. Este punto es crucial porque varias opiniones van en la dirección que actualmente no existe libertad de elegir; que si deseo colocar a mi hijo en el Santiago College, no puedo ya que la matrícula es demasiada alta, por tanto no tengo libertad para elegir. Sin embargo, este razonamiento es falaz o inconsistente, ya que si aplicamos la misma lógica a todas las cosas de la vida, entonces no soy libre en nada. No soy libre al ir al supermercado ya que no puedo traer el LCD que deseo, tampoco soy libre en la búsqueda de un mejor sueldo ya que no aceptan que mi salario sobrepase el millón de pesos.
La libertad de elegir está intrínsecamente relacionada por el hecho de si es uno el que decide, en base a sus capacidades y habilidades, por tanto, la libertad de elegir de los padres está siendo violentamente amenazada por el estado, ya que es éste quien decidirá por mí el colegio que quiero para mis hijos.
Será el estado quien dicte las conductas aceptables de un colegio para obtener una subvención, y por tanto obligará a los colegios a regirse por una pauta común, eliminando cualquier diversidad de proyectos educativos.
Será el estado quien diga cuáles serán los valores que deben tener nuestros hijos, ya que si los colegios deben seguir una pauta o “convenio” para recibir una subvención, ¿Quién nos dice que los valores cristianos-religiosos, meritocráticos, o familiares, no estarán en ese convenio? Si un colegio no puede seleccionar o expulsar, entonces ¿los colegios deberán modificar su proyecto educativo?
Que el estado te obligue a cambiar tu proyecto es un atentado contra la libertad de enseñanza y la libertad de los padres a elegir. Primero porque sería el estado quien decida qué valores son merecedores de subvención y reconocimiento, y no los padres. Y segundo, porque sería el estado quien, de forma extorsiva, obligue a los colegios entre elegir apegarse al convenio para seguir recibiendo recursos, o cerrar, o migrar al sector particular. Lo cual afectaría profundamente la variedad de colegios y proyectos educativos disponibles para los padres.
Maipú posee más del 70% de las matriculas en el sector subvencionado y sobrepasan ampliamente en resultados, PSU y SIMCE, a los colegios públicos. Con la reforma educacional de Michelle Bachelet significaría que estos colegios pasarían a control del MINEDUC, mermando la innovación, autonomía y calidad que estos tienen. ¿Cómo se pretende mejorar la calidad de la educación estatizando los colegios subvencionados, si aún el estado no ha podido mejorar los colegios que posee bajo su control?
Nuestra comuna, y la inmensa mayoría de nuestro país, no puede permitirse perder su libertad en favor de un proyecto estatizador que en Latinoamérica ha fracasado; generando miseria y pobreza, por sobre la igualdad que se ansiaba.
El foco de la reforma educacional debe ser el mejoramiento de la educación pública. Es insólito gastar 5.000 mil millones de dólares en comprar colegios para empeorarles la calidad, cuando tenemos colegios municipales, por ejemplo en Maipú, en donde el casino es hábitat de palomas y roedores. Gastemos esos millones en mejorar la infraestructura, sueldos de los profesores, contratar profesionales psicopedagógicos, o cualquier otro servicio que ayude a mejorar la educación pública. Cuestión que para cualquier chileno seria de sentido común, pero para el gobierno y el MINEDUC no lo es, pues siguen una pauta ideologizada, por sobre lo que desean los padres.
La reforma no debe ir orientada a restringir y generar menos proyectos educativos, sino que todo lo contrario, mientras más colegios de calidad, mientras exista más diversidad de proyectos educativos, más libres serán los padres para elegir. Si el estado pretende reducir los colegios a un solo modelo, lo único que tendremos es un sistema educacional igualmente malo para todos, y los padres no podrán aspirar a un colegio de mejorar calidad hasta que el estado no se decida en mejorar los colegios que posee.
El corazón y alma de la reforma educacional debe ser el de colocarle patines a todos, no quitárselos.
Diego Álvarez Osorio
Presidente de la Juventud UDI de Maipú