Hace unos 10 años atrás lo conocí: un hombre con apariencia de niño bueno, y que casi premeditadamente transmitía un discurso evangelizador, donde la estrategia y su contenido con arraigo futurista logró encantar la conciencia de los maipucinos.
Si bien las necesidades históricas de la comuna, como el Hospital, no a la instalación de una cárcel y un metro para Maipú, fueron instrumentos de campaña desde los años noventa, este líder con formación jesuita, logró sacarle lustre, ya que ahora no cabe duda que estaba convencido que lo marcarían con un sello en su gestión edilicia, que lo proyectaría mas allá de las fronteras comuanales.
En ocho años de la gestión de Alberto Undurraga hay aciertos que hicieron realidad grandes proyectos y sueños colectivos, como el Metro, el hospital próximo a ser entregado, la nueva Plaza de la comuna, los Parques 3 Poniente y El Rosal, nuevos consultorios y colegios, además de avances en la educación municipal.
Cuando nos referimos a la gestión interna nos encontramos con muchos desaciertos que complicaron al edil, la falta de alineación en los equipos, le proporcionaron varias derrotas políticas. El ensayo y error de los puestos directivos fue carcomiendo su liderazgo interno, la existencia de una gran masa laboral que se fue generando y acumulando, reclutados por la Clase Política de elite, como decirlo, políticos come pan, niños o niñas de alta alcurnia, que sin merito y cero preparación política construyeron su vida alrededor del poder, con los mejores cargos y los mejores «reguleques» sueldos, en fin podría estar todo este articulo describiendo o desclasificando esta grasa del poder, que podríamos definirla o agruparla en los conceptos de cortesanos y vasallos del poder. Creo que este espectro social es el más impactado por los acontecimientos de la partida del edil, que bajo su amparo les dio su manto para proteger el campo de desarrollo y crecimiento de este tipo de personajes. El desprecio a la capacidad maipucina y un estilo tozudo, le generó una tremenda brecha que en estos últimos años no pudo acortar.
Alberto, seguirá en su carrera política con una visión de futuro, se abrirá paso con su discurso evangelizador y su foco en el objetivo, él es un tremendo candidato, nadie puede discutirlo que tendrá que fidelizar un electorado incierto.
La nueva fase de su carrera política ya comenzó, la conquista del sillón senatorial, será un desafío no menor para él, ya que necesita de nuevas formas para invocar al electorado, no solo requiere de un buen discurso, requiere del lazo entre el deseo y la realidad, lo que posee la fuerza para el cambio, y no la huida a las formas de la representatividad.