Desde Villa del Sol hasta Valle del Sol: maipucina cuenta su experiencia ayudando en la Quinta región

Este pasado martes, Cindy Vásquez (35), una vecina y dirigenta social que vive en la villa Del Sol, vivió una intensa jornada en Viña del Mar ayudando a la localidad de Valle del Sol. Centros de acopio falsos, mucho calor y un gran espíritu de solidaridad son lo que más destaca la maipucina. El viaje inicia días antes, cuando se entera de que un conocido de Varinia San Martin (36), su vecina en la comuna de Maipú, perdió su casa en la tragedia de los incendios de Valparaíso. El trayecto comenzó el martes en la mañana, Cindy, Varinia y otros 7 dirigentes de diferentes comunas se organizan y parten rumbo a la quinta región, en dos camionetas llevan lo recolectado durante las jornadas anteriores como barritas de cereal, agua y comida.

Este pasado martes, Cindy Vásquez (35), una vecina y dirigenta social que vive en la villa Del Sol, vivió una intensa jornada en Viña del Mar ayudando a la localidad de Valle del Sol. Centros de acopio falsos, mucho calor y un gran espíritu de solidaridad son lo que más destaca la maipucina.

El viaje inicia días antes, cuando se entera de que un conocido de Varinia San Martin (36), su vecina en la comuna de Maipú, perdió su casa en la tragedia de los incendios de Valparaíso.

El trayecto comenzó el martes en la mañana, cuando Cindy, Varinia y otros 7 dirigentes de diferentes comunas se organizan y parten rumbo a la Quinta región, en dos camionetas llevan lo recolectado durante las jornadas anteriores entre barritas de cereal, agua y comida.

“La sede se llamaba Valle del Sol, El Olivar. Era una población muy escondida, así que nos costó llegar. Cuando llegamos al primer sector, no pudimos subir porque había demasiados camiones. A la primera parte que llegamos, estaban sin techo y las paredes quemadas y se sentía mucho calor en el aire y con olor a ceniza, todos teníamos que andar con mascarillas”, cuenta Cindy.

La localidad a la que llegaron se llamaba Sede Valle del Sol en Viña del Mar, y el ingreso no fue directo, primero debieron abandonar sus camionetas para descargar los insumos en un camión que los pudo llevar a la cuesta del cerro al que se dirigían.

“Tuvimos que trasladar las cosas desde las camionetas a un camión, porque había muchos vehículos y no teníamos forma de subir a la parte más alta del cerro”, señala.

Mientras se aproximaban al lugar, el olor a diferentes materiales quemados brotaba desde los hogares calcinados y estructuras derrumbadas.

“Lo que se veía era como una película de terror, gente corriendo desesperada, subiendo y bajando para encontrar un lugar donde quedarse durante el toque de queda y mientras todo eso pasaba, no vimos Carabineros, no vimos militares, tampoco al gobierno, no había ambulancia, solo un par de bomberos tratando de apagar la zona”, comenta.

Pero la difícil situación no era la única problemática, antes de llegar al pequeño pueblo, se toparon con un acopio en medio de la calle, el que después se enteraron, era falso y buscaba aprovechar la situación para adquirir alimentos y ayuda a costa de las reales víctimas.

“Nos encontramos con un acopio que no era para la gente necesitada, sino que era una fachada y se estaban dejando las cosas ellos, se estaban aprovechando del dolor de otras personas”, detalla la dirigenta.

El ambiente era desolador, pero el optimismo lo ponían los jóvenes, aquellos que desinteresadamente se pusieron a trabajar en las complicadas circunstancias climáticas y estructurales en las que se encontraba el pueblo. 

“La gente estaba muy triste, porque habían hecho grandes esfuerzos por sus casas y para ellos, la reconstrucción va a ser larga. A pesar de todo, la gente estaba muy motivada por ayudar, pese a la tristeza, los jóvenes transmitían una emoción que te obligaba a seguir, a ellos les daba lo mismo quemarse, tenían las manos negras y seguían trabajando”, a lo que agrega: “Vimos muchos jóvenes tratando de sacar escombros, niñas con palas ayudando a limpiar. Desde la población de abajo, estaban haciendo una olla común para que todos comieran”, cuenta la maipucina.

Grupo de personas conversando al aire libre en España.
Grupo de Cindy y Varinia coordinando labores en Valle Del Sol, Viña del Mar

Dentro de la cadena de ayuda, Cindy, Varinia y las otras 7 personas que acudieron se encargaron de proporcionar comida, agua y remedios a los que estaban trabajando.

“Nosotros nos enfocamos en darle comida, agua y remedios a los voluntarios y personas que habían perdido su casa, mientras que la ropa y útiles los dejamos en el centro de acopio”, señala Cindy.

Luego de varias horas en la Quinta Región, la oriunda de Villa Del Sol, abandonó la zona a eso de las 7 de la tarde, ya que con el toque de queda le hubiese sido imposible quedarse por más horas.

“No sacas nada con llevar cosas a un terreno que no tiene nada, lo que la gente necesita primero es sacar los escombros, comida y agua. Entonces, hay que enfocar la ayuda en centros de acopio establecidos que sean dirigidos por juntas de vecinos. Los que quieran ir a ayudar, lo primero es que pregunten, ¿Dónde están los centros de acopio establecidos? ¿Dónde están las juntas vecinales? ¿Dónde están los lugares más afectados? Y que pregunten qué se necesita, a muchos voluntarios les faltaban guantes, palas, sacos de papa o harina y herramientas que les sean útiles para sacar los escombros”, recomienda Cindy.

En dos semanas más, las maipucinas prometieron volver al sector con más comida, agua, remedios y artículos necesarios para colaborar con los afectados. Mencionan que esperarán este tiempo para juntar más recursos que la vez anterior y además ayudar cuando el frenesí del momento baje.

Grupo de personas sonriendo al aire libre.
Grupo de voluntarios en Valle Del Sol, Viña del Mar
Alfredo Albornoz
Alfredo Albornoz

Estudiante de cuarto año de periodismo en la Universidad Finis Terrae. Licenciado en comunicación social y con especialización en el área digital y creación de contenido para soportes digitales.

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