La suspensión del campeonato nacional por la pandemia del Coronavirus está complicando económicamente a los clubes nacionales.
El viernes 17 de abril en Radio ADN el presidente de Azul Azul, José Luis Navarrete, confesó la situación de Universidad de Chile respecto a la inactividad del fútbol: “Para todos los equipos que tienen planillas altas, es difícil resistir más allá de seis meses”.
Lo dijo claro, sin rodeos. Y es una advertencia de acuerdo a lo que puede suceder con los equipos si continúan sin jugar.
Semanas atrás, Ñublense y Deportes Temuco, equipos de reducidos ingresos,se acogieron a la nueva ley de Protección del Empleo para solventar sus gastos.
El 22 de abril el accionista mayoritario de Blanco y Negro, Aníbal Mosa, declaró en una conferencia de prensa que Colo Colo (un club de grandes ganancias) hará lo mismo por no llegar a un acuerdo de reducción de sueldo con los jugadores de mejor remuneración. Aun así, el dirigente aclaró que hay “168 empleados, de los cuales a 135 no se les tocará el sueldo ni se les desvinculará”.
Respecto a lo que pasa en los Albos, es confuso. Hay un lío interno con distintas versiones: está la de la Sociedad Anónima, la del Club Social y la de los jugadores. No tocaré ese problema por falta de información contundente. El tema principal es que las declaraciones de Mosa y Navarrete explican la situación delicada del fútbol chileno. No se están salvando los grandes ni los chicos.
Volvamos a Colo Colo. Según una publicación de La Tercera, los principales auspiciadores de los de Pedreros (MG y Movistar) no renovarán con la directiva, y los futuros acuerdos comerciales que estos tenían abrochados con tres empresas (Directv, Entel y una aerolínea) se cayeron por la contingencia que vive el país. Se veía venir.
Vamos al polo opuesto. Deportes Iquique llegó a un acuerdo de reducción de sueldo con sus jugadores. En una entrevista a radio Cooperativa, su presidente, Cesare Rossi, confesó que los Celestes no están recibiendo dinero por sponsor, venta de ropa ni la escuela de formación; sólo sobreviven con el dinero que les entrega el Canal de Fútbol mes a mes. Están con lo justo.
Los dirigentes chilenos, en general, a duras penas maniobraban los recursos que les llegaron hasta octubre del 2019. Desde esta última fecha los problemas se acentuaron aún más por la suspensión de los torneos de Primera A y B debido al estallido social y la pandemia del coronavirus. Esta cifra refleja lo frágil que es esta industria: según una publicación del medio deportivo online As, los Albos tienen un gasto mensual de $1.150 millones mensuales de los cuales el 80% va directo a las remuneraciones”.
El que dijo que administrar un club es un buen negocio está mintiendo. La economía de estos siempre ha sido dependiente y de ingreso permanente. El sustento monetario de las instituciones deportivas proviene, mayormente, de los empresarios que apuestan por auspicios buscando la llegada a la gente (hinchas).
Sin esos aportes, los clubes no pueden sobrevivir por los grandes gastos que existen. Si los equipos se conforman solamente con la venta de tickets, las inversiones se reducirían considerablemente. Estas complejidades abrirán los ojos de los hinchas, quienes, a partir de ahora, sabrán cómo funcionan los números del balón pie nacional.
Los sacrificios de los clubes tendrán que ser relevantes para recuperarse. Por ejemplo, cuando Colo Colo quebró en 2002, jugó partidos amistosos en distintas ciudades del país e hizo eventos para obtener ganancias. También ahorraron en los costos de los viajes: evitaron la comodidad del avión y prefirieron trasladarse en bus.
Seguramente, cuando se reduzca el número de contagios por Covid-19, los equipos chilenos volverán a sus actividades pensando en sus bolsillos. Programarán dos partidos por semana, crearán una nueva forma de hacer negocios (la U. venderá mascarillas con los diseños de la institución) y sus gastos serán más austeros.
Esto refleja que los clubes dependen de su resonancia y nombre. Nada más. Mientras más aficionados y logros, siempre existirán los auspiciadores. La inversión de las instituciones es poseer buenos futbolistas para jugar bien y, así, llamar la atención de los grandes empresarios para que los patrocinen.
Si Colo Colo y Universidad de Chile la están pasando mal económicamente por la contingencia nacional, los equipos denominados “chicos” están igual o peor.