Esta es la primera parte de tres columnas donde reflexionaremos sobre las razones del galardón, su obra y el legado de Elicura.
Hace una semana, para ser exactos, nos notificaron que la entrega del Premio Nacional de Literatura 2020 recayó en el poeta e intelectual mapuche Elicura Chihuailaf, reconocimiento que ha generado cierta suspicacia, pensando en el contexto de pandemia y en una situación bastante lejos de resolver las legítimas demandas del pueblo mapuche.
Convengamos que la institución de los Premios Nacionales es un reconocimiento exclusivamente político hacia aquellos intelectuales que, de alguna u otra forma, la autoridad de turno reconoce su validez oficial. Recordemos el tremendo bochorno cuando Gabriela Mistral recibió primero el Premio Nobel y años después recibió el Premio Nacional de Literatura. Otras y otros, inclusive, han muerto sin que se les haga aquel reconocimiento, ya que quizás no fueron figuras tan relevantes para el poder político o no fueron lo bastante serviles como para ensalzar la figura de alguna autoridad o inclusive al propio Presidente de la República. Recordemos también el otro bochornoso caso de Raúl Zurita, que, al haber ganado Ricardo Lagos la presidencia, su ágil y perceptiva pluma elaboro un poema dirigido a esta nueva autoridad política y casualmente un par de meses después, el galardón recayó en él; por lo menos convengamos en que Zurita conocía muy bien como funcionan los ritos del poder.
En este contexto no me queda más que apoyar la opinión de la crítica literaria Raquel Olea, quien al referirse a las condiciones de la premiación de Elicura criticó que «se premie a un poeta mapuche cuando simultáneamente se los estigmatiza y se los oprime. Es una operación de blanqueo bastante burda al histórico maltrato que la Nación chilena ha tenido con la cultura y el pueblo mapuche. Este premio nacional no puede continuar así, hay que cambiar tanto sus bases como la composición del jurado».
Si bien quizás las condiciones y el contexto histórico de la premiación no son los adecuados, no podemos de dejar de reconocer la importancia de la obra del galardonado. En este punto, es necesario invitar a vecinas y vecinos a conocer -más allá del premio y, desde mi humilde opinión, más que merecido pero extremadamente tardío- a Elicura Chihuailaf: hijo de la localidad de Cunco, ubicado en pleno corazón la cultura mapuche en la IX región.
El legado de este poeta e intelectual mapuche eclipsa, sin duda, cualquier tipo de suspicacia del contexto de la premiación pues posee una extensa obra. En poesía destaca “De sueños azules y contrasueños”; recientemente, publicó un libro autobiográfico “La vida es una nube azul”, donde retrata parte de la historia de su cultura como de su ejercicio de escritura. Sin embargo, el libro que lo puso en el tapete con su talante crítico y extremadamente pedagógico, para dialogar con chilenas y chilenos fue “Recado confidencial a los chilenos” texto sobre el que me centraré.
Ahí Elicura considera que el origen del conflicto mapuche es un problema que proviene eminentemente de la sociedad chilena, por ende, de sus autoridades políticas. En sus reflexiones se dirige eminentemente a aquel chilena o chileno que desea conocer la mirada mapuche sobre este eterno conflicto entre ambas culturas. Este gesto, de apelar al recado o mensaje que se desarrolla desde la oralidad en un diálogo consciente y, sobre todo, constructivo, donde por primera vez chilenas y chilenos podemos acceder a la visión indígena sobre nuestra cruente relación con esta cultura que, convengamos, es una visión sin duda desconocida para la mayor parte de nuestros compatriotas.
Como profesor de Historia, reconozco que es evidente el silencio inducido de la presencia mapuche en nuestra Historia, ya que los programas están diseñados para invisibilizar a los pueblos indígenas y estos aparecen solamente cuando ocurre la Conquista de Chile y posteriormente cuando el estado chileno ocupa militarmente el Wallmapu (parte de la VIII, IX y X región), despojándolos de sus tierra, salvo esos eventos no se vuelve a mencionar nunca más la palabra mapuche, rapa nui o aymzzzara, literalmente desaparecen de la Historia de Chile en las escuelas, lo cual promueve una visión idealizada y manipulada hacia los/as chilenos/as.
En uno de los cientos de charlas brindadas por Elicura ante audiencia chilena acontece lo siguiente “En un coloquio con estudiantes liceanos hablo del País Mapuche de «antaño», de su territorio que comprende extensiones de lo que hoy es parte de Argentina y parte de Chile. De cómo la cordillera -llamada actualmente Los Andes- nunca fue la «fundadora» de lo que después los Estados, casi simultáneamente, perpretaron: a un lado de ella los mapuche chilenos y al otro lado los mapuche argentinos. Mas, a pesar de aquello, seguimos constituyendo un Pueblo Nación, les digo.
Luego se suceden las preguntas y mis atisbos de respuestas.
Un estudiante me dice: «¿pero por qué usted insiste tanto en hablar de los chilenos y de los mapuche? ¿acaso usted no es chileno o no se siente chileno?». Le digo: yo nací y crecí en una comunidad mapuche en la que nuestra mirada de lo cotidiano y lo trascendente la asumimos desde nuestra propia manera de entender el mundo: en mapuzungun y en el entonces obligado castellano; en la modernidad en la que nos reconocemos; y en la memoria de la irrupción del Estado chileno que nos «regaló» su nacionalidad. Irrupción constatable «además» en la proliferación de los latifundios entre los que nos dejaron reducidos.
Les digo a los estudiantes (ahora también a usted): Imagínense, por un instante siquiera, ¿qué sucedería si otro Estado entrara a ocupar este lugar y les entregara documentos con una nueva nacionalidad, iniciando la tarea de arreduccionarlos, de imponerles su idioma, de mitificarles -como forma de ocultamiento- su historia, de estigmatizarles su cultura, de discriminarlos por su morenidad? ¿Se reconocerían en ella o continuarían sintiéndose chilenos? ¿Qué les dirían a sus hijas y a sus hijos? ¿Y a los hijos y a las hijas de ellos?
Este extracto de “Recado confidencial a los chilenos” evidencia la claridad y honestidad con la que Elicura nuestra la visión mapuche sobre la relación con la sociedad chilena, postura transmitida durante décadas por los ancianos hacia las generaciones más jóvenes, a modo de que no se pierda la conciencia histórica del valor de su pueblo y su lucha constante para existir.
La cultura mapuche es predominantemente oral, transmite su historia y costumbres a través de esta tradición, es en este contexto que debemos preguntarnos ¿a quién escribe Elicura Chihuailaf? si el soporte de su discurso es preferentemente el texto. A pesar que Elicura reconoce el origen de sus escritos en sus ancestros y su cultura. Sin embargo, su escritura siempre está en diálogo con lo chileno, por ello sus receptores más comunes suelen ser preferentemente dos: el mapuche urbano, aquel que vive en la warria o la ciudad y también nosotros/as los chilenos/as que de manera consciente sabemos que la relación con la cultura mapuche ha sido en base a la violencia y la exclusión.