Nuestra comuna está saliendo de su peor momento. Hoy volvemos a asomarnos a las calles después de meses de encierro, pero no hace mucho se anunciaba el traslado de pacientes desde el Hospital El Carmen hacia otras comunas y contábamos las camas disponibles para respiradores artificiales.
Mientras la salud estaba al límite de su capacidad, la cuarentena hacía estragos en la economía de nuestros vecinos al no poder dejarlos salir a ganarse el pan.
Frente a esta crisis, la comunidad se empezó a organizar en ollas comunes.
Fue algo que todos vimos, y donde muchos participaron, demostrando lo mejor de nuestro país. Justo cuando creíamos que habían más cosas que nos dividían que las que nos unían, la solidaridad se hizo presente.
Pero una solidaridad entre vecinos, entre vecinas de los mismos barrios, no una solidaridad televisiva, esa otra llegó mucho después, cuando la gente ya estaba organizada.
Sé que hay mucha gente que ayudó y la lista sería interminable. Pero quiero destacar especialmente el trabajo de organizaciones como Misioneros Cristo en la Calle, que estuvieron siempre al pie del cañón ayudando desinteresadamente.
Lo mismo se repitió en 2da Transversal, Las Parcelas, Sol Poniente y muchos puntos de Maipú.
“El pueblo ayuda al pueblo” fue una frase que se repitió hartas veces y mucho antes de que el Gobierno anunciara su plan de Alimentos para Chile.
Mucho antes de que don Francisco anunciara también un Chile ayuda a Chile, la gente se cuadró, se puso con las primeras necesidades de sus compatriotas.
Y para mí este fenómeno es la mayor garantía de que nuestro pueblo es capaz de decidir su propio futuro en octubre, porque son ellos (nosotros) los verdaderos protagonistas de esta historia.
Somos nosotros los capaces de cruzar todas las barreras y parar Chile desde el suelo hasta su reconstrucción.