Javiera Guerra Roa tiene 24 años, y desde el 2016 se siente más identificada con su segundo nombre, Amaya. Así es como la conocen en el mundo del teatro y la actuación.
Hoy, Amaya es una actriz que asegura haber entrado a la Escuela Teatro Imagen Gustavo Meza «siendo una niña y salí siendo toda una mujer, fue un proceso de conocimiento y de autoconocimiento muy grande».
Desde la Villa El Maitén, ubicada en Maipú, la joven actriz conversó con La Voz de Maipú en el marco del Día Internacional de la Actriz y el Actor, conmemorado cada 26 de agosto. Lee a continuación emocionantes recuerdos, reflexiones y buena onda.
¿De qué manera el hecho de ser de Maipú ha marcado tu carrera como actriz?
Yo vivo en un sector rural de Maipú que está un poquito abandonado en cuanto a transporte y a actividades culturales.
Nosotros tenemos solo una micro que llega para acá, la I24, y pasa hasta las 12 de la noche. Entonces muchas veces cuando me tocaba quedarme ensayando hasta tarde en Bellas Artes, ya sabía que tenía que quedarme a dormir donde algún compañero, que siempre me acogieron y fueron muy bacanes así que aguante los cabros.
Respecto a los temas culturales, en El Maitén nosotros tenemos una sede que es del club deportivo y hay una cancha, pero no hay lugares donde las personas puedan ir a desarrollar alguna herramienta artística, o algún espacio físico donde se desarrollen talleres de formación artística. Yo sé que en Maipú a veces hacen cosas como cuentacuentos o tocatas al aire libre, entonces ese tipo de cositas me gustaría que poco a poco fueran apareciendo y llegando para acá, y si no aparecen nosotros sabemos que tenemos el derecho y el deber de hacerlo.
De todas formas, Amaya reconoce que en Maipú tuvo sus primero acercamientos a un escenario.
Cuando era chica yo rapeaba, estaba en una clika de Maipú que se llamaba la Baticueca, entonces me juntaba con hartos amigos de Maipú que hacían eventos y me apañaron caleta en ese tiempo. Yo iba a los micrófonos abiertos… onda, una cabra chica que nadie conocía, ponía mi pista, me ponía a rapear sin miedo, sin vergüenza, sin nada, tenía 13 años.
¿Cómo ha sido para ti ser actriz en Chile? Tomando en cuenta que estás comenzando con tu carrera.
Estudiar actuación en Chile ha sido un proceso de auto descubrimiento constante, de mucho crecimiento, algo muy heavy. Como dije antes, yo partí siendo una niña y salí siendo una mujer muy grande.
Pero sobre todo ha sido un proceso de resistencia, ¿por qué? porque una vez que salí de la escuela de teatro, he tenido que enfrentarme o adaptarme a circunstancias a nivel país, que han sido el tema del estallido social y la pandemia, que fue justo lo que me tocó experimentar cuando egresé de la escuela ya siendo profesional.
En un momento fue algo muy chocante, porque con mi compañía quisimos partir al tiro con un montaje profesional y justo fue el estallido social.
Amaya es parte de una compañía llamada «La Indiscreta Teatro», que está conformada por ella y dos amigas más: Antonia Martinic (diseñadora teatral y es actriz) y Andrea Urzúa (directora y actriz).
Alcanzamos a presentar tres funciones y de ahí decidimos no seguir, porque no se puede estar haciendo una obra de teatro adentro de una sala, siendo que en la esquina de afuera están los pacos agarrándose a piedrazos con los estudiantes, había que ir a apañar, entonces fue como ‘ya, cabras, nos necesitamos, demos un paso al lado y movilicémonos, porque esto es para todos’.
Fue un proceso super duro para nosotras, pero yo le agradezco mucho a mis compañeras porque yo soy más chiquitita de edad, entonces ellas venían con más experiencias en sus vidas y eso nos ayudó a enfocarnos y yo siento que lo más importante en ese momento fue apañarnos, comprometernos con nuestras ideas, con nuestro trabajo y a ojo cerrado, confiar en las tres, darnos las manos.
Después de eso, ¿pudieron retomar el proyecto?
Con las chiquillas intentamos poder retomarla pero se nos hizo demasiado complicado por las circunstancias en las que estábamos. Yo en ese momento dije ‘pucha,, no funcionó lo de hacer teatro’, me dio una pena muy grande, porque cuando uno sale de la carrera lo único que quieres es desarrollar tus ideas, montarlas y cambiar el mundo, pero después te das cuenta que eso no siempre se puede es un poco frustrante
Después de eso me puse a trabajar poniendo laminas de celulares para poder juntar plata y crear algún proyecto artístico. Tener que trabajar en otra cosa para sustentar mis ideas artísticas, siendo que estudié, que tengo la formación académica, debiera tener las herramientas de poder hacerlo sin estar requiriendo plata extra, entonces eso es una lata.
En ese sentido, sé que por parte del Estado de Chile existe un apoyo que son los fondos concursables que casi todos conocemos, pero si tú me preguntas, yo creo que es totalmente insuficiente.
Yo siento que las personas que nos dedicamos a hacer arte lo hacemos en condiciones super precarias, con eso me refiero a que si queremos ensayar, no podemos pagar una sala de ensayos, entonces ¿Qué hacemos? vamos a nuestras casas, hablamos con nuestros papás, abuelos, hermanos… buscamos un espacio que nos pueda permitir invitar a gente a mi casa para que podamos ensayar una obra de teatro, pero en verdad son condiciones pobres, una pieza de una casa no está habilitada para que la gente pueda moverse y hacer teatro.
¿Ser mujer en el mundo de la actuación lo ha hecho más difícil?
Creo que en generaciones anteriores sí era un tema el hecho de ser mujer y dedicarse al arte, pero mi generación está en esa transición de empoderarnos y de decir, ‘cabras, somos mujeres, juntémonos, apañémonos, seamos sororas.
Nosotras no buscamos competir, el arte es colaborativo, el arte es de grupo. Me encanta el rol femenino que está teniendo la mujer en esta época.
¿Qué tan distinto es ser actriz en teatro VS actriz en cine?
Yo tenía esa misma duda porque cuando entré a estudiar jamás había hecho teatro en mi vida, mi corazón sabía que yo quería actuar, pero nunca me enfrenté, nunca tuve esa cultura de ir al teatro… Igual fue atrevido lo que hice, pero creo que fue la mejor decisión que pude haber tomado.
La actuación del cine es más rostro, mirada, aprender a canalizar, a dosificar la actuación. En cambio, el teatro es más expresión, más proyección, más cuerpo. Siento que son dos lenguajes que se parecen, pero son dos lenguajes muy distintos, y yo siento que ahí está en el poder de que una como artista, como actriz, tiene que aprender qué hago en cine que no hago en teatro y viceversa.
Yo amo el teatro, fue algo que me hizo crecer mucho y siento que saco las versiones más bacanes de la Amaya, que tal vez muchas veces me cuesta sacarl, porque están un poco apagadas o reprimidas, o con miedo, yo soy una persona que igual se mueve harto por el miedo… El teatro es como la herramienta que a mí me permite ser todo lo que yo siempre tuve miedo de hacer y es la oportunidad de atreverme.
Pero en el cine me pasa que me siento más yo, me siento más privada, más parte de mi intimidad. Entonces son dos versiones de la Amaya que se pueden desarrollar en estos dos lenguajes distintos. Me encanta la Amaya de teatro porque es alguien desconocida, muchas veces yo me sorprendo de mí misma, cosas que a veces no sabía que era capaz de hacer, pero también en el cine descubro que tengo una vulnerabilidad, una sutileza, y esas cosas que yo a veces pienso que no tengo pero que descubro.
¿En qué estás ahora y qué planes tienes a futuro?
En estos momentos estoy en una compañía que se llama la compañía Neyén, ellos me invitaron para hacer un montaje y ahora estamos en ese proceso, pero yo igual tengo mi compañía de teatro y pretendemos con mis amigas juntarnos y de empezar proyectos teatrales.
Además, siempre estoy postulando a castings, siempre activa mandando mis videos, me gusta mucho eso de la publicidad.
Y también tengo muchos proyectos en mente respecto a la música. Yo cuando entré a estudiar teatro dejé de rapear, dejé de cantar, de encerrarme en la pieza a freestylear, entonces ahora quiero retomarlo, quiero empezar a hacer música, sea mala, sea buena, da lo mismo, quiero hacerlo porque me gusta y me hace feliz.
Tengo ganas de tomarme un cursito, un taller, o hacer un curso de producción musical y empezar a rapear de nuevo, a subir mi carrera y a potenciarme, porque en verdad son herramientas que me van a ayudar a desempeñarme en otras áreas igual.
¿Algún mensaje final que quieras dejar?
Quiero darle un mensaje a los cabros de mMaipú, del territorio, de la comunidad, o incluso si no son de Maipú. Quiero decirles que se atrevan, si es que ustedes quieren estudiar arte, música, teatro, actuación, lo que sea, atrévanse, háganlo, no tengan miedo y en verdad después el mundo y la vida les va a agradecer que lo hayan hecho, porque es un área y es un rubro en el que muy pocas personas nos atrevemos a entrar, pero una vez que estamos dentro, no queremos salir más de él.
Aquí tenemos el poder de contar, de crear y de hacer lo que nosotros queramos, y eso nos da una cierta ventaja, ¿Por qué? porque nos permitimos decir lo que queramos… O sea yo si quiero me puedo parar en un acto performativo en pelota en la mitad de la calle diciendo y reclamando y reprochándole al mundo lo que yo quiera y voy a estar en total libertad porque va a ser una propuesta escénica, siempre tomando en cuenta el no perder el mensaje: qué quiero decir, por qué estoy haciendo esto, para qué, cómo, para quién, cuándo y dónde… siempre tener los objetivos claros.
Ahora los cabros tienen que atreverse y hacerlo sin miedo al qué dirán.
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