Análisis: Vittori, el torpe

«Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera». Albert Einstein

El Alcalde de Maipú, Christian Vittori demuestra, semana tras semana, una torpeza política que estremece; ¿lo peor? va in crescendo. El triunfo de Freddy Campusano es el corolario de una serie de errores desafortunados. Pero todo comenzó mucho antes…

Corría el año 2012 y Freddy Campusano trabajaba entusiasta por Christian Vittori; y no era de extrañar. Amigos de años, Campusano invertía buena parte de su tiempo libre, en recorrer la comuna, convenciendo a la gente que Vittori encarnaba un proyecto que tendría acento en lo local. En el fondo, Campusano cometía sin saberlo, un error que varios (me incluyo), cometimos: pensar que con la llegada de Vittori a la Alcaldía, tendríamos por fin un gobierno local, pensado, diseñado y ejecutado por maipucinos… nos equivocamos.

Una vez asumido Vittori, su gobierno local se fue llenando de personajes traídos desde fuera; el sello de la gestión lejos de estar marcado por la impronta local, se fue llenando de personas de Renovación Nacional, comerciantes, hojalateros y oportunistas. Atrás quedaba el sueño de un gobierno comunal que rescatara a los mejores de los nuestros.

Y Vittori, desde el primer día, cometía un error garrafal. Traicionaba a Campusano. A su amigo, a ese que se la jugó, ni siquiera le invitó a la asunción del mando. Cuando los analistas de la plaza, esos mismos que son despreciados por el círculo del edil, pues mientras los primeros piensan, crean escenarios y se anticipan, los segundos, cobran, calientan sillas y se equivocan una y otra vez. Los analistas de la Plaza, también llamados “los huevones del paradero 15” por el círculo municipal, vaticinaban que Campusano sería un peligro para Vittori, la respuesta era que simplemente la cosa “no es tema”.

Hoy Campusano podría ser un jefe de gabinete, o un administrador municipal. Pero Vittori optó por alejarlo; por darle vuelta la espalda. Y ahí, en ese pequeño desprecio, se configura una noche mágica, coronada hoy, con un Freddy emocionado. Agradeciendo a sus partidarios y apuntando con el dedo, a todos aquellos (Concejal Abraham Donoso incluido) que le dieron la espalda.

Campusano quería ser candidato a diputado y su partido le dijo que no. Las negociaciones de las cúpulas políticas lo dejaban fuera. Hoy, de cara a los resultados obtenidos, no es un disparate asegurar que Campusano podría haberle competido al siempre frágil Pepe Auth. Sin embargo, los caminos de la política pusieron a Campusano como candidato a Consejero Regional. No era fácil, al frente tenía a Leonardo Grijalba, Consejero en ejercicio desde tiempos inmemorables. Sin embargo, quien acostumbrado estaba a ser elegido vía negociación política, hoy debía salir al ruedo de la gente. Sería el pueblo quien escogería.

Vittori, en ese sentido, podría haber buscado recomponer, o enmendar la traición a su amigo, pero lejos de ello, acrecentó la ira de Freddy. El Alcalde de Maipú se la jugó por Leonardo Grijalba y el equipo «chico» del edil, compuesto por el periodista de la Universidad Pedro de Valdivia, Rodrigo Velásquez y el egresado de la escuela industrial 4 Álamos, Patricio Chandia, no sólo no movieron un dedo por Freddy; al contrario, boicotearon de forma sistemática su campaña.

Con todo el sistema en contra, Campusano doblegó al candidato del alcalde. Y sin un candidato a diputado de su partido compitiendo en el distrito, y con un Undurraga que fue tibio en su apoyo, Freddy sacó la tarea adelante. No. No lo hizo solo. Atrás de él se encuentran varios equipos de personas que antes que nada, lo quieren. Después de ello, le ayudan en lo que sea necesario. Y la falta de dinero, muchas veces se solventó con mística. ¿No había quien instalara una postera? ahí estaban los amigos de Campusano, encaramados arriba de un poste.

Y como Vittori es torpe, y en apenas pocos meses de ejercicio del poder, a demostrado una capacidad innata para sumar enemigos y desencantados, todos aquellos desilusionados de la gestión vieron en Campusano un motivo perfecto para pegarle una señal de alerta al Alcalde.

Hoy, el triunfo de Campusano, tuvo el dulce sabor de la victoria conseguida con mística; esa mística que sólo tienen las cosas que cuestan en la vida. Por cierto el triunfo de Freddy no fue gratis. Todo costó. Pero el día en que Freddy se convirtió en CORE, automáticamente la figura del alcalde se hizo más pequeña. La historia dirá, si fue esa misma noche cuando comenzó el principio del fin de la era de Vittori.

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Nicolás Aravena

Fundé La Voz a los 21 años. Dicen que escribo bien, me apasiona la política, fotografía y entender el mundo que habitamos. Dejé de fumar hace poco, hago chistes malos y bailo pésimo

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