Chile 2050: el futuro que se nos viene encima

Entré a la universidad el 1992, en 3 años se cumplirán 30 años. Considerando este dato, puede que el 2050 no esté tan lejos

En 1992 era difícil pensar en Uber. No era común tener computador, internet y mucho menos celular. Que cada persona portase en su bolsillo un pequeño dispositivo que se comunicara permanentemente con la red (subiendo y descargando información) todavía era ciencia ficción.

Muchas cosas han pasado en treinta años y una cosa es indiscutible, la educación superior no nos preparó para lo que venía: economía del conocimiento, era digital, automatización, redes sociales y el imperio de las tecnologías de la información (TIC).

La reciente huelga de las y los trabajadores de Walmart, muestra que no tendremos cómo evitar las transformación que las nuevas tecnologías (algunas ya no tan nuevas) impondrán a los modelos de negocio y el campo laboral.

La avalancha de sensores, comunicaciones e informática seguirá causando huelgas, despidos y quiebras; casi con la misma certeza que la necesidad de transformar la educación, formación técnico-profesional, el desarrollo de las ciencias exactas, tecnológicas y sociales, así como los modos de producción.

Si la fuerza física e intelectual humana es reemplazada por robots e inteligencia artificial, una parte importante de la población podría quedar sin las capacidades necesarias para encontrar trabajos que le permitan desarrollar su máximo potencial.

Esto profundizaría aún más la desigualdad de ingreso nacional; entre cuyas causas se encuentran una deficiente planificación educacional y productiva.

Urge que reflexionemos como sociedad sobre lo que le espera a la siguiente generación en 30 o 40 años. Necesitamos identificar aquellas actividades en que los humanos no seremos reemplazados y donde tendremos las mayores posibilidades de desarrollo personal y colectivo.

Pero hay que actuar rápido para introducir oportunamente los cambios necesarios en el sistema de educación, producción científica y técnica e, idealmente, en las herramientas de incentivos económicos y apoyos estatales a la creación de nuevas áreas industriales para el país.

Sin duda, no serán todos los trabajos los que se vean afectados e incluso hay varias actividades que deseamos entregar a las máquinas, debido a los altos riesgos que involucran. Pero lo que podemos aprender de la historia es que los cambios llegan y suelen afectar a la sociedad completa, más aún en una economía tan abierta como la nuestra.

Resulta tremendamente difícil corregir lo que no hicimos hace treinta años, pero tal vez estemos a tiempo de reaccionar para preparar a Chile para el 2050.

Mauricio Vargas,
Capitán Partido Pirata. Geólogo de profesión. Homo Sapiens por evolución. Parrillero por vocación.

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