Al final el cuerpo que se encontró el 25 de octubre de 2019, completamente calcinado en el Supermercado Alvi de Plaza Maipú, corresponde al de Maicol Yagual, de 22 años. Sin embargo, la historia comienza mucho antes.
Porque Yagual no es un vecino antiguo de la comuna. Al contrario, al momento de morir no llevaba si quiera un mes viviendo en Maipú. ¿Cómo es que un ecuatoriano de 22 años termina muerto en Maipú en medio de un toque de queda?
Conversamos con Gladys Yagual, hermana de Maicol, tratando de comenzar a armar un puzle completo. También como una forma de ponerle rostro a nuestros muertos.
Esta crónica, convengamos, es un intento por arrancar de la inmediatez del periodismo, o tal vez de profundizar en una de las historias de muerte, que tiñeron de rojo el país en la segunda mitad del 2018.
El arribo de los Yagual
Como la gran mayoría de las historias de los migrantes, éstas comienzan con la decisión de alguien de cambiarse de país en busca de mejor vida. Una paradoja en este caso, porque esa búsqueda de mejorar la vida terminará con un Yagual muerto. Con Maicol, el menor de 4 hermanos.
Hace 3 años y medio la madre de Maicol dejaba atrás la Ciudad de Milagro y sus 25 grados de temperatura promedio. Dejaba atrás la ciudad conocida por su producción de piña y azúcar, pero también a tres hijos, y una hija. Recorrería más de 3100 kilómetros para llegar a Antofagasta, la “perla del norte”, la ciudad minera.
Y es que el norte de Chile sigue siendo una promesa de mejor vida para miles de peruanos, bolivianos, colombianos y ecuatorianos, que migran año a año.
Con la familia Yagual separada, Maicol está a salvo. Sigue en Milagro, donde se dedica a predicar la palabra del Señor para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El nombre de la iglesia, no nos dice mucho en Chile, porque acá a sus seguidores los conocemos como mormones. Y Maicol, era eso, era un mormón.
Seis meses se demorará la matriarca de la familia en establecerse en Chile y comenzar con el proceso de reagruparse. Maicol es el primero en venirse, y cuatro meses después llegará Gladys, la hermana. Los dos hermanos restantes llegarán a Chile recién el año 2019.
Con la familia completa instalada en el país, Maicol decide migrar nuevamente. Tiene 22 años y está en la edad justa para lanzarse a la aventura: y lo hace. Viaja a Santiago el año 2018 y encuentra trabajo en el asilo de ancianos en Maipú: Años Dorado.
Pero los Yagual son una familia unida; de esas que se llaman por teléfono todos los días. Porque Maicol no se iba a la cama, sin saber o hablar por teléfono con su mamá. “Se dormía después que mamá le diera la bendición”, me confiesa Gladys.
Apenas unos meses después Maicol volvía a Antofagasta: la familia de nuevo estaba reunida.
La aventura de Maicol, a pesar de que duró poco, no fue en vano. Porque en ella descubrió que le gustaba cuidar ancianos. Más importante aún, la aventura incubó un sueño: quería ser técnico en geriatría.
Decidido a volver -a pesar de la oposición familiar- arribó a Maipú el 25 de septiembre de 2019. Volvía a Años Dorados a trabajar y lo hacía doblando turnos. Su madre estaría prontamente de cumpleaños y Gladys (o la ñaña como él le decía), sabía que él quería ganar dinero para “entregarle un detallito a la mamá”.
Pero para Maicol no hubo cumpleaños, y para la madre no hubo “un detallito”. Para la familia Yagual hubo muerte, burocracia, exámenes médicos, preguntas sin responder y pena. Ante todo, mucha pena.
“Un día no más salió”
Que Maicol estaba desaparecido, fue algo que la familia notó de inmediato. Acostumbrados al contacto diario vía telefónica, cuando Maicol desaparece, a Gladys de inmediato le causó extrañeza. Un sentimiento que disimularía para no preocupar a la madre, y también para no preocupar a alguien -que hasta ahora- no hemos mencionado: Elías, el hijo de Gladys; el mismo que siendo un bebé, era paseado por su tío Maicol; el mismo que está siendo atendido por una sicóloga, buscando la forma de contarle que su tío ya no está. Que su tío se fue. Que Maicol, el menor de los Yagual, no volverá.
Gladys lo cuenta mejor que nosotros.
(Elías) “era muy apegado a Maicol. Yo me separé del papá de mi hijo cuando mi hijo tenia meses de nacido, entonces era el único niño en la casa y Maicol vino a ser como su papá. Él lo cargaba. Como yo fui cesareada yo quedé mal. Después de mi parto entonces el me lo cuidaba: lo cargaba, le sacaba los gases. Si lloraba en las noches lo cogía, entonces todas esas cosas lo hacen tener como el rol de papá”.
gladys yagual
Quizás los Yagual en algún momento sintieron alegría por la decisión de venirse a Chile. Por la TV veían que en Ecuador se desataba una crisis política y social, que llevaba marchas y protestas. Incluso muertos.
Y ellos estaban acá, en Chile. A buen resguardo. Fue por esos días que el Presidente Piñera declaraba que «En medio de esta América Latina convulsionada veamos a Chile, nuestro país es un verdadero oasis con una democracia estable, el país está creciendo, estamos creando 176 mil empleos al año, los salarios están mejorando».
Apenas un par de semanas bastarían para demostrar que Chile no sólo no era un oasis, sino que tampoco tenía una democracia tan estable. Los aires de agitación de Ecuador recorrían miles de kilómetros para reaparecer en Santiago de Chile, y por cierto en Maipú. Y en Maipú estaba Maicol Yagual.
Gladys me cuenta que por televisión vio lo que sucedía en Ecuador y que se enojaba al ver el trato que la policía de su país le daba a los y las manifestantes. Un par de semanas después su indignación estaba radicada en Chile
“Veíamos como chicas eran violadas, amenazadas; los policias les pegaban y uno se sentia triste. Triste porque uno es ser humano independiente de las nacionalidades que tengamos. Me sentia triste y conversaba eso con Maicol. ¿Maicol como estás? Me decia estoy bien ñaña, no salgo del centro. El no salia, el trabajaba todos los dias. Salió un dia, que fue su día libre, un día no más salió”.
Gladys yagual
La desaparación
Es miércoles 23 de octubre de 2019 y el estallido social en Chile cumple 5 días y varias estaciones de metro aún muestran el humo que acredita su destrucción. El oasis de Piñera lleva 5 días en toque de queda y Yagual -ajeno a la política- cumple 3 semanas doblando turno.
Es miércoles 23 de octubre y Maicol debería estar descansando, pues se suponía que era su día libre. Pero decidió trabajar.
“se fue a ayudar a la señora, a la señora de donde el trabajaba, a la dueña. De acá para allá andaba, el compartiendo con ella y después como a las 9 llegó al hogar, iba por ratos y venia. Ese día conversamos con él y andaba trabajando, después nos llamó y conversó con mi hijo. Mi mamá estaba a un costado de la cama y yo estaba por el lado de los pies”.
gladys Yagual
La última llamada de Maicol a su familia sería muy cerca de la medianoche del 23. El joven cuenta que se va a ir a dormir, pero tiene hambre. Gladys recuerda que su mamá le pidió que no saliera a comprar nada.
“Mi mamá ya ha vivido (un toque de queda) porque mi mamá tiene mas años que uno pero nosotros no sabemos, bueno no sabíamos. Ahora ya se que en un toque de queda se puede matar lo que sea y nadie se responsabiliza de nadie”.
El 24 de octubre en la mañana llamaron a Maicol pero no contestó. Gladys le dijó a su madre “será que está cansado y ayer no descansó”. Hoy día sabemos que lo de Maicol no era cansancio. Era muerte. Para su mamá y Gladys, el silencio de Yagual significaban preocupación. Temían que no hubiera ido a trabajar.
A las 16 horas la madre estimó que, de haber dormido, había llegado el momento en que se debería haber despertado. Eran muchas horas sin saber nada y las llamadas, cada vez más insistentes de la familia, caían olvidadas al buzón de voz.
La búsqueda
El 25 de octubre Gladys supo que su hermano estaba desaparecido. Fue a través de facebook que se encontró con un mensaje. Uno de los millones que aparecen a diario en la red social. “Ayúdennos a buscar a mi compañero de trabajo”, decía el mensaje, que tocó cada fibra de Gladys.
Y es que todo cambia cuando “el compañero de trabajo” es tu hermano, o tu hijo. O el tío de Elías.
La madre de Yagual comenzó a llamar a las compañeras de trabajo de su hijo. Tenía el número pues cuando Maicol quedaba sin megas, les pedía a ellas sus teléfonos para contactar a la familia.
De esas conversaciones recuerdan que las compañeras les explicaron que no les dieron aviso, pues pensaron que Maicol había sido detenido por no respetar el toque de queda. Y si esa era el caso, ellas podían lograr su liberación.
Pero Maicol no se encontraba en ningún calabozo. Incluso hoy, hay dudas si su cuerpo estaba en esa fecha en el supermercado, o si pasó otra cosa y luego lo pusieron ahí.
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