El pasado 7 de noviembre, una familia se encontraba despidiendo a su padre en el Cementerio Católico de Maipú y cuando le estaban dando sepultura, grande fue la sorpresa al comenzar a notar que el ataúd no cabía dentro del nicho.
Juan Vargas, hijo de la persona fallecida, contó a La Voz que recibieron un mal servicio desde el principio, ya que cuando llegaron no había nadie que nos recibiera. «Tuvimos que esperar alrededor de media hora para que llegara gente del cementerio con el carro y nosotros comenzáramos a caminar», indicó al respecto.
La voluntad de su padre era estar en ese cementerio donde estaba su mamá, su hermana y una sobrina, pero escombros y tablas con clavos en el lugar daban cuenta que no hubo ni siquiera una limpieza, e incluso faltaban bancas, sillas o toldo como elementos básicos para disponer de un funeral.
«Cuando despedimos a mi papá y me pidieron la autorización para cerrar el ataúd, porque lo abrimos nuevamente para despedirnos de él. Pescaron el cajón y lo metieron de cabeza, no caía bien, lo volvieron a sacar y ya empezaron a deteriorarlo, a pelar las manillas, a pelar el ataúd por abajo», continúa contando Juan.
Habría sido luego de dos intentos que se dieron cuenta que había unas tablas dentro del nicho, las cuales estaban clavadas «en forma de S», y procedieron a sacarlas junto a unos fierros y escombros, todo en medio del servicio fúnebre.
«Yo me doy vuelta para ver a mi mamá y lloraba de pena, de ver cómo lo estaban maltratando. Y ahí es cuando mi mujer me llama y me dice que estaban tratando de empujar con el pie para que cayera el ataúd».
Tras esto, menciona que le pidió a los encargados del entierro que lo colocaran en un nicho más grande. «Yo ahí no quise abrir la urna porque quizás como iba a encontrar a mi papá si lo habían puesto de cabeza», recuerda.
El cementerio no responde
«Nadie fue a poner cara, nadie fue a pedir una disculpa, nadie del cementerio», es la afirmación que mantiene Juan hasta el cierre de esta edición.
En primera instancia, el mismo día del incidente, intentaron hablar con «la señora Paulina», administradora del Cementerio, pero les dijeron que ella «solo venía los martes y los jueves», por lo que se fueron. Cuando, al otro día, volvió junto a su hermana por una respuesta, ella les dijo que «no podía hacer nada», pero les respondió que el día jueves tendría una solución para darles lo que de todas formas no sucedió.
Juan, relata que fue una semana después junto a su madre, «nos hizo esperar media hora y nos hizo pasar, pero me dice ‘don Juan nos fue pésimo, no hay solución para nada'». Pero sí, les dijo que las medidas del ataúd que ellos había enviado eran incorrectas y que por eso este no cabía dentro del nicho.
Sin embargo, el afectado asegura que se tomaron las medidas con dos semanas de anticipación. «Hay gente que se nos acercó y dijeron que habían pasado por algo similar y ya llevan años esperando por una solución», algo que no les han dado.
Al momento de publicar esta nota, La Voz intentó contactar al cementerio para obtener alguna respuesta sin éxito.