Cuando el 5 de junio del año 2004, decidí comenzar un proyecto de periodismo local en Maipú, lo hice por varias razones. La primera de ella, es que vi en la creación de un medio local, una linda oportunidad de aprender el periodismo desde el ejercicio del mismo. En el fondo quería soltar la mano. El proyecto se llamaba El Pastiche y hasta el día de hoy varios me cuestionan el haberle dado término. El 2007, comencé con La Voz de Maipú y de ahí en adelante, he escrito sobre innumerables temas de la comuna. En su momento, pudiendo haberme ido de Maipú, no lo hice pues acá está mi familia, mi historia y, por cierto, mis lectores.
Han pasado casi diez años de trabajo, de golpes periodísticos, de tomar fotos y hacer videos. Diez años en que crecí una enormidad y en los que, más de lo que quisiera, cometí varios errores. Comencé escribiendo para 20 personas al mes y terminé haciéndolo para más de 15.000. De cierta forma, marqué el camino para varios otros medios locales, que al ver que había un medio de que se preocupaba del diseño, que invertía en equipos fotográficos, decidieron competir. Hoy veo con simpatía lo que hace La Batalla en su edición web (www.labatalla.cl) y Radio Eme, con sus crónicas (www.radioeme.cl) . También disfruto las copuchas de Manuel Silva en Facebook y leo su Cambalache.
Pero el motivo de esta columna es otro. De un tiempo a esta parte otros proyectos han ido ganando espacio en mi quehacer diario. Más allá de eso reconozco que me he ido cansando. Es por ello que tras varias semanas dándole vuelta al asunto, hoy he decidido dar un paso al costado. Desde el día 10 de febrero de 2014, dejo de ser director de La Voz de Maipú. Me voy contento pues en todos estos años, creo haber mejorado la pluma, y pues logré armar reportajes que incidieron en Maipú. Sin ir más lejos, el día miércoles próximo parto a Bolivia a recorrer sus fincas de café, buscando temas para un nuevo proyecto en internet. Estaré una semana desconectado, pensando y recargando baterías.
La pregunta que puede rondar a algunos, aquellos que nos leen y nos quieren es si ido el Director, sigue el medio de comunicación. La respuesta es un sí rotundo. Acá tenemos un buen medio, y debe seguir adelante. Y por cierto seguir mejorando, pues vivimos en una sociedad de cambio constante. Mi reemplazante se llama Liz Muñoz, es chilena – canadiense, y tiene varias de mis virtudes y poco de mis defectos. Ella asume a partir del día de hoy y viene con varias ideas nuevas. Habrá nuevas secciones, se harán más constantes las actualizaciones y habrá más entrevistas.
No sé si estoy cometiendo una infidencia, pero también llegará más gente al medio. Creo que durante la gestión de Liz, La Voz, será una voz más comunitaria. Ella buscará meterse en el mundo de las organizaciones sociales, entre varias otras sorpresas.
Mi columna de opinión seguirá abierta, pues pedí seguir con ese privilegio. Además de vez en cuando buscaré la forma de colar mis reportajes y noticias. Sin embargo será a lo lejos, pues asumo nuevos desafíos que me tienen muy entusiasmado. Durante este tiempo me refugiaré en el término de mis estudios de periodismo, debo armar una tesis; además de otras cosas.
Dejo La Voz contento, con ese sabor extraño de quien deja partir a un hijo. No tengo dudas respecto a que el futuro será promisorio, y doy las gracias a cada uno de los lectores y todas aquellas personas que me ayudaron en este largo camino. En las próximas semanas volverán las actualizaciones y hoy es una nueva persona quien asume el mando de este buque. No me queda más que desearle éxito en la empresa que inicia. Tengo la confianza que rápidamente comprenderá como funciona esta comuna; yo no le he dicho nada, la idea es que llegue sin sesgos de ninguna índole.
Un abrazo a todos. Comienzo un nuevo camino.