Es difícil cuando se habla del Liceo Nacional de Maipú dejar fuera a su director: Carlos Fernández. Institución y profesor van de la mano, más cuando desde su fundación, el año 2003, Fernández ha estado en el cargo.
Fernández nos recibe en su oficina, en un colegio que conoce de memoria. Uno que nació al alero de una de las tantas medidas de Joaquín Lavín, quien, desde su cargo como alcalde De Santiago, quiso que el Instituto Nacional tuviera un símil. Y ese símil es hoy el Liceo Nacional.
Sin embargo el Nacional de Maipú a los años se sacudió de su hermano mayor. Soltó amarras. Y apostó por educación de calidad, centrada en un resultado que cambia vidas: permitir que sus alumnos llegaran a la Universidad.
Los resultados dicen que mal no les fue: varias veces superaron la Instituto Nacional y hoy con varios de sus alumnos con carreras terminadas y otros estudiando en la Chile o la Católica, Fernández sabe que nada es para siempre. Va a cumplir 20 años en el cargo y el próximo su historia llega a un final. Al menos dentro del colegio. Se va el hombre, pero las instituciones quedan y, en momentos de cierres de ciclos, Fernández se prepara para un cambio enorme.
Desde el próximo año entrarán alumnas al colegio y Fernández prepara todo para que la mixtura le permita al proyecto educativo seguir creciendo. Tal vez éste sea su última batalla. Y el director, metódico, habla del tema.
En el marco del proyecto: ¿QUÉ PASA EN LAS ESCUELAS?, Análisis del impacto de programas y protocolos para enfrentar la violencia de género en los establecimientos, financiado por la Secretaría General de Gobierno, a través del Fondo de Medios 2022, en La Voz de Maipú entrevistamos al director del Liceo Nacional de Maipú sobre los desafíos futuros y las formas en que enfrentarán el proceso. Como siempre, Fernández no eludió ninguna pregunta.
