Antiguamente, el living era el orgullo de la casa. Un lugar casi separado del resto del hogar dedicado a recibir visitas y celebrar momentos solemnes.
Más adelante, el living pasó a ser el lugar donde «ver tele», donde escuchar música o simplemente echarse a leer. Un lugar donde olvidarse un rato del resto de la casa y descansar.
En ambos casos, el living cumple una función importante pero no es la única ni por lejos la más relevante. La mayor parte de la vida en el hogar no se vive en el living.
Por el contrario, el baño, la cocina o los dormitorios cumplen funciones más importantes aunque menos vistosas. Para qué hablar del comedor, verdadero epicentro de la vida social chilena.
Pues bien, algo parecido pasa con el centro de Maipú.
El centro de Maipú, o simplemente la plaza, ha sido por años el punto de reunión de la sociedad maipucina. Ha sido el lugar donde «ir a recrearse», «ir a comprar» o «ir a disfrutar de un evento». Un lugar separado de nuestras «casas dormitorios» donde vamos a dar una vuelta o hacer algún trámite.
Y sin embargo, la Plaza de Maipú es geográficamente una parte ínfima del total de la comuna. Un lugar de paso.
Siguiendo esta idea, podríamos decir que el centro es como «el living» de nuestra comuna. Un lugar al que por años le hemos dedicado recursos y atención, pero que objetivamente está lejos de ser lo más importante.
Concentrarse constantemente en la Plaza de Maipú es dejar de lado el resto de la comuna, en especial nuestros barrios o –dicho en buen maipucino– nuestras villas.
Obsesionarse con el orden, la limpieza o la seguridad de la plaza es una manera de olvidar la misma seguridad, limpieza o seguridad en nuestros barrios.
Ciertamente una cosa no quita la otra. Pero históricamente la preocupación por el centro de Maipú ha ido en desmedro la vida en nuestros barrios.
En este sentido, nos parece que el esfuerzo que ha hecho la municipalidad por contar con lugares de atención fuera del centro es acertado. Lo mismo podríamos decir de los médicos a domicilio o los operativos veterinarios, por poner dos ejemplos más.
Sin embargo, todo esto es aún insuficiente. Falta mucho, mucho, mucho más.
En tiempos de luces y televisión, donde la moda es traer famosos, importar recetas gourmet del barrio alto o bautizar los eventos con pretenciosos nombres en inglés, nos parece fundamental volver la honestidad de nuestros barrios.
Barrios con historia como La Farfana, Lo Errázuriz, Cuatro Álamos, Los Héroes y tantos otros necesitan ser revalorizados con urgencia.
¿Cuándo fue la última vez que se celebró el aniversario de tu barrio? ¿Cuándo fue la última vez que se inauguró una placa en recuerdo de un vecino ilustre? ¿Cuándo fue la última vez que viste un carabinero a pie recorriendo tu villa?
Son parte de las preguntas que nos hacemos.
Hacemos el llamado a la municipalidad, pero sobre todo a la vecindad a olvidarse un rato del centro y enfocar nuestras energías, atención y –por qué no decirlo- amor en los barrios, el verdadero corazón de Maipú, donde realmente vivimos.
Desde La Voz comprometemos también los espacios que la vecindad necesite para mostrar lo que ahí pasa, denunciando los problemas que existan pero también promoviendo su protagonismo.
Y tú, ¿qué opinas?