Deolinda Antonia Correa fue una mujer argentina que en la segunda mitad del siglo XIX partió caminando con su pequeño hijo en brazos hacia La Rioja, en busca de su marido, Clemente Bustos, quien había sido reclutado durante las guerras civiles de la época por Facundo Quiroga.
Según cuenta la historia, la trasandina iba siguiendo las huellas de las tropas por el desierto de la Provincia de San Juan, llevando apenas algunas provisiones, y cuando se le terminó el agua que traía consigo, se cobijó con el niño junto a su pecho y pereció a causa de la sed, el hambre y el cansancio.
El cadáver de la mujer fue encontrado unos días más tarde por un grupo de arrieros que pasaban por el lugar, encontrando milagrosamente al niño vivo ya que se había mantenido amamantando. Luego de enterrar el cuerpo en un paraje cercano y que se difundiera la historia, los paisanos de la zona comenzaron a peregrinar hasta su tumba hasta que esta se convirtió en un santuario.
No fue hasta 1975 que el culto a la llamada «Difunta Correa» se expandió hasta nuestro país, y desde entonces se han levantado una serie de animitas a lo largo de las carreteras de Chile que se caracterizan por la acumulación de botellas de agua que sus devotos le dejan como ofrenda. Una de ellas se encuentra en Camino a Melipilla, a unos metros del cruce El Bosque, en Maipú.
En este contexto, esta semana la Empresa de los Ferrocarriles del Estado (EFE) se ha visto en la necesidad de realizar un llamado a la comunidad ya que, en el marco de la construcción del proyecto “Tren de Pasajeros Alameda – Melipilla”, la animita debe ser reubicada.
En esa línea, desde EFE quieren contactar al grupo de fieles y eventuales responsables de la mantención de la animita de la «Difunta Correa» para poder generar conversaciones y «que exista un común acuerdo respecto del nuevo lugar que se le podrá asignar, cuyo traslado, por supuesto, correrá a costo de la empresa».
En caso de contar con alguna información, contactarse al correo trenamelipilla@efe.cl o al +569 3936 8687
