Son pasadas las 2 a.m. del jueves 3 de diciembre y en Segunda Transversal, casi con esquina Los Limoneros, la tranquilidad del barrio se ve alterada por el ruido de una frenada y, posteriormente, por el sonido de un impacto fuerte y vidrios quebrados.
La imagen es impactante: una camioneta está volcada tras impactar una barrera metálica de contención. En su interior, un hombre y una mujer están atrapados. Los vecinos se organizan y levantan la camioneta para permitirles la salida.
Hay olor a bencina y un joven, al que luego todos los testigos llamarán «el flaco», abre el capó y con un alicate que otro vecino le facilita, desconecta los cables del vehículo para evitar un posible incendio.
En medio de todo eso, tres camionetas de Maipú Seguro llegan, en muy poco tiempo, al lugar de los hechos. Y es que el sitio del suceso, queda a menos de una cuadra del Estadio Bueras, donde los encargados de prevención y seguridad del municipio, tienen su base operativa.
Ahí están, en la noche, la camioneta que estuvo volcada, el conductor y su acompañante y los funcionarios municipales. El chofer de la camioneta está enojado con el joven que la desconectó. Hay un amago de pelea y el vecino opta por arrancar. Tras de él conductor lo persigue a toda prisa.
Ahí quedó la acompañante, esperando que aquél que estuvo a punto de causar un accidente que pudo cobrar vidas humanas, aparezca post persecución nocturna. Y de pronto vuelve. La mira -ya están más compuestos- y le hace un gesto. Ambos caminan en dirección a Cinco de Abril, a vista y paciencia de los guardias de «Maipú Seguro».
La gente se impacienta y desde los departamentos que están a metros del sector, bajan dos hombres que se identifican como carabineros de civil. A estas alturas los ánimos de los curiosos no son los mejores.
La gente le grita a los de «Maipú Seguro» que los responsables del choque escaparon caminando bajo sus narices. «Qué manera de ganarse fácil la plata estos culeados», dice un vecino -evidentemente molesto-.
La presión social hace efecto y una de las camionetas municipales arranca a toda marcha, con los carabineros de civil en su interior. Han pasado valiosos minutos, y la gente se ríe de lo tarde de la respuesta.
«El flaco» también regresa. Abre la camioneta y aparece con dos carnet de identidad en sus manos. Busca testigos del hecho y pregunta si alguno de las dos cédulas corresponde al conductor de la Chevrolet Luv. «El flaco» hace un careo y luego de que varios testigos apuntaran un carnet, se acerca a un funcionario de «Maipú Seguro» que quedó a cargo del «operativo» para decirle: «este huevón es».
La gente ríe y se indigna en partes iguales: «te resolvieron el caso huevón flojo» le gritan. Y «El flaco» no para. Se mete al asiento trasero y encuentra una billetera. Por la radio del funcionario de Maipú seguro se escucha una voz que le dice «la placa patente no corresponde».
Y el caso comienza a resolverse: la patente estaba clonada, por lo que la camioneta tiene que haber sido robada. ¿En qué parte de Maipú estarían escondidos a esa hora los responsables?.
La misma radio nos indica que «los delincuentes no fueron encontrados» y las sirenas de bomberos llegan a efectuar el rescate. Un bombero se baja del carro y pregunta ¿dónde están los heridos?. Pero a esa hora los heridos escaparon, a vista y paciencia de «Maipú Seguro».
Pasan los minutos y los bomberos se van. Los carabineros de civil vuelven en la camioneta en la que iniciaron la tardía persecución de los responsables. La gente se pregunta ¿a qué hora llegará la policía». Un vecino pide que llamen a la 25 Comisaría y que digan que hay protesta: «Ahí aparecen altiro estos huevones», indica.
Un funcionario de Maipú Seguro, que al parecer tenía mayor jerarquía, exige que la gente no haga comentarios. Acusa que están en medio de un procedimiento. Sin embargo le va mal en su intención de que la gente cierre la boca. «Soy libre de opinar», le digo cuando me encara por opinar que era una vergüenza el operativo.
Las camionetas de Maipú Seguro están encendidas: queman el combustible que se financia con nuestros impuestos.
Los carabineros de civil están parados, en medio de la calle, y son encarados por las personas: «estos huevones sirven para hacer montajes y matar mapuches», les gritan.
«El flaco» le indica al de Maipú Seguro desde donde venía la camioneta, y le narra la teoría de cómo pudo haber terminado volcada. La gente exige un sueldo para el héroe anónimo.
Pero esa noche no habrá sueldo. Un carabinero lo encara, pues «el flaco» descubrió que las llaves seguían puestas y estaba dado el contacto. La gente defiende al único que esa noche hizo la pega.
Cansado «El flaco», que reconoció que venía llegando a su casa después de tomarse «un par de latas», emprende el regreso, sin medallas ni aplausos.
Poco a poco los mirones y mironas nos vamos regresando a la casa. Algunos a dormir y otro a escribir. ¿Y los conductores de la camioneta robada?. Al cierre de esta crónica nadie sabía de su paradero. Se fueron del lugar de los hechos caminando a paso cansino, a vista y paciencia de funcionarios de «Maipú Seguro». Los mismos que -al cierre de esta nota- tenían como máximo hito de la noche, el haber puesto dos conos que demarcaban que en ese lugar, se había producido un hecho delictual, que ellos, no fueron capaces de entender, frenar, ni menos resolver.