El miércoles 28 de julio de 2010, Valeria Ferrada, de 7 años, aprendió a leer. Y sus compañeros del 1° básico del Centro de Educación Técnico-Profesional de Maipú la celebraron con aplausos, coronándola como una reina. Otra satisfacción para la profesora Lucía Tabilo y su secuaz, «el lagarto Leo».
Cuando finalice este año ya serán ocho las generaciones de alumnos de este colegio municipal que habrán aprendido a leer, de manera comprensiva, y a escribir con el programa creado por la profesora Tabilo, y que tiene como protagonista al reptil bueno para leer.
«Me inspiré en el Mundiletras, un programa de Estados Unidos que nos mandó a hacer la corporación municipal de educación y que usaba animales para enseñarles las letras a los niños», cuenta la profesora creadora de la iniciativa, por la que el centro entró en la Red de Escuelas Líderes de Educación en Pobreza. Ésta ya la integran 60 colegios desde Ollagüe a Punta Arenas.
La profesora Tabilo explica cómo funciona su programa, mientras recorre su sala, un lugar donde las letras y las palabras llenan todos los espacios. «La primera clase les digo que ellos ya saben leer: les muestro nombres de marcas que ellos conocen, porque están en su entorno, y todos las reconocen y las nombran».
El lagarto Leo está siempre premiándolos: «Los llama por celular, les manda regalos para las vacaciones de invierno, está siempre presente». Así, también, este personaje los motiva a perseverar en la tarea de aprender a leer, la que no es fácil para todos: «Ahora tengo doce niños con problemas para leer, por déficit atencional fundamentalmente. Con ellos usamos estrategias complementarias», explica la profesora.
De esta forma, ha logrado que más del 85% de sus alumnos de 1° básico consigan leer de manera comprensiva, siendo que lo normal para un colegio de sus características (con 81% de vulnerabilidad en básica) es que el 65% de los estudiantes consigan entender lo que leen.
La misma lógica de incentivos se sigue para los 1.340 alumnos que cobija este centro, desde prekínder hasta 4° medio, y de los cuales 29 tienen alguna discapacidad, ya que éste es un colegio de integración.
«El 90% de los alumnos de las dos carreras que ofrecemos, Electricidad y Alimentación, se titulan después de hacer su práctica y ser evaluados», comenta Mariela Muñoz, directora del CTP.
Una de las cifras más altas de la enseñanza media técnico- profesional, asegura la directora, que se ve respaldada por el 65% de sus egresados que se quedan trabajando en las empresas donde hacen la práctica. «Los demás vuelven al colegio y les ayudamos a encontrar empleo, porque hay muchas empresas que nos conocen y nos piden que les recomendemos alumnos», agrega el profesor Sergio Díaz, coordinador de la carrera de Electricidad.
En acción
Profesores y directora están de manera permanente buscando alianzas. Así consiguieron que una empresa les regalara un «patio de postes», donde sus alumnos de electricidad aprenden a escalar con seguridad para realizar arreglos, y que la Fundación Educacional Oportunidad los eligiera para aplicar el programa «Un Buen Comienzo», que estimula las habilidades de lectoescritura de los preescolares.
Aún así, se queja el profesor Díaz, aparecen en rojo en el mapa del Simce: los puntajes de sus alumnos de 4° y 8° básicos bajaron un promedio de 20 puntos.
La directora no se justifica, sabe que es un punto a mejorar. «Nos movilizamos de inmediato y preparamos una estrategia de plan lector para todo el colegio», en la que profesores de todas las asignaturas van a trabajar este semestre.
«En 7° básico perdemos buenos alumnos, porque los papás se los llevan a otras partes. Nos miran como un colegio municipalizado más, pero no somos uno más. Nosotros potenciamos a nuestros alumnos», concluye Mariela Muñoz.