La Voz estuvo con José Luis Alarcón Orellana, administrador del Templo Votivo de Maipú desde el 3 de enero de este año. Antes de obtener el puesto de administrador del templo, José Alarcón, economista de profesión, se desempeñó en el área privada: vivió 15 años en Estados Unidos, y los últimos 7 años antes de llegar al templo, estuvo trabajando en una empresa de Las Condes. También es misionero católico: el 2010 fue a reconstruir casas a Haití junto a 70 misioneros desde Nueva York.
Son las 11:30 de la mañana y las calles de Maipú lucen agitadas. Entre el ruido de los autos y transeúntes, el imponente Templo Votivo de Maipú se oye parsimonioso. Incluso en el parque pareciera que el ajetreo usual de un viernes al mediodía se ha pulverizado.
Dentro del templo votivo la quietud es aún mayor. Solo hay un par de feligreses distribuidos por los distintos lugares dispuestos para la oración. Un guardia conduce hasta José Alarcón. El hombre calvo y de tez oscura que viste una camisa y pantalones formales conversa amablemente con trabajadores del lugar.
Se mueve raudo y enfila hacia su oficina ubicada en un costado del templo, subiendo por unas escaleras. Su presencia, la velocidad con la que hila las palabras y su propia voz no denotan que tiene 66 años.
Ante la solicitud de grabar la reunión, se niega. Comienza a hablar y rápidamente comienzan a ser llenadas varias páginas con un lápiz de tinta rojo para registrar lo que dice. Entremezcla elementos de su labor en el templo con historias personales, como que se fue a trabajar a Estados Unidos por una decepción amorosa.
Está sentado dando la espalda a una amplia ventana que muestra las virtudes del parque, verde y frondoso, contiguo al templo votivo. Cuenta un chiste desprejuiciado, por decirlo de algún modo, a partir de un juego de palabras sobre una oración de un conocido religioso. Habla del Padre Hurtado, pero sobre todo de Raúl Silva Enríquez, a quien conoció en Puente Alto, cuando era un niño. Es de origen campesino.
Tiene tres Carmelitas, como le gusta llamar a la Virgen del Carmen, en su oficina: Una estatuilla que lo mira de frente, un cuadro detrás de su escritorio y un calendario junto a la puerta. También tiene un cuadro del Papa Francisco y un Jesucristo crucificado. En su escritorio hay un ordenador antiguo, dos anteojos y una pila de papeles. Frente a su escritorio hay una mesa redonda con otra pila de papeles y carpetas.
Allí está sentado el nuevo administrador, hablando sobre la vanidad. Dice que la vanidad es el pecado favorito del diablo. «La vanidad divide. El amor une». Ahora cuenta que cantó música sacra durante ocho años para la sinfónica de la Universidad de Chile.
Acepta grabar la entrevista. A las 12 suenan las campanas.
Administrador del Templo Votivo de Maipú: «Nosotros vivimos directamente de la caridad que nos dan los peregrinos»
¿Hace cuánto que usted es administrador del Templo Votivo? ¿Cuáles son sus funciones?
Asumí el cargo el pasado 3 de enero. Mi función es administrar todo el asunto del Santuario Nacional de Maipú. Aquí tenemos el santuario y tenemos también una parte que es el Voto Nacional O´Higgins Templo del Carmen, que es el Museo del Carmen. Y también tenemos un hermoso jardín infantil con capacidad para 160 niños.
Como usted dijo, contiguo al templo votivo está el Museo del Carmen, ¿Qué relación tiene el templo y el museo?
En la familia católica la gran mayoría somos hermanos. Ellos también son nuestros hermanos, pero como institución seríamos algo así como primos. Y desde que llegué, les dije que íbamos a ser primos hermanos. El museo vela por muchas cosas que son religiosas y que son históricas. Ellos pertenecen al voto O´Higgins, que es donde nació el Santuario Nacional, y ellos son custodios de muchas reliquias, tanto religiosas como históricas.
Entonces usted no está a cargo de la administración del museo…
No, no, no. Son nuestros primos hermanos. Ellos están dentro de nuestro recinto, y nosotros como santuario los acogemos donde ellos tienen su organización completa e integrada.
¿Qué hacía antes de llegar aquí?
Bueno, estuve en Estados Unidos durante 15 años, pero también estaba en Chile hace siete años y era encargado de negocios de una empresa en la comuna de Las Condes.
Además del museo, ¿qué otras cosas de valor religioso o histórico alberga el templo votivo?
Bueno, después le voy a mostrar una fotografía de una persona hermosa, una cristiana, católica, practicante, que en sus años de vida donó la imagen que fue la que formó el santuario y que de ahí viene la veneración del Carmen.
No se si habrán dentro del templo otras reliquias religiosas, porque hay muchas cosas que deben estar en el museo, o las conservan en el Museo de Historia Nacional, o forman parte del patrimonio. Pero no estoy en conocimiento si dentro del templo nosotros tenemos cosas históricas. Aparte de nuestra amada Carmelita, la imagen de nuestra amada Carmelita, no se si exista algo especial.
¿Cuál era el estado administrativo del templo votivo cuando usted tomó el cargo?
El mundo cambió con la pandemia y también nosotros sufrimos un estallido social. Entonces aquí todo se juntó, tanto en el área donde yo estaba trabajando antes, como también en el santuario, como en todas las comunas de Chile. Creo que aquí en Maipú, muchas empresas e instituciones cerraban antes y todo eso.
«Nosotros vivimos de la caridad. Entonces, esto es un santuario que tiene grandes costos»
José Luis Alarcón Orellana, administrador del Templo Votivo de Maipú
Y en la pandemia, lamentablemente aquí el santuario estuvo cerrado. Nosotros vivimos de la caridad. Entonces, esto es un santuario que tiene grandes costos. Había mucho recurso humano, había un grupo humano considerable y lamentablemente aquí hubo que hacer restricciones de recursos humanos.
Ahora estamos optimizando todos los servicios de la mejor forma. y obviamente, al estar cerrado el santuario, no había peregrinaje. Entonces el santuario, y no solamente el santuario, como seguramente todas las iglesias de Chile, muchas iglesias de otras religiones, están muy alicaídas. Porque toda casa necesita un mantenimiento, necesita pagar luz, agua, empleados, leyes sociales de empleados, que tienen que ser obviamente respetadas, y todo lo que implica la gestión de una institución.
¿El templo votivo se financia solamente a partir de la caridad de sus feligreses?
Puede haber, cómo decir, distintas, cómo se llama, distintos cánones que se tienen que luchar, se pueden gestionar. Pero para eso, te vuelvo a repetir que el mundo cambió. Entonces está todo restringido.
Pero, en concreto: ¿cómo se financia el templo votivo?
Nosotros vivimos directamente de la caridad que nos dan los peregrinos. Nosotros también generamos de una u otra cosa, tenemos una pequeña santería donde la gente también puede comprar y trabajamos con márgenes mínimos, porque aquí no es para hacer negocios.
Y con donaciones que la gente nos regala, de repente depositan dos mil pesos. Hay un grupo que se llama Micar, que es de amigos de la Carmelita, y la gente ha puesto dos mil pesos, cinco mil pesos, quince mil pesos…no he visto ingresos más allá nunca de veinte mil. Y también de eso nosotros vamos generando. Y aparte de eso, cuando nos han fallado los ingresos, el Arzobispado de Santiago nos ayuda de alguna u otra forma para autofinanciar y poder pagar las necesidades que haya. Y pasa, casi constantemente.
Entonces los trabajadores de aquí perciben sueldo. ¿Usted, por ejemplo?
Todos los trabajadores de acá tienen un contrato como cualquier ciudadano y tienen todos sus sueldos, todos al día, con su previsión al día y con el respeto a sus derechos laborales. Y aparte de eso, específicamente, muy cuidados y resguardados de mi parte en lo que se refiere a la salud, que hoy es más importante, los programas anti covid. Nos preocupamos de eso constantemente. Soy exigente en ese sentido, de cómo hay que comportarse respecto de eso.
¿Usted es el encargado de pagar sueldos?
Yo soy el administrador, es como el…no quiero decir gerente, pero decir la persona responsable. Tenemos una persona encargada de la contabilidad, que prepara las remuneraciones y yo las apruebo. Una vez que las apruebo, obviamente las paso a mi rector, luego las subimos a una plataforma del banco y las pagamos vía transferencia.
¿La Municipalidad de Maipú tiene algún rol en la economía, administración o cuidado del templo votivo?
En la mantención. Ellos nos ayudan a nosotros con la mantención del parque. Los recursos humanos municipales, los trabajadores que están en el parque, son de cargo de la municipalidad a través de un acuerdo histórico ya, de hace muchos años, por considerar lo que es el santuario.
Una vecina hizo llegar hasta nuestra redacción una inquietud sobre el funcionamiento del templo. Cuestionó, por ejemplo, un excesivo uso del agua en el parque. También dijo que ella, junto a otras personas, venían al parque con sus perros, pero que fueron echadas por personal municipal, incluso dijo que una vez les tiraron agua. ¿El templo es un lugar público o privado?
Ya, acá hay que aclarar varias cosas. Insisto en que cuando ingresé el 3 de enero, vi que se regaba a toda hora, en el día, por efecto de los trabajadores municipales y eso se lo hice ver al Departamento de Aseo y Ornato y se creó un nuevo plan, de inmediato, de lograr optimizar tanto los recursos humanos, los tiempos, y aparte de eso, restringir la cosa del agua producto de la situación nacional e internacional.
Ahora nosotros tenemos un sistema que autoriza a los trabajadores regar entre las ocho de la mañana y las doce del día. Y no se riega todos los días, sino que se riega día por medio en distintos sectores. Ahora se riega cada dos días el mismo sector.
Respecto de las visitas de gente que viene con sus animales, con sus mascotas, esta es la casa de todos, pero la casa de todos tiene sus restricciones. Por ejemplo, lamentablemente el parque está cerrado por disposición del Ministerio de Salud. En todo parque donde usted vaya, usted va a ver distintos tipos de visitantes. Y no estoy hablando de visitantes católicos, sino cualquier tipo de visitantes, porque todos somos hijos de Dios.
Hay visitantes de distintas edades y distintos tipos de forma de vivir. Y si usted quiere venir un día, bueno usted puede venir cuando quiera, pero usted recorra el parque y a distintas horas hay jóvenes de repente bebiendo cerveza, de repente hay gente consumiendo droga, de repente hay gente que está haciendo deporte, gente que trae a sus mascotas, gente que viene a pasear, gente que entra en el auto a dar una vuelta y hay gente que obviamente viene a peregrinar.
Pero en el parque se ven muchas cosas inapropiadas y nosotros no tenemos personal ni la autoridad para controlar. Porque hoy, usted sabe que si le contesta mal a cualquier persona, no sabe cuál va a ser la reacción. Y la reacción puede ser una palabra mal dicha, una agresión terriblemente verbal, o un palo, o un arma, ya sea metálica o simplemente un balazo.
Eso es lo que ocurre respecto del ingreso de las personas. Ahora, respecto de las personas que trae sus mascotas, tengo entendido, aquí usted sabe que también la sociedad chilena sufrió lamentablemente algunos inconvenientes, por ejemplo el descuido de las mascotas o el descuido de la procreación de los animales. Hay muchos animales sueltos en muchas partes de la ciudad. En la Plaza de Armas de Santiago, en el parque del Santuario Nacional de Maipú, en la Plaza de Maipú, en nuestros barrios hay muchos animales sueltos.
Tengo entendido que cerca de 10 meses atrás había varios animales viviendo aquí dentro del santuario que no eran de nadie. Pero había como ocho perritos que estaban aquí adentro y su conducta era bien agresiva. Entonces, los feligreses que venían a veces eran atacados por los perritos, porque qué se yo, costumbres o estilos de vida de los animales.
La municipalidad los vino a retirar, pero otros vecinos, de la «vereda de al frente», dijeron «oiga, en el santuario no quieren a los animales, lo están sacando a la perrera». Uno tiene que aprender de eso. El parque tiene sus limitaciones. Aquí el santuario se abre a las 10 de la mañana y se cierra a la una. Estamos hablando de lunes a sábado. Y en la tarde se abre de 2 y media a cinco y media. Y media hora más para tratar de sacar a la gente, y se supone que afuera la puerta debiera cerrarse.
Hay gente que viene a hacer deporte, hay gente que viene a conversar, a fumarse un cigarrillo, hasta pololear, porque el santuario es así, atrae mucha gente. Yo he visto eso en persona. Inclusive si usted ve, aquí afuera donde está todo el lugar histórico, que está cerrado, ahí, la gente ingresa y nosotros tenemos puesto un letrero que dice «cuidado, peligro de demolición, no ingresar». La gente entra igual.
Entonces, cuando yo voy saliendo aquí a las seis, siete de la tarde, les digo: «hola, qué tal, soy José Luis, el administrador. Gracias por venir, pero sabes qué, no te vaya a ocurrir algo, tenemos cerrado porque fíjate que te puede pasar tal cosa», me dicen: «no, a mí no me pasa nada». Yo respondo: «ya, pero sabes qué, te invito a que no, porque te pueden tomar fotografías o cualquier cosa». Y dicen: «ah, no estoy ni ahí con las fotografías. Bueno José Luis, salgo de inmediato». La gente lo toma de distinta forma.
Cuando yo bajo, por ejemplo, y tengo que ir al jardín infantil a una reunión o a cualquier cosa, o voy al museo, yo me encuentro con jóvenes. Ahí nosotros estamos haciendo una remodelación de los baños públicos para el parque, cuando se pueda abrir. También me he encontrado con jóvenes ahí en grupo, entre seis y ocho jóvenes, fumando marihuana. Entonces qué voy a decir: «oye, no pueden fumar marihuana acá». Me van a decir: «oye, pelado tal por cual, te voy a esperar afuera».
Entonces, qué ocurre referente a las mascotas, para volver atrás. Ocurre que el santuario se cierra a una hora, a las seis de la tarde, y la gente quiere venir, nosotros inclusive les damos un margen hasta como de dos horas. Hasta las ocho de la noche, a veces hasta las diez de la noche, porque igual queda gente acá, y que dejamos vigilantes en las puertas.
El vigilante no puede salir de la puerta a decir: «oiga, tiene que sacar el auto, tiene que salir con el perro», porque la gente ya está adentro. Pero si son las diez de la noche, o es una hora que no es apropiada, o cualquier hora en que el santuario ya está cerrado, no es lógico que la gente entre con las mascotas.
Pero como la gente tiene necesidad, de que llega de sus trabajos, quiere sacar a sus mascotas, nosotros igual damos el margen y a veces hasta las diez y media, once, la gente todavía no sale desde este lugar, del santuario.
Inclusive hay una parte en que está tomado el parque. No está cerrado. Y ahí es donde la gente se va a meter. Entonces, el guardia no puede venir a sacarlos. Pero cuando hay gente que viene entrando y ya están cerrando, le dicen: «sabe qué, no puede entrar». Y la gente dice: «Ah, vine con el perro y no me dejaron entrar».
No es el personal de los jardines, como usted expresó, que del municipio no los dejan entrar. Es nuestro personal que está en la puerta. Pero por las razones que nosotros explicamos. Pero como los dedos de las manos son distintos, obviamente la gente tiene otra percepción porque lo mira desde su vereda.
Me ha tocado, disculpa que te interrumpa, me ha tocado que estamos cerrando el santuario a las seis de la tarde…yo enciendo la luz aquí y la apago. Acá el horario de los empleados es a las ocho y media de la mañana, pero yo llego cinco para las ocho. Y soy el último en irme, porque yo pongo la cabeza en la almohada y duermo. ¿Me entiende? Que la cosa está cerrada y que no quedó nadie adentro. Pero qué es lo que ocurre, que viene alguien y dice: «Oh, ¿están cerrando? Pero déjennos mirar, que nosotros venimos de Copiapó».
Antes de ayer venían dos franciscanos desde Copiapó, venían caminando. Entonces nosotros los esperamos. Yo les dije: «hola, cerramos a las seis, bienvenidos, ¿de dónde son?». «Ay, venimos de Copiapó, no teníamos idea, venimos de la Gruta de Lourdes», dijeron los hermanos. «Ah, está bien. Pero, ¿sabe? Estamos cerrando. Si quiere puede hacer una oración, lo esperamos unos diez, quince minutos. Pero si quiere venga mañana, está abierta la puerta». Al otro día vinieron.
Con los peregrinos nos ha pasado que viene gente muy enferma, gente que viene terminal, comúnmente con cáncer, y que los traen a una hora después del calor. Y a esa hora se está cerrando el santuario, porque hay un horario de verano, porque hay restricción de sacerdotes, etc.
Y no nos permite tener un horario más amplio. Nosotros podemos terminar a las diez de la noche, siempre y cuando las condiciones se dieran. Pero hay gente que viene a última hora y vienen aquí a la puerta del santuario. Y esta es la casa de todos. Cómo les vas a cerrar la puerta. «Ya, mire, está bien. Le vamos a traer un vasito de agua, pase, adelante. Pero estamos cerrando, entonces, como están las luces apagadas, le invito que pueda venir otro día. Pero si quiere orar, tómese su tiempo, le damos diez, quince minutos».
La gente no conoce esa parte tampoco. A lo mejor nunca vamos a tener la forma más óptima. Pasa lo mismo con las municipalidades, pasa lo mismo con los periódicos, pasa lo mismo con las iglesias, pasa lo mismo con los gobiernos…Nosotros tratamos de hacer las cosas muy bien. Yo por lo menos, en mi gestión, trato de hacer vivo el evangelio. En la casa de Dios no se discute. Aquí se acoge a todo el mundo. Inclusive a la gente que viene a última hora.
«Bueno, sabe qué, disculpe, pero llévese una estampita de regalo que tengo en mi billetera». Y no se po, de repente ando con cualquier cosita en el bolsillo. Siempre me pasa que: «ah, usted es el jefe. ¿Oiga, y no tiene una medallita?» Ahí hay una estampita, por decir algo. Si es que tengo po, porque no tengo millones de estampitas. Son cosas que yo he encontrado y que de repente las he recortado. Y a la gente le encanta que les regalen algo, y es importante porque también hay que ser generosos en abundancia.
Entonces esa persona que dijo que la echaron con su perro, ¿en realidad ese no es el protocolo que usted maneja en estas circunstancias? ¿Usted cree que no se debería traer mascotas acá?
No, aquí son todos bienvenidos. Inclusive las mascotas entran a los rituales nuestros, que es la santa misa, las personas entran con sus mascotas.
Y usted no tiene problemas con eso…
¡No yo! El santuario no tiene problemas con nadie. La gente entra a la misa con sus mascotas. Nosotros nos turnamos los domingos para venir a coordinar todas las misas del sábado y domingo. Nos coordinamos y venimos gratuitamente por contribución, porque tenemos una cosa que se llama devoción.
Entonces, qué ocurre, usted venga a ver o si quiere yo tomo fotos cuando venga, el domingo me toca venir a mí, ojala venga gente con mascotas. La gente entra con sus bicicletas. Tenemos estacionamiento de bicicletas y la gente entra con bicicletas. «¡Entra po!» No hay problema. Y como yo estoy coordinando digo: «Oiga, mire, acá hay una silla, apoye la bicicleta. Y si quiere ir a comulgar, avísele al guardia».
No hay problema, aquí todo el mundo es bienvenido. Cuando seguramente algún colaborador nuestro le ha dicho a alguna persona: «Sabe, tiene que salir porque…» o a lo mejor no le dijo que íbamos a cerrar po, le dijo: «No, sabe qué, tiene que salir, ya es hora de irse». Es por la razón que le he explicado anteriormente, no es por una norma establecida afuera que diga: «no mascotas». Acuérdese que toda mascota y no mascota fueron creadas por Dios. Entonces yo trato de hacer vivo el evangelio.
Aquí usted va a sentir de repente que andan algunos moscos. Bueno yo abro ahí para que salga el mosco. No ando con la cosa matándolo, si también tienen una función que cumplir en la ecología.
Entonces esto es un lugar público…
Todas las iglesias son públicas. Todas las iglesias son públicas. Son instituciones privadas, obviamente institucionalizadas de acuerdo a una religión. Y no solamente las iglesias católicas, o los templos católicos. También los islámicos, los judíos. Y no se si los hermanos judíos, o los hermanos islámicos, o los hindúes, o los asiáticos, tienen restricciones con las personas que entran.
Pero sí, se ha fijado, si usted va a un templo musulmán, si ha visto en las películas, a usted lo obligan a sacarse los zapatos. Claro po, entonces cada uno tiene sus restricciones. Mire, a mí me pasó cuando estuve viviendo fuera del país por la gracias de Dios. «Al país que fueres, haz lo que vieres». Entonces si me dicen: «oiga, usted tiene que sacarse los zapatos para entrar», me los tengo que sacar po.
Entonces nosotros también tenemos algunos horarios y tenemos algunas restricciones. Así como se trajo gratis al circo, también aspiramos a hacer otras funciones. Y nosotros rezamos todos los días, y esto que es bien importante que lo deje usted bien plasmado en esta entrevista: yo invito a toda la gente, seguidores de La Voz de Maipú, a que recemos todos los días para que se termine la pandemia. Si se termina la pandemia el mundo va a volver a ser, seguramente, similar a lo que era antes. Sino vamos a tener que vivir con la mascarilla en la cara por el resto de nuestras vidas.
Usted es una persona muy joven. Yo soy un adulto joven también. Pero no es la idea que usted durante el resto de su vida tenga la mascarilla en la cara. Entonces, en la medida en que esto se termine, van a estar abiertas las grandes alamedas, como dicen los políticos, pero va a estar abierto el parque y vamos a tener mayor seguridad. Y la gente se va a sentir más acogida. Pero por lo menos desde que yo llegué, esta cosa tengo entendido que ha funcionado así. Yo puedo hablar de mí administración, de que esto se cumple.
A pesar de que el parque está cerrado, ¿si viene una persona no la van a expulsar?
No, es que el parque tiene una limitación. Pero hay una parte afuera del parque, que yo se la voy a mostrar cuando salgamos, que no está cerrado. Y como no está cerrado, la gente se sienta en esa área y trae a sus mascotas, sus animales y hace su vida social. Desde pololear…voy a decir una palabra que no suena muy apropiada, pero, a ver, cuando yo fui lolo, hablaban también de «atracar».
Pero también aquí cuando yo me voy, a las siete de la tarde, la gente está efectuando esas labores ahí en el jardín y está la vereda ahí a pocos metros y está la Avenida Rinconada, o está el otro lado, y lo están haciendo.
Entonces yo no puedo ir a decirle cualquier cosa a la gente. Yo les tengo que decir: «¡hola, gracias por venir!» No los voy a aplaudir po. Pero está la gente ahí, entonces eso es lo que pasa.
¿Esto también es parte del parque, lo que yo estoy mirando?
Esto es el parque. Yo le voy a hacer un tour.
Pero, eso significa que, a pesar de que está cerrado, usted ve gente dentro del parque
Claro, ¿sabe por qué? Porque usted conoce esto de las vallas papales. Las mismas vallas papales son las que cubren los lugares históricos que tenemos afuera. La gente toma la cosa, la salta o la corre y entra por acá. Y la gente entra acá, entra por aquí atrás y aquí todo esto está restringido y simplemente la gente anda por aquí
Ahí tengo que salir yo a decirle: «sabe que está cerrado el parque». «Ah, ya, salimos en un rato. Ya, bueno». Y se quedan po. ¿Y yo qué les voy a decir? «No, no, es que tiene que salir». «Ya, yo voy a salir, pero te voy a esperar afuera».
Los dedos de la mano son distintos. Eso es lo que ocurre. Tratamos de atender y dar cordialidad y tratar bien a todo el mundo porque, vuelvo a insistirle, esta es la casa de todos.
¿Qué objetivos tiene usted como administrador del templo votivo?
Hacer vivo el evangelio, acoger siempre muy bien a los feligreses y que nuestra amada Carmelita, que es la Virgen del Carmen, patrona y reina de Chile, sea altamente venerada y tratar de hacer mi trabajo muy bien. Con dignidad, con reconocimiento, con educación, con prudencia y, sobre todo, con cristianismo, que es lo más importante.
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