Este martes 17 de mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, en recuerdo de la fecha en la que se eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1990.
En este contexto, en La Voz de Maipú hablamos con Cora Elisa, una persona trans de 26 años, maipucina de toda la vida, que hoy se desempeña como artista, cantante y profesora, Licenciada en Artes con mención en Teoría de la Música de la Universidad de Chile, y nos compartió un poco sobre su vida y experiencia.
Cuéntanos un poco, ¿cuándo comenzó y cómo ha sido tu proceso?
El “proceso” o la “transición” a la cual me enfrento tiene un comienzo ambiguo, de hecho es confuso y duro hablar de un inicio, porque no tendría que iniciarse uno. Desde el primer día debiéramos tener la libertad de habitar las posibilidades de ser, pensar y sentir. En cambio, lamentablemente existe un “proceso” o “transición” y tiene que ver con ser obligades a asimilar y entender que existe y existirá una resistencia diaria a las limitaciones y condenas del sistema o «CIStema» hetero patrialcal binario.
La transición de una persona trans reclama urgencia, ya que es la necesidad de ser entendide fuera de los parámetros hegemónicos. Un proceso íntimo del cual las personas trans vivimos desamparadas, pues damos el paso para aceptar que nuestros derechos como personas van a ser vulnerados todos los días.
En mi caso, la transición significó tener que lograr estándares altamente exigentes con respecto a mi expresión de género. Siempre me sentí “ella”, sin embargo la disforia inseguriza mi cotidianidad, ya que mi identidad escapa a la norma, a lo estrictamente binario y la recepción, la validación y el respeto urge cuando andas sola por la calle. Y de apoco se fue dando que empecé a hormonizarme con estrógenos, con mucho esfuerzo recurrí a la depilación láser, dejé crecer mi cabello, moldee mi voz… todo para pasar “piola” y permitirme ser como quisiera ser. Empezar la transición significó estar en paz conmigo misma pero aceptando la guerra contra el cistema.
En tu caso, ¿quiénes han sido las principales personas que te han acompañado?
Las amistades, familia y vinculxs han sido todo para mí, gracias a elles aprendí un montón de cosas. Sobre todo cuando pasamos por cosas similares y existe esa libertad de habitar las posibilidades. Me dieron la oportunidad de habitarme y entenderme como Cora sin tener que dar explicaciones o justificaciones.
¿Qué consideras que ha sido lo más difícil en tu tránsito?
Lo más difícil es el miedo por mí y por la comunidad, porque todos los días es difícil.
Nunca estás ajena a que te pueda pasar algo en la calle, y un grito de burla no es nada en comparación a lo que realmente está pasando.
¿A qué te dedicas laboralmente, y cómo sientes que te has podido desenvolver en ese ámbito?
Actualmente se encuentra en trámite mi certificado de egreso, por lo que no he podido hallar empleos formales que se relacionen con lo que estudié. Sin embargo, desde hace algunos años me había dedicado a dar clases de canto y de piano de forma particular, también conformé parte de una colectiva interdisciplinar con la cual postulamos y ganamos algunos fondos para costear lo que era nuestro quehacer artístico profesional.
Lamentablemente no sumaba un ingreso seguro todos los meses, así que por mientras, empecé a buscar empleos fuera del área artística. En esa búsqueda tuve que luchar contra la ansiedad de ser juzgada por ser trans y además con el peso social de tener 26 años y no tener un trabajo estable.
Por suerte encontré un puesto de maquinista de operaciones manuales de confección y terminación de prendas de vestir, en una fábrica de textiles. Por ahora me he sentido sumamente cómoda, ya que se conforma en su mayoría por mujeres, las cuales me han recibido con mucho amor.
¿Podrías comentarnos, desde tu perspectiva, «qué es ser trans» en Chile actualmente?
Por supuesto, creo que es terrible. Creo que el nivel de desamparo es brutal. No existe el cupo laboral trans. No existe un trato digno desde las instituciones con las identidades disidentas. No existe la seguridad para mi y mis compañeras que somos todos los días víctimas del transodio, de transmisoginia, de transfobia.
En el caso particular de ser una paciente trans que recibe atención médica desde el hospital San Borja Arriarán, considero que la atención deja mucho que desear. No existe un trato digno en tanto al uso de los pronombres, al uso y actualización del nombre social y registral. La atención con el médico es un trámite, cumpliré un año desde que inicié el tratamiento de reemplazo hormonal. Un año donde no hubo una evaluación integral de mis cambios corporales ni emocionales. El colapso es tal que me toma menos de 5 minutos estar en la consulta solo para prolongar la receta por tres meses. Considero urgente que el trato en los hospitales sea con un enfoque de género libre de estándares binarios y hegemónicos.
No puede ser que tengamos que ser violadas, golpeadas, baleadas, desaparecidas, humilladas, apuñaladas, juzgadas y subvaloradas, para que despierte la preocupación y la empatía de las autoridades. Es de esperar acciones concretas y reparaciones integrales.
Ser trans en Chile es llegar a tu casa y pensar en estar tranquila de que no te pasó nada. Ser trans en Chile es que la gente en la calle se crea con la facultad de decirte algo y mirarte con desprecio, por lo bajo. Ser trans en Chile es vivir con inestabilidad económica. Ser trans en Chile es querer estar rodeada de compañerxs trans y disidencias para sentirse segurx. Ser trans en Chile es que vulneren tu salud mental.
Ser trans en Chile es resistir todos los días. Ser trans en Chile es luchar para que
ningunx compañerx vuelva a ser víctima de la negligencia de las autoridades. Ser
trans en Chile es darlo todo.
¿Qué les dirías a las personas que posiblemente lean esto a modo de consejo sobre cómo abordar si conocen a alguien trans?
Primero, deberían ser capaces de reconocer que una persona cis hetero es alguien
que se encuentra en una situación de privilegio, ya que por debajo estamos las
personas trans y disidencias vulneradas sistemáticamente.
También, hay que ser capaz de reflexionar en torno a las comodidades de las personas cis hetero, ya que, la concepción de lo normal que se atribuye erróneamente la misma población cis y hetero, en el momento de que una persona trans es vista, la curiosidad y la pregunta viene con el prejuicio de estar frente a algo anormal.
Aconsejo investigar e involucrarse en temas de género por cuenta propia. Ya que es un tema crucial para relacionarnos de forma integral y saludable entre personas, sobre todo cuidando a las infancias y juventudes. No olvidar con esto que la población trans abarca a todas las edades y situaciones socioeconómicas, y todas merecen un trato digno, respetuoso y empático.