El camino hacia una Nueva Constitución recién está comenzando. Luego de un significativo proceso de elecciones en que la mayoría de los chilenos votó «Apruebo», se acerca el siguiente paso de elegir a los encargados de redactar la Carta Magna y es importante comenzar a informarse desde ya.
En este contexto, La Voz de Maipú conversó con Matías Goyenechea, quien recientemente ha lanzado de manera oficial su candidatura como Constituyente por el Distrito 8, que incluye a la comuna de Maipú.
Matías es cientista político, experto en economía y tiene un magíster en Salud Pública en la Universidad de Chile, además de una amplia experiencia promoviendo la idea de un sistema de salud universal, igualitario, solidario y gratuito.
¿Cómo fueron tus inicios en esto del activismo social en el área de la salud?
Esto parte desde que salí de la universidad, formando un movimiento ciudadano que se llama «Salud Derecho». Esto fue entre fines de 2009 y principios de 2010. Desde ahí comienza mi relación con el área de la Salud, denunciando situaciones de desigualdad. Por ese período había un problema con las concesiones hospitalarias, como el caso del Hospital El Carmen, que fue uno de los varios licitados con Bachelet y construidos con Piñera que fue presentado como la gran forma de entregar infraestructura hospitalaria. Uno tenía una visión crítica respecto de otros países del mundo donde el hecho de que privados se pongan con la plata, no siempre tiene buenos resultados sanitarios.
Luego se hicieron algunas mesas de trabajo con otros actores sociales, en el contexto de las movilizaciones estudiantiles, lo que permitió la conexión con diversas organizaciones, concejos consultivos, de usuarios, además la de los mismos trabajadores de la Salud.
Más tarde formé una fundación llamada «Creando Salud», donde seguimos trabajando en la construcción de un ideario de salud crítico respecto de la desigualdad en el sistema, lo segmentado que es en cuanto a la división de acuerdo con la capacidad de pago, como el mundo de las ISAPRES, el mundo de Fonasa, las clínicas versus los hospitales.
¿Y cómo llegaste a la decisión de ser candidato a Constituyente?
Para llegar a este proceso yo creo que ha sido todo un crecimiento personal en el movimiento de Salud, que pasó desde una lógica muy economicista a tener un planteamiento más estructural respecto de las modificaciones que necesita el sistema de salud.
A partir de las movilizaciones de octubre de 2019, en conjunto con los diversos gremios levantamos una propuesta de reforma estructural que implicaba reconocer el derecho a la salud, porque nosotros tenemos una visión crítica respecto a lo que hoy está consagrado en la Constitución y un poco de como restructurar el financiamiento, la atención primaria, cómo hacernos cargo de problemas que son muy sentidos en la población como las listas de espera.
Creo que esta candidatura decantó de un proceso de maduración en el movimiento social de la salud que ha venido creciendo en densidad, como también en la conciencia del problema.
Hoy los partidos políticos han sido bastante criticados por la población y bueno, la clase política en general. ¿Cómo es tu relación con el Frente Amplio?
Si bien parto siendo alguien independiente y activista en el mundo de la salud, considero que si uno quiere impulsar esos cambios también tiene que involucrarse en política. Si bien la política está bien desprestigiada, también tiene que ver con nuestra Constitución. Hay una lógica estructural que también ha conducido a una degeneración de la política, en una tecnocracia, en una desconexión entre la ciudadanía y el parlamento, etc.
En ese sentido he considerado que para poder concretar ciertos objetivos que uno ve sectoriales, uno tiene que “mojarse el potito” por así decirlo y entrar en la política. En ese sentido he adherido al proyecto del Frente Amplio desde su génesis. Fui vocero de Salud de Beatriz Sánchez cuando fue candidata y luego con la Izquierda Autónoma, después Movimiento Autonomista, hasta que, finalmente, con la junta de varios grupos que había en el Frente Amplio se formó Convergencia Social. Esto nuevo, del año pasado. Desde ahí estoy en ese proyecto con otros compañeros que yo he conocido en las luchas desde el mundo social y que también han vivido este proceso de darse cuenta de que lo social también debe tener una derivada en lo político, donde no podemos no tratar de impulsar ciertas ideas y proyectos.
Hace unos días tuviste un altercado en Twitter con Patricio Navia, quien indicó que los «Constituyentes competirán por quién promete más. Convención firmará cheques sin fondos», ¿Qué profundizarías sobre esa discusión?
Creo que lo que plantea Navia tiene algo de desconocimiento de los mismos consensos que se han ido produciendo en este periodo. Uno muy importante es que los recursos de salud los estamos distribuyendo mal, entonces, la población que tiene menor carga de enfermedad, de un perfil epidemiológico que tiene menor prevalencia en las enfermedades, menos uso del GES, tiene menos cáncer u enfermedades crónicas, además de ser la población con mayores ingresos, paradójicamente tienen un mayor gasto en salud, en cambio, donde se concentran las personas con más problemas de salud, donde hay más crónicos, más cáncer, tienen menor gasto en salud.
Esto decanta en la idea de que se debe tener un fondo único de salud y esto no es nuevo. Se ha planteado en un montón de oportunidades porque implica dar un paso para superar la lógica de segmentación que tenemos en el sistema de salud.
Eso es un poco a lo que se apunta cuando se habla del derecho a la salud. Y cuando hablamos de gratuidad no es que no se vaya a financiar, porque uno, finalmente, los recursos fiscales son impuestos y los impuestos los paga la ciudadanía. Navia tiene una visión muy ortodoxa respecto de los cánones neoliberales que entran en la idea de no gasto fiscal, lo que hoy en el mundo se está derrumbando.
¿Cuál es una de tus principales visiones con respecto al proceso Constituyente?
Un elemento que me parece sumamente central es que en este proceso uno asume el compromiso de dar la pelea en el reglamento para generar instancias vinculantes de participación. Creo que no basta con tener solo 155 constituyentes. Hay que lograr que haya 18 millones de constituyentes. Eso se juega en el reglamento buscando desarrollar cabildos, consultas y otras instancias de discusión para que los territorios puedan participar.
Nuestro régimen político actual tiene una profunda desconfianza en la participación ciudadana y por eso existen los “quorum supra mayoritarios” para evitar que haya cambios. Creo que un aspecto que hay que discutir es cómo cambiamos esa lógica, cómo hacemos que no se desconfíe de las mayorías y que estas puedan hacer transformaciones estructurales en ciertas áreas como educación, salud, etc.
La votación que hubo para el plebiscito fue histórica, muy contundente, la señal que se dio por parte de la ciudadanía sobre soñar un nuevo Chile. Eso se va a tener que volver a expresar donde podamos volver a elegir constituyentes que efectivamente estén apuntando a hacer estos cambios.
Si bien tienes un foco súper claro con el área de la salud, sin duda te tocará ser parte de la decisión en otros temas, ¿Qué opinas con respecto a otros derechos sociales?
La forma en la cual se piensa hoy es en una lógica subsidiaria, es decir, el Estado financia la provisión de un determinado derecho social, pero puede ser determinada por entes privados o no estatales. En su minuto hubo un desmantelamiento de capacidades propias del Estado, por ejemplo, antes hacíamos viviendas sociales y eso fue privatizado para que haya empresas privadas que hagan este tipo de cosas.
Esas son cosas que tienen que cambiar para que el Estado sea garante de derechos sociales, lo cual implica fortalecer la educación, reconocer el derecho a la vivienda y una ciudad que sea más democrática y no segregada como ocurre hoy.
En salud, siempre he pensado que no solo el sistema de salud es de lo que hay que preocuparse, sino de todo un entorno saludable. Eso implica, por ejemplo, hacerse cargo del tema laboral, que el trabajo no derive en consecuencias para la salud. También se puede hablar de nuestra alimentación, la cual es muy mala. Asimismo tenemos una política de vertederos que afecta la salud de las poblaciones que están en estos territorios y, por ese lado, también hay que hacerse cargo de temas medioambientales.
En el fondo es cambiar la lógica con la cual nos hemos estado relacionando en el país, generar un piso de dignidad para toda la población y no depender de la responsabilidad individual para poder satisfacerse, como el acceso a la educación, pensión, etc. Que finalmente genera que cada persona, en la medida que tiene plata, puede solucionar sus problemas y el resto está sonado.