Investigadores de la Universidad de Penn State han desarrollado una solución a partir de la ecología química que se producen entre las chinitas, o mariquitas, y los pulgones. Esto se realizó en respuesta a los efectos de los pesticidas y control de plagas en los cultivos, que pueden ser un problema para el ecosistema a pesar de su eficacia y en La Voz de la Ciencia traemos el dato.
De acuerdo con lo apuntado en el estudio «Basic and Applied Ecology«, la experta Sara Hermann, de la Facultad de Ciencias Agricultoras de Penn State, analizó el comportamiento de los pulgones frente a los olores de las chinitas, sus depredadores. Los científicos rociaron algunos cultivos con el aroma de estos insectos y notaron que los pulgones comieron menos de esas plantas y su población cayó en un 25%.
“Queremos entender cómo el miedo a ser comido influye en el comportamiento y la fisiología. Comenzamos con grandes cuestiones ecológicas centradas en los sistemas agrícolas para desarrollar intervenciones”, explicó Hermann.
El olor a las chinitas se podría replicar en otros países de manera comercial, sin la necesidad de dañar al insecto. Esto fue un punto esencial en la investigación, desarrollar prácticas sostenibles a base de interacciones de la naturaleza.
“Nuestro trabajo sugiere que la presencia de señales de olor de mariquita por sí sola puede servir como método para reducir las poblaciones de pulgones, al menos a corto plazo, y podría ser una técnica prometedora que justifica una mayor exploración”, finalizó.